Las andanzas del 'pistolero de Alcantarilla': ocho detenciones y buscado por dos juzgados
Rachid B., el acusado de acribillar a tiros a los porteros de una discoteca, le dijo a un amigo antes de dirigirse al local: «Hermano, dame un beso, que no me vas a ver en mucho tiempo»
Rachid B. no tardó en darse cuenta de que la libertad se le escaparía de las manos. Este joven marroquí, en prisión provisional desde el miércoles acusado de acribillar a tiros a dos porteros de la discoteca Pantera de Alcantarilla, ya atisbaba, poco antes de perpetrar el sorpresivo ataque, que sus actos no le traerían nada bueno. En compañía de su primo, Abdelmonaim B., se acercó a Cabezo de Torres para visitar a un amigo –y, sospecha la Policía, agarrar la pistola con la que realizó los tiros–. Poco antes los vigilantes de seguridad del local le habían impedido el acceso y Rachid mascaba su presunta venganza. «Hermano, dame un beso», le dijo a su amigo cuando se marchaba, «que no me vas a ver en mucho tiempo».
Las andanzas del presunto 'pistolero de Alcantarilla' comenzaron horas antes. La tarde de Reyes Rachid, su primo y su amigo Cristian estuvieron tomando algo en la cafetería en la que trabaja una conocida. En torno a las tres de la madrugada, cuando el local bajó la persiana, los cuatro se subieron al Mercedes que conducía el principal sospechoso y pusieron rumbo a la discoteca Pantera. Una vez allí, según recoge la Policía en su informe, trataron de entrar pero los dos porteros les impidieron el paso porque los dos primos iban en chándal. Los jóvenes fueron al coche y se pusieron unos vaqueros pero al llegar a la puerta tropezaron de nuevo con el no de los vigilantes, lo que provocó un cabreo mayúsculo en los dos jóvenes.
Conforme a la reconstrucción de los hechos que ha esbozado la Policía Nacional, los cuatro amigos volvieron a subirse al coche y Rachid, en ese momento, propuso embestir a los porteros. Una mala idea que, al parecer, su amigo Cristian le pidió que no ejecutase con él y la chica dentro del coche. Rachid y su primo dejaron entonces a sus amigos en la cercana discoteca Bogue, también en el polígono industrial oeste, y se encaminaron hasta Cabezo de Torres, donde Rachid lanzó su profética frase.
El reloj marcaba las 4.26 horas cuando las cámaras de seguridad de la discoteca Pantera volvieron a captar el Mercedes gris de Rachid acercándose a la puerta del local. Son apenas unos segundos en los que se aprecia como el automóvil va reduciendo la velocidad, justo cuando pasa por delante de los vigilantes, y se produce una ráfaga de disparos. Uno de los porteros cae abatido al suelo mientras que otro sale corriendo y un tercero se parapeta tras uno de los muros del establecimiento. El atestado policial recoge que los proyectiles impactan, hasta en al menos tres ocasiones, en el muro interior del local. La Policía sostiene que el joven realizó hasta siete disparos contra los porteros «de forma totalmente inesperada y sorpresiva para ellos».
Un Mercedes robado
Los porteros, a los que los tiros alcanzaron en las piernas, ingresaron en el hospital Virgen de La Arrixaca con un buen pronóstico. Mientras tanto, la Policía comenzó a desplegar sus hilos para poner coto, cuanto antes, a las andanzas del pistolero. Los investigadores no tardaron en descubrir que el joven se movía en un Mercedes robado y con el número de bastidor manipulado. Rachid y su primo habían acudido poco después del ataque a la casa de su amigo Cristian, en Ceutí, donde trataron de ocultar el coche. Este joven, tras recibir la visita de los policías, les confesó que el automóvil estaba en su garaje y que accedió a guardarlo por la amistad que les unía desde hacía más de 13 años.
Las pesquisas policiales dieron pronto sus frutos y, apenas 48 horas después del ataque, los policías cercaron al principal sospechoso en un edificio de la pedanía murciana de San Ginés. En torno a las nueve de la noche del día 7 los agentes vigilaban un piso de la Calle Constitución y aprovecharon la llegada de su propietaria para echar un vistazo dentro. Allí se ocultaba el joven Rachid, que al escuchar a la policía, optó por salir a la carrera, provocando la inmediata entrada de los agentes en el piso. «Esos negros son unos racistas de mierda», espetó a los policías tras su arresto. «Mañana, cuando vea al juez, le pienso decir que si salgo los voy a matar. Me da igual ir a la cárcel». La verborrea del joven no paró ahí. «La pistola la he tirado por la autovía envuelta en un trapo de color rojo y el coche jamás lo vais a encontrar», clamó, errando en su pronóstico. «Algún día puede ser que aparezca entre cenizas». Pese a que el sospechoso ofreció a los agentes una descripción más o menos exacta del lugar donde había arrojado el arma, ésta aún no ha podido ser localizada.
A Rachid la sensación de sentirse perseguido no le era ajena. Este joven marroquí, de nacionalidad española, había aprendido a vivir con la espada de Damocles encima. A sus 27 años, acumula una retahíla de detenciones en los últimos años –ocho por parte de la Guardia Civil– por delitos de drogas, amenazas, lesiones o resistencia a la autoridad. Según consta en el atestado, al que LA VERDAD ha tenido acceso, el presunto autor del ataque a los vigilantes de seguridad de la discoteca estaba siendo buscado, además, por dos juzgados de Cieza y Murcia por conducción temeraria y desobediencia.
Las andanzas del 'pistolero de Alcantarilla' no acaban ahí. Su nombre ya figuraba en las diligencias que instruye un juzgado de San Javier por el robo a mano armada de un Audi RSQ8. La Guardia Civil, que investiga este asalto, sostiene que Rachid, junto con cinco compinches, abordaron el automóvil cuando circulaba por una carretera de San Javier, llegando dos de los ladrones a esgrimir pistolas. El grupo amenazó con las armas a las ocupantes del coche –tres mujeres, una de ellas menor de edad–, sacándolas del mismo y huyendo con él. Las víctimas señalaron a Rachid como el supuesto cabecilla de la banda pese a que no era él quien llevaba las pistolas.
Rachid ingresó este miércoles en prisión provisional tras negarse a abrir la boca ante la titular del Juzgado de Instrucción número 9 de Murcia. Sus dos compañeros quedaron en libertad con cargos, pero él, de momento, deberá esperar entre rejas, su juicio por dos presuntos intentos de homicidios. En el augurio que le lanzó a su amigo antes de marcharse, al menos, llevaba razón.
La defensa del presunto encubridor pide su absolución
El abogado Jorge Novella se encarga de la defensa de Cristian O., al que la Policía acusa de encubrir a Rachid B., tras perpetrar el ataque contra los porteros. Este joven ocultaba en el garajede su casa de Ceutí el Mercedes gris con el que el marroquí se acercó a la discoteca Pantera y supuestamente realizó los disparos. Novella sostiene, sin embargo, que, pese a acceder a custodiar el vehículo, Cristian O. desconocía los hechos que su amigo había llevado a cabo. Remarca, además, que su cliente no está acusado de participar de ningún modo en el tiroteo a los vigilantes de seguridad. Reclamará en breve la absolución del joven.