Las algas frenan la campaña del langostino y merman otras especies del Mar Menor
«Los políticos deberían pasar un día aquí limpiando redes en vez de viajar con chófer», se indignan los pescadores
Abuelo y nieto de la familia López, conocidos como 'los del Estacio', se abrasan las manos quitando kilos y kilos de algas secas de las ... paranzas en el secadero de redes de Lo Pagán. Ya son casi los únicos que tienen artes fijas caladas en el Mar Menor, cuatro paranzas de las ocho que habitualmente tienden en la laguna. «Así no se puede pescar. Es trabajar en balde», cuenta Carlos López, 25 años y quinta generación de pescadores en la familia. Ve el futuro en la albufera más oscuro que el fondo del Mar Menor. Donde antes ramoneaban los caballitos de mar y los langostinos, en estos días hay un siniestro mejunje de pantano. La explosión de algas ha solidificado la laguna sobre todo desde la orilla hasta el 'canto', como llaman los pescadores al inicio de la zona de mayor profundidad. «El Mar Menor está macizo. Quién va a calar así, es imposible», lamenta Juan Tárraga, que retiró sus artes de la laguna y pone la proa a diario hacia el Mediterráneo para dejar atrás «una mar alfombrada de algas podridas». «Mira que lo llevamos diciendo años, pero han dejado que esto se colapse», afirma.
Los del Estacio intentaron calar las langostineras en Matasgordas, frente a La Manga, y tuvieron que desistir. En sus 80 años de vida, desde los 14 en el Mar Menor, Antonio López no ha visto un trance peor para la pesquería. «Han prohibido sacar agua de las pozas, que evitaba que rebosara el agua, y nos han recortado el cupo de la anguila, que se come al langostino. Lo que faltan son más políticos para que terminen de arruinarnos la vida», ironiza en un lado de la kilométrica red que expurga con su nieto, Carlos. Para Fulgencio Baños, que restriega con ahínco su paranza con un cepillo bajo el sol, «los políticos deberían pasar un día aquí limpiando redes, en vez de viajar con chófer a comer de un lado a otro».
Solo han salido 50 gramos del marisco típico del Mar Menor desde que se abrió la veda y los pescadores han desistido
Cuando se les pregunta a los pescadores por el proyecto de la Comunidad Autónoma para inyectar oxígeno en el ecosistema con el objetivo de evitar una nueva anoxia, levantan las cejas con recelo. «Eso es para gastar más dinero sin arreglar el problema, por eso van tanto a Bruselas, a que les den más perras», responde un veterano de la mar.
Miguel Ángel Esquiva, del barco 'Linier', purgaba ayer una de las ocho paranzas que tenía caladas en la laguna. Ya las ha sacado todas porque «no dan ni para el gasoil». Le duele mirar al Mar Menor y verlo fermentarse. Le preocupa el futuro en la pesca sobre todo por su hijo Jonatan «porque a él le queda la vida por delante, yo ya he hecho lo que tenía que hacer», comenta en el muelle seco de Lo Pagán, donde el sol empieza a zumbar en las cabezas con voltios propios de verano.
Langostino oculto
Es la esperanza de los pescadores, que la primavera se temple y llegue 'el oscuro', cuando la luna empiece a menguar en la segunda quincena de mayo. Confían en que las doradas se pongan en movimiento, como cada año tras el letargo invernal. Con el langostino, sin embargo, es una incógnita. «Le gusta la orilla limpia y el agua tranquila», comentan los pescadores, es decir, lo opuesto al paisaje actual. Solo han salido 50 gramos de langostinos desde el 1 de mayo que terminó la veda. Cada año hay 40 barcos preparados para la campaña del crustáceo, pero este año solo lo intentaron nueve y ya han desistido. Hasta el 10 de julio hay margen para que el marisco típico del Mar Menor asome los bigotes. La primavera pasada se coronó con una abundante pesquera, pero claro, la laguna no estaba coagulada de clorofila. Los pescadores ya cancelaron la campaña del pasado otoño porque las capturas no llegaron ni al 10% de las registradas en 2020. «El problema es que ni siquiera sabemos si hay langostinos como gallinas en el fondo, porque no se ve nada», explica un pescador.
«Barrer el desierto»
«Es como barrer el desierto», se desalienta Antonio López, uno de los pescadores que recoge algas estos días frente a la costa de La Manga. «Las algas compiten con el agua. Es triste», cuenta al asomarse a ese Mar Menor que le ha dado el pan a varias generaciones de su familia. Mira alrededor y la tarea se le asemeja a la de Sísifo, el rey mitológico condenado a subir la piedra a la montaña una y otra vez.
Juan Tárraga faena a diario en el Mediterráneo para dejar atrás «una mar alfombrada de algas podridas»
«Hay que esperar a que pase este bache», confía el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de San Pedro del Pinatar. Como a un clavo ardiendo se han aferrado los patrones de las 25 embarcaciones de pesca que la Comunidad Autónoma ha contratado para la extracción de ova, sobre todo en la cubeta sur de la laguna. La flota saca cada día 45 toneladas de algas en descomposición. Las echan en grandes sacas -mayoritariamente a mano- que luego una grúa traslada a un barco nodriza para desembarcarlas después en Los Nietos a los camiones. Su destino final es el vertedero.
«Aquí hay trabajo para dos años», pondera el patrón mayor. Y el próximo mes se pondrá en marcha el dispositivo de instalación de redes antimedusas. Algunos pescadores ya afirman que «la enfermedad del Mar Menor se ha convertido en un negocio».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión