Un grupo de reclutas del año 1991, tras su jura de bandera realizada en el cuartel de Tentegorra. INCIS

El fin de la mili en Cartagena y el impacto que tuvo en la economía

Sábado, 30 de septiembre 2023, 10:10

El servicio militar obligatorio, comúnmente conocido como 'la mili', ha sido una parte fundamental de la historia de España durante décadas. Sin embargo, en el ... año 2001, el Gobierno central decidió poner fin al servicio militar obligatorio, marcando el inicio de una nueva era tanto para las fuerzas armadas como para las comunidades locales que dependían de la presencia de los soldados.

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La ciudad de Cartagena no quedó al margen de este proceso. Esta urbe siempre se destacó por la presencia de militares. Todos ellos se convirtieron en una fuente vital de prosperidad económica que, tras su desaparición, nunca pudo ser reemplazada ni igualada.

A lo largo de los años, la ciudad albergó diversas instalaciones militares, incluida la célebre base naval de Cartagena. La presencia de las fuerzas armadas no solo tenía un valor estratégico, sino que también sustentaba la economía de toda la región de Cartagena. El servicio militar aportaba un flujo constante de jóvenes soldados que se alojaban en la ciudad, gastaban en restaurantes, bares y comercios locales, y generaban empleo directo, indirecto e inducido en la zona.

Crisis económica

Para entender la magnitud de este impacto, consideremos un breve análisis de cómo era la 'mili' en Cartagena en 1991, justo antes de que comenzara una de las mayores crisis que la localidad haya experimentado a nivel industrial, social, político y de su modelo de ciudad. Este, precisamente, tuvo que reinventarse, aunque todavía, la sociedad sufre sus consecuencias.

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En aquel año, 1991, se llevaron a cabo 24 juras de bandera de reclutas en los distintos acuartelamientos de la ciudad, incluyendo el Cuartel de Instrucción de Marinería (CIM)–ahora reconvertido en Escuela de Ciencias de la Empresa de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT)–, el Tercio de Levante y los acuartelamientso de Los Dolores y de Tentegorra. Aproximadamente, alrededor de 15.000 reclutas realizaron su periodo de instrucción y juraron bandera en Cartagena durante ese año, lo que representaba un 7% del total nacional de jóvenes soldados.

Estas cifras plantean la necesidad de evaluar el impacto económico que esta considerable cantidad de militares tenía en la ciudad. Aunque se carecen de estudios precisos, si tomamos en cuenta los precios actuales de hoteles, restaurantes y tiendas, podría estimarse que este flujo de reclutas representaba ingresos cercanos a los 14 millones de euros anuales.

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Golpe devastador

La repentina desaparición de esta fuente de riqueza fue un golpe devastador para la economía de Cartagena, algo poco o nada estudiado y analizado hasta el momento, y de cuyas consecuencias esta ciudad aún no se ha recuperado por completo, a pesar de la llegada masiva de cruceros a su puerto que, al día de hoy, están lejos de igualar estas cifras.

El fin del servicio militar en Cartagena tuvo un impacto inmediato y negativo en la economía local. Con la reducción de las instalaciones militares y del personal, la demanda de servicios locales se desplomó. Los bares y restaurantes que solían estar llenos de soldados experimentaron una drástica disminución de ingresos, lo que provocó cierres y despidos. Muchas tiendas que dependían de las ventas a los soldados también sufrieron las consecuencias, ya que su clientela se redujo significativamente.

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Además, la base naval de Cartagena, que solía ser una fuente importante de empleo local, comenzó a reducir su plantilla y sus operaciones. Esto impactó directamente en la tasa de desempleo de la ciudad, que aumentó en los años posteriores al fin del servicio militar obligatorio. Muchas familias que dependían de empleos relacionados con la base naval se encontraron en dificultades económicas.

Otro aspecto significativo fue la disminución de la inversión en infraestructura militar. Durante años, la presencia del ejército había impulsado proyectos de construcción y renovación en la ciudad, pero con la reducción de estas inversiones, la construcción y el desarrollo urbano también se vieron afectados negativamente.

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Frente a esta situación, la ciudad de Cartagena se vio obligada a buscar soluciones para diversificar su economía y reducir su dependencia de las fuerzas armadas. Se implementaron iniciativas para atraer turismo, promover la industria y fomentar la inversión en tecnología y educación. A lo largo de los años, hubo cierto éxito en estas áreas, pero el proceso de adaptación ha sido lento, desafiante e incompleto.

'Tormenta perfecta'

El fin del servicio militar, junto con otros factores, conformaron una 'tormenta perfecta' que sumió a la economía local en una crisis en la década de los años noventa del siglo pasado. Fueron años difíciles para los habitantes de la comarca, una época que dejó una huella imborrable en una generación y cuyas consecuencias aún se sienten.

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Parte de la historia de aquellos años aún está por redactar, para explicar las causas del desmantelamiento industrial, la quema de la Asamblea Regional, el impacto ambiental negativo de la contaminación industrial, las tensiones con la Región de Murcia en términos de inversión y desarrollo, la falta de compromiso y eficacia política para abordar los problemas económicos y sociales de Cartagena que agravaron su crisis y por supuesto la corrupción siempre presente.

Con el tiempo, quizás alguien con influencia y liderazgo o nosotros mismos, podamos restaurar la fortaleza económica, social y política que Cartagena alguna vez tuvo.

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