El galope más veloz de 'Star of Bengal' le da la victoria en los Caballos del Vino 2025

La edición celebrada este viernes de la carrera de los Caballos del Vino de Caravaca de la Cruz demostró que está claro que no se pueden adelantar los acontecimientos. En una prueba donde hubo de todo, incluso lluvia en algunos momentos, el desenlace definitivo se produjo en los últimos compases de la competición.

La carrera de 'Itabu', de la peña Minipúa, en los primeros momentos, fue muy buena y marcó, con 8,552 segundos, el tiempo a batir. Poco duró esta marca porque el caballo 'Crossing Jordan', de la peña Luminoso, con un tiempo de 8,377 segundos, lograba arrebatarle la primera posición. El momento más tenso fue durante la carrera de la peña Pura Sangre, con su caballo 'Haigh Impact', que, inicialmente, fue declarada carrera nula y, tras la revisión por parte de los jueces, se le otorgó una marca de 8,166 segundos, consiguiendo auparse, en ese momento, al primer puesto.

Hubo que esperar al momento de entrega de los premios, cuando el presidente del Bando de los Caballos del Vino, José Antonio Rubio, procedió a la lectura de un apartado de la normativa que rige la carrera, para que se invalidara el primer acuerdo de los jueces y mantuviera la declaración de carrera nula por pérdida del dispositivo que marca los tiempos realizados durante la competición.

Finalmente, el primer premio, de forma indiscutible, fue para la peña Calimocho con su caballo 'Star of Bengal' y una marca de 7,743 segundos, la segunda mejor de la historia desde que se tienen registros; revalidando sus triunfos de 2019 y 2022.

El segundo puesto fue para el caballo 'Pícaro', de la peña Retorno, que no pudo revalidar su primer puesto del año pasado, aunque logró una marca de 8,340 segundos, tres centésimas más que en 2024. El tercer puesto quedó en manos de la peña Luminoso, con su caballo 'Crossing Jordan', y un tiempo de 8,353 segundos.

Durante la competición se produjeron muchas carreras nulas, casi la mitad de las peñas tuvieron dificultades para realizar las carreras limpias, sin que los caballistas se soltasen de los caballos.

La cuesta del Castillo se mostró espléndida a primera hora de la tarde, luciendo una estampa de colores en los que predominaban el blanco de las camisas y el rojo de los pañuelos de caballistas y visitantes. Los escasos 80 metros de la cuesta del Castillo que recorre paralela a las murallas de la fortaleza se convirtieron en un hervidero de personas que se abrieron para dejar paso a los mozos, que asidos a sus caballos compitieron contra el tiempo. Los meses de preparación a fondo, de algunas privaciones y de muchas ganas por hacer un buen tiempo, se esfuman en menos de diez segundos.

La multitud vibró con cada carrera mientras que el puesto de control avisaba del inicio, de su desarrollo y también de las carreras que resultaban nulas. El dispositivo de asistencia sanitaria tuvo que intervenir en varias ocasiones para atender a algunos mozos que sufrieron caídas durante la carrera.

Hubo que esperar más de una hora para conocer el resultado del otro concurso, el de enjaezamiento. El presidente del Bando de los Caballos del Vino, José Antonio Rubio, dio a conocer el nombre de la peña Caprichoso como primer premio de este concurso en el que el diseño, los bordados, la artesanía y la colocación de las piezas sobre el caballo son fundamentales para lograr el objetivo del primer puesto.

Faltaban unos minutos para que sonasen las ocho de la tarde en el reloj de las almenas del castillo y la explanada seguía llena de caballistas y visitantes que esperaban el desenlace definitivo de los esfuerzos por lograr que los mejores trabajos de artesanía desarrollados durante los últimos meses para vestir a los caballos para el día grande de las fiestas tuviesen su reconocimiento. Este concurso sigue siendo un crisol de creatividad donde se mezclan los diseños, los bordados, el montaje de cada una de las piezas y la armonía del conjunto. El resultado de esta mezcla es lo que hoy en día son los Caballos del Vino. Este año, el primer premio se lo llevó la peña Caprichoso, seguida de Júpiter, Al-Bino, Universo y Pura Sangre.

La jornada empezó temprano. Las campanas de la iglesia parroquial de El Salvador anunciaban de madrugada que por fin había llegado el gran día. Mientras su tañido se expandía por la ciudad, las 54 peñas caballistas iniciaban los preparativos colocando sobre sus caballos las piezas de enjaezamiento. La jornada iba avanzando al ritmo que marcaban los latidos de los caravaqueños y, mientras tanto, la historia, la pasión, la belleza y el coraje inundaban todos los rincones de la Ciudad de la Cruz.

A las siete de la mañana, con las primeras luces del alba, las campanas volvieron a tañer a la misma vez que miles de cohetes se estrellaban sobre el cielo de la basílica de la Vera Cruz anunciando a los cuatro vientos que «el tiempo se ha cumplido» y, una vez más, la ciudad abría sus puertas de par en par para recibir a miles de visitantes que se dieron cita junto a los festeros caravaqueños para participar intensamente en todas las actividades de la jornada.

El sonido de campanas y cohetes se unió a las melodías de las bandas de música y las charangas que recorrieron calles y plazas para iniciar los rituales que recrean la historia medieval de la ciudad. Fiel a su cita desde hace más de medio siglo, la peña El Café, cuyos componentes vienen de Benidorm, repartía tortas y café, con un poco de anís, a todos los que se aproximaban hasta la plaza Nueva, en las inmediaciones de la parroquia caravaqueña de El Salvador.

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