Ricardo Codorníu, durante una plantación de pinos carrascos en Sierra Espuña en 1898, acompañado por varios operarios. Ramón Melgares / Archivo General de la Región

Ricardo Codorníu, un siglo por delante

Cien años después de su muerte, la figura del Apóstol del Árbol se ha agigantado: su reforestación modélica de Sierra Espuña se anticipó al cambio climático, ideó soluciones basadas en la naturaleza y defendió las zonas verdes en las ciudades

Domingo, 16 de abril 2023, 03:08

Pese a su aspecto de profeta bíblico, el ingeniero de Montes Ricardo Codorníu y Stárico (Cartagena, 1846-Murcia, 1923) no pudo ser en su tiempo un profesional más moderno y rompedor. Un adelantado a su época. Conocido como Apóstol del Árbol, este precursor de la defensa del medio ambiente ha pasado a la historia por la modélica reforestación de Sierra Espuña, iniciada en 1891 para contener las riadas que asolaban el Valle del Guadalentín, pero su legado es mucho más amplio y abarca la apuesta por soluciones basadas en la naturaleza -tan de actualidad-, la dotación de zonas verdes en las ciudades y una labor incansable de divulgación que mantuvo casi hasta el día de su muerte, hace ahora un siglo. Podría decirse que enfocó todos sus esfuerzos a afrontar un cambio climático que entonces nadie hubiera podido adivinar.

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Miembro destacado de una influyente saga de políticos, empresarios e inventores, Ricardo Codorníu fue sobre todo un gran humanista e intelectual regeneracionista. También una mente curiosa y polifacética: fundó en 1902 la Sociedad Murciana de Esperanto y dejó por escrito sus reflexiones, que publicaba regularmente en LA VERDAD. Su ingente obra técnica y literaria revela su empeño por compartir con la sociedad sus métodos y descubrimientos, a la manera de los 'papers' científicos. Incluso en la difusión del conocimiento se le puede considerar un pionero.

El Morrón de Espuña en 1897. En la zona inferior se aprecian la casa forestal y el vivero del barranco de Enmedio.

El Morrón de Espuña, en una imagen reciente tomada desde una perspectiva muy similar a la de la fotografía histórica de 1897.

Codorníu se dedicó intensamente a la divulgación ambiental, con material didáctico que preparaba él mismo, en visitas guiadas al parque Ruiz Hidalgo, junto al río Segura en el centro de Murcia, una gran zona verde habilitada por el Ayuntamiento -y que recibió el nombre del alcalde en ese momento- gracias a su insistencia.

Obituario de Ricardo Codorníu y Stárico en portada de LA VERDAD el 27 de noviembre de 1923, firmado por el ingeniero Ricardo Martínez de Campos.

Este arboretum revolucionario, inaugurado en 1908, fue desmontado en 1955 para la construcción de la actual avenida Teniente Flomesta.

El mensaje de Ricardo Codorníu aún llega desde el pasado pleno de potencia, cuando la planificación urbana actual demanda más árboles y sombras en las ciudades y la ciencia ha demostrado que el contacto diario con la naturaleza es fuente de salud. Culto y leído, él ya tenía claro hace más de un siglo que la calidad de vida de los urbanitas también dependía de que la vegetación se extendiese por calles y plazas.

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LA REFORESTACIÓN DE SIERRA ESPUÑA EN CIFRAS

  • 5.000 hectáreas reforestadas.

  • 240 kilómetros de caminos y sendas.

  • 144 kilómetros de diques en ladera.

  • 420.000 bancales entre diques.

  • 7 viveros que ocupaban cinco hectáreas.

  • 11 casas construidas o rehabilitadas para ingenieros, peones, guardas y capataces.

  • 12 años estuvo Ricardo Codorníu al frente de los trabajos de reforestación de Sierra Espuña. Las primeras labores comenzaron en junio de 1891.

En el centenario de su desaparición, científicos, gestores ambientales y estudiosos de su obra consultados por LA VERDAD coinciden en que la figura del Viejo Forestal -como también se le llamó- se ha agigantado porque, entre otros motivos, su concepción de la renaturalización y sus técnicas de selvicultura se anticiparon a los estragos del calentamiento global y la crisis de biodiversidad.

Arriba, imagen del río Espuña, en el siglo XIX. Abajo a la izquierda, una brigada realiza hoyos para la replantación. A la derecha, retrato de Ricardo Codorníu. Archivo General de la Región

Miguel Ángel Esteve Selma

«Actuó con gran inteligencia y fue un ecólogo pionero»

«Fue un gran innovador y sus enseñanzas se mantienen hoy día. Su habilidad para intervenir en el paisaje y sacar el máximo potencial de la restauración le convierten en un ecólogo pionero», opina el catedrático de Ecología de la Universidad de Murcia Miguel Ángel Esteve Selma. «Ya en esos tiempos utilizaba términos como 'economía del abuso del paisaje', afrontó protestas de carboneros y pastores y tuvo claro que siempre habría oposición ante proyectos de renaturalización. Actuó como un fisiócrata; es decir, como alguien que pensaba que los recursos naturales, la vegetación, el agua y el suelo, eran la gran riqueza del país», recuerda Esteve, experto en la figura de Codorníu. «El cambio climático no estaba entonces en el discurso científico pero él utilizó en Sierra Espuña algunas especies exóticas de forma experimental, como el pinsapo y el ciprés de Cartagena. Y actuó con gran inteligencia, analizando el crecimiento en el vivero antes de decidir dónde plantarlas. Además de que zonificó la sierra en diferentes altitudes y con numerosas variedades, como pino carrasco, rodeno y negral, quejigos, olmos, álamos, enebros, sabinas... Esa artesanía y ese conocimiento científico se perdió en los años sesenta del siglo pasado, con el uso de 'bulldozers' y técnicas más agresivas. Claramente se dio un paso atrás». Esteve destaca además dos aspectos poco conocidos de Codorníu: «Su militancia antitaurina y antibelicista».

Manuel Águila Guillén

«Destacaría su generosidad, bondad, simpatía y pasión»

«Hablar de la repoblación de Espuña y de su trabajo como divulgador de naturaleza es siempre importante, imprescindible diría yo, pero opino que a todo ese esfuerzo hay que ponerle los ingredientes clave de su carácter», apunta el biólogo Manuel Águila Guillén, técnico de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Alhama de Murcia. «A mí siempre me ha gustado destacar su gran generosidad, rebosante en muchas de sus publicaciones. Siempre estuvo patente su condición altruista, su bondad, gran simpatía y pasión por lo que hacía. Además, era habilidoso contagiando algunas de esas virtudes. Su gran compromiso familiar siempre fue algo que destacaron sus nietas y ahora sus bisnietos y bisnietas. Tal vez en ello fue decisivo su fervor religioso. Algunas de sus nietas destacaban también algunas aficiones muy suyas, como la esgrima, el teatro y la botánica», evoca Manuel Águila.

Supervisando el vivero volante para la restauración de las dunas de Guardamar del Segura (Alicante). Archivo General de la Región

Eduardo Lafuente Sacristán

«Más de cien años después, muchos seguimos copiándole»

«En 1999 visité por primera vez la Región de Murcia, en un viaje de la Escuela de Ingenieros de Montes de Madrid dentro de la asignatura de Hidrología. Nos enseñaron actuaciones de restauración hidrológico-forestal tanto modernas como antiguas. El plato fuerte fueron dos visitas: una a las dunas de Guardamar y la otra a Sierra Espuña. Ambas llevaban el sello de Ricardo Codorníu», recuerda el ingeniero de Montes madrileño Eduardo Lafuente Sacristán, jefe del Servicio de Estudios Medioambientales de la Comisaría de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS). «Me acuerdo de una foto en el centro de visitantes que lleva su nombre en la que se podía ver el estado de Sierra Espuña totalmente deforestada a finales del siglo XIX. El efecto que una tormenta produjera en Alhama o Totana debía de ser devastador. Me dejó impresionado y en ese mismo momento me di cuenta de que no era una restauración más y de que su ingeniero no era un ingeniero más. Esas pendientes, esos temporales, esas largas sequías, no parecían la mejor combinación para una restauración forestal. Más tarde, y en otras muchas asignaturas, nos explicaron los detalles técnicos de estas actuaciones, sin duda novedosas, ambiciosas y exitosas», añade el técnico de la CHS, responsable del programa ambiental de la cuenca del Segura y de alguna manera uno de los 'herederos' de Codorníu. «Hoy en días somos muchos los que aprendimos de estos dos magníficos ejemplos de restauración e intentamos con nuestros conocimientos y energía, y a nuestra escala, reforestar montes y espacios fluviales, dehesas y ramblas. Y miramos con admiración a aquellos que nos precedieron. Seguramente Ricardo Codorníu no las llamaba soluciones basadas en la naturaleza pero fue un pionero en utiizarlas, un adelantado a su tiempo. Más de cien años después, muchos seguimos copiándole».

José Luis Sánchez Vidal

«Intervino con espíritu de trascendencia histórica»

«La figura de Ricardo Codorníu se enmarca dentro del movimiento regeneracionista español de finales del siglo XIX y principios del XX, y pretendía la reforestación de nuestros montes no tanto desde un punto de vista medioambiental o ecológico, que son conceptos actuales, sino desde una cierto espíritu de trascendencia histórica y de recuperación de los bosques como un tesoro nacional que había que cuidar», puntualiza José Luis Sánchez Vidal, presidente de la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono de Cartagena-La Unión (ARBA), que cuenta con unos treinta socios y moviliza a más de doscientos voluntarios en sus campañas de reforestación. «Nos enfrentamos a una crisis de biodiversidad de características casi apocalípticas y en la que nos jugamos nuestra supervivencia. No es solo el cambio climático, sino la transformación total del paisaje y los hábitats naturales por la agricultura intensiva, las infraestructuras, el crecimiento de las ciudades, la sobreexplotación de los recursos, etc. Es fundamental recuperar para la naturaleza cualquier rincón posible que pueda ser naturalizado. Creo que todos los socios de ARBA, igual que Codorníu, respiramos amor por nuestra tierra y apego por nuestro paisaje y decidimos pasar a la acción ante la inacción de las administraciones», concluye.

Trabajos para la reforestación en un vivero. Archivo General de la Región.

Juan Antonio Ortega García

«Sueño con que cada niño crezca vinculado a un árbol»

Siguendo la vereda abierta por Codorníu, el pediatra Juan Antonio Ortega García, jefe de la Unidad de Salud Medioambiental del Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia, puso en marcha el proyecto Bosques para la Salud, que consiste en plantar un árbol en el Parque Regional El Valle-Carrascoy por cada nacimiento en el centro sanitario. «Ya hemos ayudado a plantar más de 24.000 árboles durante tres años. Es un modelo que se ha expandido a otras comunidades y aquí está en suspenso, esperando mejores vientos. Sigo soñando con que cada niño nazca y crezca vinculado a un árbol. Necesitamos reconectar a los jóvenes con la naturaleza. Si lo conseguimos, esos jóvenes algún día plantarán árboles y se abrazarán a ellos. Y no sabrán por qué, pero sería como una vacuna que les pusimos en el nacimiento. Para mí, es una emergencia nacional. Los niños disponen hoy de menos tiempo para jugar al aire libre que sus padres. Pueden tener 4.000 seguidores en Instagram y ninguno para jugar al aire libre. La falta de contacto directo con personas, animales, plantas y paisajes se ha sustituido por una oferta creciente de realidad virtual que intenta simular la naturaleza», se lamenta.

Jorge Sánchez Balibrea

«En el Mar Menor habría propuesto diques y setos»

«Parece que Ricardo Codorniú hubiese sabido del devenir del planeta y el innegable cambio climático, y así planteó la introducción de árboles norteafricanos en el proyecto de reforestación de Sierra Espuña. Digo norteafricanos porque cuando se plantaron allí las sabinas moras aún no se habían descubierto en Cartagena. Hoy día, curiosamente, los modelos de cambio del área de presencia potencial de esta especie elaborados por el Departamento de Ecología de la Universidad de Murcia muestran una futura zona en las faldas de Sierra Espuña para 2020-2050. Codorníu, probablemente sin saberlo pero guiado por su innegable olfato en ecología, se adelantó más de cien años», advierte el biólogo Jorge Sánchez Balibrea, técnico de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), organización que ha llevado a cabo en sus cincuenta años de historia numerosos proyectos de renaturalización, la mayoría en arenales, humedales y riberas de ríos. «Aun moviéndose en un contexto muy diferente del actual, sorprende que planteara intervenciones basadas en conceptos que ahora nos resultan muy familiares, como actuaciones en origen, a nivel de cuenca vertiente, o soluciones basadas en la naturaleza. Estoy convencido de que Codorníu habría propuesto medidas de restauración en el Mar Menor no muy alejadas de las que se plantean ahora, como diques, setos, renaturalizaciones y restauración de ramblas».

Mapa de cuenca de la rambla de Totana utilizado durante los trabajos. Archivo General de la Región

Cómo rejuvenecer el bosque maduro de Sierra Espuña

«La actual gestión sostenible de Sierra Espuña, centrada tanto en la conservación de los sistemas forestales como en la defensa frente al riesgo de incendios, tiene como finalidad proteger, fomentar y conservar la biodiversidad, asegurar la regeneración futura del bosque, afrontar los efectos derivados del cambio climático y proteger el arbolado frente a peligros como el fuego y las plagas», explica a LA VERDAD Justo García, jefe de servicio de Gestión y Protección Forestal de la Dirección General de Medio Natural (Consejería de Medio Ambiente, Mar Menor, Universidades e Investigación). Rejuvenecer la masa forestal de Sierra Espuña requiere métodos de manejo recogidos en la Nueva Estrategia de la Unión Europea en favor de los Bosques para 2030, «cuyos principios fundamentales son incrementar los servicios ecosistémicos, apoyar las funciones socioeconómicas de los bosques para lograr zonas rurales más prósperas e impulsar la bio-economía forestal dentro de los límites de la sostenibilidad», detalla Justo García. Por este motivo, se actúa en los sectores con bosques más maduros, como el Valle de Leyva y umbría del río Espuña, donde los trabajos consisten en «abrir huecos de luz que faciliten el nacimiento de nuevos árboles y favorezcan el crecimiento de los individuos jóvenes, cediendo así el testigo a nuevas generaciones, y se permita el desarrollo de sistemas forestales de gran riqueza estructural». «En cuanto a los trabajos orientados a hacer frente al cambio climático, se intenta hacer una selvicultura preventiva y adaptativa que permita mejorar los valores de resiliencia del bosque. Se trata de trabajos de mantenimiento y refuerzo del sotobosque, generación de estratos vegetales, fomento de las especies acompañantes e impulso para la formación de masas mixtas de pinar y encina en las zonas adecuadas», expone el experto de la Comunidad Autónoma.

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