Los alumnos de Enfermería encerrados en Cartagena: «No queremos más palabrería, sino hechos»

Estudiantes de la Escuela Universitaria de Enfermería de Cartagena mantienen su encierro en el aulario de Antiguones, en el campus de la Muralla de la Universidad Politécnica (UPCT), en protesta por la «precariedad» en las condiciones en las que reciben la formación, pese a que el Gobierno regional, de quien depende la Escuela, garantizó ayer la estabilidad de estas enseñanzas y destacó que ya hay en marcha algunas mejoras. «Queremos y buscamos lo mejor para el futuro de la Escuela de Enfermería de Cartagena», dijo el director general de Universidades e Investigación de la Comunidad, Antonio Caballero, que visitó la protesta. Y añadió: «Hemos dado pasos muy importantes en las últimas semanas junto a la Universidad de Murcia ante una situación que se arrastraba durante años».

Pero sus manifestaciones no convencen a los estudiantes. «No queremos más palabrería, queremos hechos. Porque esto es exactamente lo mismo de 2012. También queremos que todos los compromisos sean firmados por escrito por el presidente López Miras, la alcaldesa Noelia Arroyo y el rector de la Universidad de Murcia [José Luján]», advirtió este sábado la delegada de curso y portavoz de los encerrados, Verónica López.

Unos treinta estudiantes iniciaron el viernes por la tarde un encierro, cansados de que la Comunidad y la Universidad de Murcia prometan unas mejoras que no llegan. Hace unos días, los responsables universitarios autonómicos se entrevistaron con una representación de alumnos a los que avanzaron que para corregir los problemas históricos de la Escuela habían suprimido la dirección técnica y nombrado como director único al profesor de Fisiología Sebastián Cánovas.

Igualmente, les avanzaron que valoran el antiguo Hospital Naval como futura sede estable de la Escuela de Enfermería. Pero los alumnos se echaron las manos a la cabeza porque ni ese edificio es propiedad de la Administración regional ni creen que cumpla con los requisitos técnicos para ello. Es una posibilidad poco realista, dijeron, y alejada de los círculos universitarios de la ciudad. Los 250 matriculados en los estudios de Enfermería en Cartagena piden una sede digna y estable, con instalaciones adecuadas para su formación, como tienen sus compañeros de Murcia y Lorca. Actualmente, dividen sus clases entre unos antiguos almacenes en el aparcamiento del Rosell y varias aulas prestadas por la UPCT en la planta baja de la Escuela Técnica Superior de 'Teleco', donde ahora están encerrados. En los últimos meses han denunciado el uso de material obsoleto y caducado en sus prácticas.

En sus primeras horas de encierro, el viernes por la noche, los jóvenes recibieron las visitas de Caballero, la vicerrectora de Ciencias de la Salud de la Universidad de Murcia, Paloma Sobrado, y el secretario general de la UMU, Francisco González. «Continuamos con las inversiones atendiendo las reivindicaciones que nos trasladan, al tiempo que buscamos una ubicación estable para la Escuela de Enfermería. No se va a cerrar la Escuela de Enfermería y en ningún caso se ha planteado privatizarla», se comprometió allí el director general con los estudiantes.

A diferencia del resto de escuelas públicas de Enfermería de la Región, la de Cartagena pertenece a la Comunidad Autónoma y no a la Universidad de Murcia, a la que sí está académicamente adscrita y que se encarga de contratar el profesorado.

Además de un compromiso por escrito, los estudiantes exigen una sede definitiva, «unificada y digna», con los mismos medios que otras facultades periféricas; los «recursos materiales en relación con el número máximo de alumnos a admitir», la posibilidad de realizar el posgrado en Cartagena y la garantía de los recursos humanos necesarios, incluyendo al personal docente y de servicios. Los estudiantes han convocado una concentración de protesta el próximo martes, a las cinco de la tarde, en la plaza del Ayuntamiento de Cartagena. Ayer recibieron en la puerta de Antiguones –la UPCT no dejó entrar– la visita de políticos en la oposición y de sindicalistas del Satse.

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