Cartagena, una ciudad a medida para los erasmus
Los estudiantes internacionales agradecen recorrerla a pie, la gastronomía y la oferta cultural y de ocio con el mar siempre presente
Acogedora, multicultural y tranquila son algunos de los adjetivos que emplean los erasmus para definir Cartagena. Les sorprende la ventaja de salvar las distancias ... de la urbe caminando, la hospitalidad de sus gentes y la omnipresencia del mar a través del puerto y de las playas urbanas de Cala Cortina y El Portús. También les llama la atención los contrastes entre las abandonadas calles Cuatro Santos y del Aire, por ejemplo, frente a la calle Mayor y el majestuoso Palacio Consistorial en la Plaza del Ayuntamiento. Una ciudad a la que la mayoría llegaron por azar y en la que más de uno decidió quedarse por la calidad de vida, pero a la que todos cautivó por su belleza natural y alternativas culturales y de ocio.
El número total de estudiantes internacionales este curso en la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) es de 319. El año pasado vinieron 267 estudiantes becados por la Unión Europea. Por nacionalidades, el mayor número de alumnos proceden de Francia e Italia, aunque también destacan los llegados de países latinoamericanos. Este curso hay 62 estudiantes de Latinoamérica, cinco veces más que los doce que vinieron el periodo lectivo anterior.
Desde la asociación Erasmus Student Network (ESN) ayudan a los jóvenes a integrarse en la ciudad, orientándolos para cubrir las necesidades básicas, como la vivienda, y haciendo de guías para que la descubran y sobre todo expriman al máximo la experiencia del intercambio. El presidente de ESN y estudiante del grado en Ingeniería Mecánica de la Politécnica, José María Segura, tiene claro que esta vivencia no solo beneficia al alumno, sino también a la ciudad de acogida. A su juicio, los erasmus aportan visión de la Unión Europea y del europeísmo. Por lo general, son personas con recursos que contribuyen a la dinamización de la economía. «Potencian la riqueza y cultura de estar en la Unión Europea», dice.
La plataforma ESN tiene registrados casi 270 estudiantes internacionales, de la Politécnica y otros centros educativos. Por nacionalidades destacan los italianos, franceses, alemanes y mexicanos.
Destino de «boca a boca»
Para la mayoría de erasmus Cartagena es un destino de rebote, que aparece como segunda o tercera opción. No obstante, la costa, el buen clima, la gastronomía y los precios asequibles en comparación con la media nacional hacen que esta tendencia poco a poco pierda fuerza. «Está ganando puntos el boca a boca. Los estudiantes se marchan muy sorprendidos para bien del encanto de nuestra ciudad y se convierten en los mejores embajadores de la marca Cartagena».
Los jóvenes llegados a la Politécnica desde diferentes países aumentan más de un 19% en un año
Silvia Pia Trefiletti, estudiante italiana de Ingeniería Industrial pasó cinco meses de intercambio en la Politécnica porque «cuando tuve que elegir la ciudad española en donde estudiar, Cartagena era la única disponible». Ahora planea volver de vacaciones una semana para ver a sus amigos y reencontrarse con los lugares en donde fue feliz. «Me enamoré de la ciudad porque es preciosa, aunque sea pequeña tiene muchas cosas que ofrecer. Está llena de naturaleza y paisajes y todo está muy bien organizado».
La joven de veintiún años reconoce que su vida en Cartagena era diferente a la que tiene en su país. «Pasaba más tiempo fuera, hacía senderismo y me gustaba compartir con mis amigos».
La asociación ESN ayuda a los alumnos a encontrar alojamiento y desarrolla diferentes actividades para su plena integración
El caso de Nirvana Faram Ruiz Sánchez, mexicana de veintiún años, es una excepción. Eligió la Politécnica para estudiar el grado en Turismo porque vio un vídeo y le encantó. «Tuve una corazonada». A dos meses de acabar su estancia asegura que se quedaría a vivir aquí «sin dudarlo». Quizá para descubrir el significado de la expresión «acho», que tanto escucha y no sabe aún para qué se emplea. En este tiempo sí ha podido comprobar que «hay de todo: playa, montaña, un puerto espectacular para ver atardecer, bellos edificios históricos, el café asiático, buen clima para acompañar cada salida y sobre todo me gusta la UPCT».
Estancias de corazón
Quien vino por unos meses y lleva ya cinco años viviendo en el casco histórico es Davide Pezzulo, del municipio de Vitulazio en la Campania italiana. Este joven de treinta años estudió el máster de Edificación Arquitectónica y ahora trabaja como técnico de reparación. No descarta estudiar un doctorado en la Politécnica, ni tampoco prepararse una oposición de profesor para la escuela pública de su país porque es consciente de las dificultades para acceder al mercado laboral en cualquiera de los dos países y quiere que jugar todas sus cartas.
Los datos
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319 alumnos internacionales recibe este año la Politécnica. En su mayoría de Francia e Italia.
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62 estudiantes de Latinoamércia. Cinco veces más que durante el curso anterior.
Davide ve en Cartagena una ciudad tranquila y segura, en la que la gente es «directa y hospitalaria y no vive tan estresada como en Italia. El ritmo de vida es relajado».
En su pueblo tenía que coger el coche para quedar con sus amigos y el resto de salidas porque las distancias son más largas. Aquí puede ir caminando a todas partes, dado que la ciudad «es pequeña». Echa de menos mayor conexión entre el centro y El Ensanche, así como otros barrios y diputaciones, para poder conocer el municipio en su totalidad.
«Tiene mucho que ofrecer en plan urbanístico y turístico. Espero que los carriles bici de CartaGo! conecten la mayor parte del municipio para descubrirlo entero y poder visitar a mis amigos que no son del centro con mayor facilidad», explica.
Rosario Virue, argentina de veinticuatro años, hizo su intercambio académico en 2019, mientras cursaba el cuarto año de Arquitectura. En ese tiempo se enamoró de un cartagenero y tras un año de relación a distancia regresó en julio para vivir con su pareja. «Cartagena es una ciudad amigable y que el mar esté tan cerca, a dos pasos del centro en el puerto, es hermoso», subraya.
Lo que más le sorprende a Rosario es la facilidad con la que se hacen planes en esta ciudad. «Desde que empecé las clases, todos los cartageneros que conocí me hicieron sentir en casa. Siempre hay alguien que te dice 'vamos a tomar una birra y charlamos'. En poco tiempo hice muchos amigos», sonríe. Como arquitecta, enfocada ahora en la gestoría de proyectos en una administración de fincas, ve «con tristeza» la cantidad de inmuebles del casco histórico en los que «solo se conserva la fachada».
Respecto a los precios, para la mayoría son «más económicos» que en sus países de procedencia. Destacan la amplia oferta cultural y de ocio y no consideran que el centro, en donde viven la mayoría, esté sucio.
Testimonios
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Nirvana Faram Ruiz. Mexicana «Elegí la UPCT porque me encantó en un vídeo y tuve una corazonada. La ciudad es pequeña pero tiene mucho que ofrecer»
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Davide Pezzulo. Italiano «La gente de aquí es muy hospitalaria y directa. Tiene un ritmo de vida mucho más relajado que el de los italianos»
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Rosario Virue. Argentina «Desde el primer día de clases, todos los cartageneros que conocí me hicieron sentir en casa»
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Silvia Pia Trefiletti. Italiana «Me enamoré de Cartagena. Aunque la ciudad es pequeña tiene muchas posibilidades y está todo muy bien organizado»
El punto negativo de su estancia en la ciudad es encontrar alojamiento. Hay poca oferta para mucha demanda con el agravante de que pocos caseros alquilan un piso para seis meses.
A Nirvana Faram le costó trabajo encontrar un piso. «Fue un proceso largo y frustrante. La universidad sugería el uso de algunos sitios web, usé cada uno de ellos, contacté a ocho personas, pero no recibí respuesta. La única persona que me contestó fue a través de la web del Ayuntamiento». Silvia Pia Trefiletti relaciona sus dificultades para encontrar alojamiento con que su universidad le comunicó el destino «muy tarde». Entonces, «casi todos los pisos de estudiantes estaban llenos y después de unas semanas buscando en diferentes webs encontré mi casa».
Pezzulo asegura que ha ayudado a muchos erasmus a encontrar vivienda. Él convive en su piso de la calle Jara con cuatro estudiantes extranjeros.
Rosario Virue se hospedó con una amiga en un hotel y en un día consiguió alojamiento definitivo. A pesar de su suerte, insiste en que «pedían muchos requisitos como garantía para acceder al alquiler. A nosotras nos benefició tener el pasaporte italiano».
La historia de cada erasmus es distinta, cada cual tiene una motivación, pero todos encuentran en la ciudad portuaria otra manera de mirar al mundo y seguir adelante.
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