Pepe Pérez-Muelas. Siruela

El viaje sin límites de Pepe Pérez-Muelas

El profesor y escritor lorquino traza en 'Homo viator' una bitácora personal a través de la historia, el arte, la geografía, los relatos de aventuras del mundo clásico y los descubrimientos de todas las épocas

Jueves, 5 de octubre 2023, 14:34

Viajamos para perdernos, para encontrarnos, para entendernos, y casi siempre en busca de la belleza. Que puede brotar en una ciudad, en la sala concreta de un museo, en un paisaje grandioso, puede que únicamente en un árbol o en una cascada. O simplemente en un bar. Buscamos calles diferentes, olores diferentes, sabores diferentes, gente diferente, a veces para repetir nuestras rutinas a cientos o miles de kilómetros. Por qué no. Otros viajes se trazan en los mapas y en los libros, destilando los relatos de aventureros legendarios y cruzando esas referencias literarias con las travesías propias. En ocasiones, ese impulso produce crónicas extraordinarias. Es el caso de 'Homo viator' (Siruela), la primera y sorprendente obra del profesor y escritor Pepe Pérez-Muelas (Lorca, 1989), ya con una segunda edición apenas tres semanas después de salir a la venta y que apunta a convertirse en uno de los lanzamientos del año.

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Pérez-Muelas presenta 'Homo viator' este viernes 6 de octubre en Lorca, en el Aula de Cultura de LA VERDAD-Fundación Cajamurcia (C/ Pío XII, 27, 19.30 horas, entrada libre), con el periodista de este diario Rubén García Bastida.

«Los viajes siempre han formado parte de mi vida. Son la mejor referencia de la educación sentimental que albergo. Me han enseñado que existen otros mundos, que el dolor y la alegría se pueden compartir. También me han ayudado a valorar el punto de partida de cada expedición, eso que llamamos hogar y que es una especie de Ítaca que nunca decepciona», escribe el autor, articulista de LA VERDAD, en una bella introducción que prepara al lector ante una travesía exigente: 456 páginas de la India a La Meca, del Himalaya a la Roma antigua, del doméstico (en este contexto, claro está) Camino de Santiago a los polos helados del planeta, de las pirámides de Egipto a las singladuras inciertas de los navegantes que descubrieron los nuevo mundos.

Pepe Pérez-Muelas no engaña: pese a que acumula muchos kilómetros recorridos en cuatro continentes –tantos ocasos en tierra extraña, cómo olvidar las anochecidas fúnebres a la orilla del Ganges en Benarés–, el grueso de 'Homo viator' se alimenta de su pasión por los libros, por las crónicas de los peregrinos históricos y las grandes rutas.

Un libro «de viajeros»

Así lo explicó el pasado domingo en este diario, entrevistado por Manuel Madrid: «No considero 'Homo viator' un libro de viajes: es ante todo un libro de viajeros. Y al ser así me permito hablar de sitios en los que no he estado. Hay muchos territorios de los que escribo en los que no he puesto el pie. Las crónicas de estos viajeros me han servido, desde niño, para poder viajar sentado en el sofá, sin moverme del sitio. Por eso pienso en la literatura también como refugio, es una catarsis, una oportunidad que yo tengo para poder inventar mundos, crearlos, o simplemente transportarme a ellos».

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Usuario de Google Maps y Google Earth, el autor utiliza sin embargo como brújula el planisferio del cartógrafo milanés del siglo XVI Urbano Monti (1544-1613): este vetusto 'Trattato universale descrittione et sito de tutta la Terra sin qui conosciuta', que Pérez-Muelas descubrió navegando en internet pero que pudo contemplar en la Biblioteca Cardinale Carlo Maria Martini del Seminario Arcivescovile de Milán, inspira una singladura personal donde nos encontramos con Mark Twain y Plinio el Viejo; Ryszard Kapuscinski, Heródoto y Marco Polo; Amundsen, Scott y Shackleton; Pizarro, Magallanes y Juan de la Cosa; los hermanos Wright, Amelia Earhart y Neil Armstrong. También, fuera complejos, a Fernando Sánchez Dragó.

EL LIBRO

  • Título 'Homo viator'

  • Autor Pepe Pérez-Muelas

  • Editorial Siruela

  • Precio 24,95 € (456 páginas)

El hombre en tránsito que es Pepe Pérez-Muelas utiliza el tópico literario del 'homo viator' –la existencia como un accidentado camino de aprendizaje– para poner en marcha el motor narrativo de un libro en el que alterna lugares pisados por él y escenarios todavía sin alcanzar pero sí bien conocidos gracias a los relatos de otros peregrinos, cronistas y aventureros.

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En 'Homo viator' transitamos de la India a La Meca, del Camino de Santiago a los polos; y nos encontramos con Mark Twain y Plinio el Viejo, con Amundsen, Scott y Shackleton

Los mejores pasajes, es lógico, se apoyan en la experiencia directa, en el recuerdo fresco, en la emoción personal: «El jardín de las viudas se encuentra al otro lado del río Yamuna. Es una ribera sin urbanizar, con huertas y barcas de pescadores pobres. Se accede a través de un barrio tumultuoso, plagado de bazares y carreteras sin asfaltar. Los tuc-tucs forman grandes atascos a la espera de encontrar turistas. Ofertan un precio especial: entradas para el Taj Mahal sin colas y guías en inglés. Yo me levanté temprano, antes de que amaneciese. Quería ver el jardín de las viudas. Sabía de este lugar por una conversación entre dos viajeros. Las mejores vistas del Taj Mahal, dijeron en la mesa de al lado el día anterior (...) Al salir de un pequeño bosque, vi la cúpula blanca suspendida en el aire, como un barco flota en el océano. No había pescadores en la orilla ni turistas rodeando el gran mausoleo del amor, construido a mediados del siglo XVII y que sirve como sepulcro a la mujer favorita del sultán», evoca el escritor en el capítulo dedicado a la India, país que recorrió en el año 2016.

La Roma eterna

E n 'Homo viator' brillan especialmente las páginas en las que relata la Roma antigua, donde se aprecia la especial conexión del escritor con Italia y el mundo clásico. Cuando Pérez-Muelas comparte su fervor itálico dan ganas de sacar un billete con destino a Fiumicino: «Cada vez que voy a Roma siento la necesidad de caminar por la Appia Antica. Nace en la Porta San Sebastiano. No es una calzada cualquiera, sino la más importante de cuantas se construyeron. Unía la capital con Brindisi, un puerto del sur desde donde llegaba el grano de Egipto. Es un ejercicio de memoria. Atravieso el arco del santo e intento no tropezar con los adoquines, las primeras piedras sobre las que pasearon los romanos. Unos cientos de metros bastan para dejar atrás el bullicio de los coches y la altura de los edificios. La vía Appia Antica es un viaje en el tiempo. Un alarde de melancolía en el que el viajero camina entre tumbas, iglesias y pinos tan antiguos como el sol».

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La mirada literaria de Pepe Pérez-Muelas, erudita, original y libre de prejuicios, hace de 'Homo viator' una compañía de lo más recomendable.

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