Posible llegada de las tropas inglesas a Cartagena, el 29 de enero de 1812.
Fotohistoria de Cartagena

Cartagena, bastión de resistencia en la Guerra de la Independencia

Sábado, 16 de noviembre 2024, 08:02

En 1808, España se sumía en el caos de la ocupación napoleónica. La imposición de José Bonaparte en el trono y la invasión militar francesa ... provocaron levantamientos en todo el país. En este contexto, ciudades como Cartagena se convirtieron en baluartes de resistencia, jugando un papel crucial en el esfuerzo nacional de rechazo al invasor.

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Cartagena, ciudad milenaria y baluarte del Mediterráneo, desplegó en los años turbulentos de la Guerra de la Independencia Española (1808-1814) un vigoroso y tenaz espíritu de autonomía. Durante este período, se erigió como una auténtica fortaleza de resistencia contra la invasión francesa, mostrando una firmeza casi republicana que hubiera sido digna de un estado libre en medio de la convulsión de aquellos tiempos. La robustez de sus murallas y el espíritu inquebrantable de sus habitantes constituyeron una línea infranqueable que defendió con audacia y orgullo su suelo, un legado que hoy merece ser rememorado y ensalzado.

El 23 de mayo de 1808, en un acto adelantado de independencia, los cartageneros depusieron a las autoridades leales al régimen de Godoy, instaurando una Junta de Defensa que marcó el inicio de una administración autónoma. Este movimiento no fue meramente simbólico, sino un auténtico despliegue de autogestión que, durante los años de conflicto, organizó los recursos, lideró las defensas y gobernó Cartagena con una independencia que apenas otras regiones se atrevían a considerar. Mientras Cádiz se lleva a menudo el reconocimiento de foco de resistencia en esta contienda, el papel de Cartagena permanece injustamente relegado. Sin embargo, fue un ejemplo de organización y estrategia, un sistema político singular y paradigmático de resistencia en medio del asedio.

Con la creación de la Junta, Cartagena se planea casi como una república independiente. Su estructura administrativa tenía una autonomía real, con capacidad de tomar decisiones y gestionar recursos. Fue un ejemplo de autogobierno en un momento en que la unidad nacional era frágil. La Junta de Defensa no solo se encargaba de coordinar las fuerzas militares locales, sino también de asegurar el suministro de alimentos y recursos para la población y las tropas. Era responsable de la seguridad interna y de fortalecer las defensas para prevenir accidentes prolongados.

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Arriba, el cartagenero Baltasar Hidalgo de Cisneros, presidente de la Junta de Gobierno de la ciudad. Abajo, plano original inglés de la torre de San Julián y bando de creación de la Junta de Gobierno de Cartagena.

La autonomía de Cartagena no era solo militar, sino también política. La Junta organizó un sistema de administración propio, tomando decisiones al margen de la monarquía o de cualquier influencia externa. Esto le dio un carácter casi independiente, un pequeño «estado dentro del estado» español.

La ciudad contaba con un sistema de murallas robusto, diseñado para resistir ataques tanto terrestres como marítimos. Estas fortificaciones representaban una barrera formidable para las fuerzas enemigas, protegiendo la ciudad y permitiendo a los defensores una ventaja estratégica considerable.

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Aquí confluyeron líderes y personajes ilustres, tanto nacionales como extranjeros, conscientes del valor estratégico de la ciudad como puerto esencial del Mediterráneo. Este enclave no solo constituía un punto de abastecimiento, sino también una puerta para las maniobras que buscaban detener el avance napoleónico en la península. La indomable voluntad de los cartageneros se mantuvo firme a lo largo del conflicto; la ciudad, lejos de sucumbir al cansancio o al desaliento, se unió en un propósito común de defensa, ofreciendo una resistencia apasionada que impulsó la causa española desde el sureste peninsular. Su firmeza y autonomía demostraron que era mucho más que un punto en el mapa; era una ciudad con una voluntad viva y vigorosa, dispuesta a sacrificarse antes de rendirse.

Símbolo nacional

A lo largo de su extensa historia, Cartagena ha sido testigo y protagonista de episodios que han forjado su carácter aguerrido y su orgullo como ciudad. La Guerra de la Independencia Española es uno de esos momentos en los que resurgió como un símbolo de resistencia y valentía, mostrándole al mundo que ningún invasor podría doblegar su espíritu. Sin embargo, esta historia de fortaleza ha sido en gran medida olvidada o subestimada frente a la fama de otras ciudades como Cádiz.

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Hoy, los cartageneros heredan el honor de aquellos años, aunque su memoria ha quedado adormecida en tiempos modernos. Es el momento de recordar que esta ciudad, antaño fuerte y autónoma, guarda en sus murallas y en el corazón de sus habitantes el eco de un pasado de dignidad y coraje. Cartagena debe reconocerse en su historia, en su espíritu de lucha, en su identidad forjada en la adversidad, para así despertar una vez más con determinación hacia el futuro. Que Cartagena no olvide lo que fue, y sigue siendo: un baluarte indomable, una fortaleza en la que resuenan las gestas de aquellos que, hace más de dos siglos, la defendieron con el temple y la tenacidad de un pueblo verdaderamente libre.

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