Maribel Parra: «El discurso en torno al agua debe centrarse en la emergencia climática»
La exdirectora del Museo de la Ciencia y el Agua de Murcia durante tres décadas se jubila con la pena de no haber logrado su ampliación
Funcionaria municipal desde 1982, Maribel Parra Lledó (Villarrobledo, Albacete, 65 años) acaba de jubilarse como directora del Museo de la Ciencia y el Agua de ... Murcia, que ella misma puso en marcha hace veintiséis años y que durante tres décadas se ha mantenido como un imprescindible foco de cultura y divulgación, con exposiciones de producción propia que han girado con éxito por toda España. Licenciada en Geografía e Historia y en Ciencias de la Educación, vino a estudiar a la Universidad de Murcia y se quedó en la Región, aunque se sigue considerando «muy manchega». Senderista y viajera, amante de los espacios deshabitados, de los museos, del teatro y del buen gusto, esta abuela reciente y feliz de una niña que ahora tiene cuatro meses sobrelleva el calor insoportable de este verano gracias a la brisa de Mazarrón, donde estos días lee 'Contra el futuro', de Marta Peirano.
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–Directora del Museo de la Ciencia y el Agua de Murcia desde su fundación, hace veintiséis años, hasta su jubilación...
–Uno siempre piensa que podría haber hecho más. De todos modos, esto nunca ha sido un trabajo individual. En ese momento había un objetivo político para desarrollar un proyecto, y me llamaron a mí porque soy una persona dinámica y pensaron que tenía fuerza para hacerlo. En ese momento la concejal de Educación y Cultura era Amparo Marzal, que fue quien tuvo la idea. Entonces yo dirigía el Museo Hidráulico de los Molinos del Río. Vio que me interesaba la didáctica de los museos y me lo propuso. El servicio público me encanta, me parece fundamental.
–Y se puso manos a la obra.
–Empezamos a ver otros proyectos, porque fue en esa época cuando empezaron a crearse todos los museos de ciencia españoles:la Fundación la Caixa y los museos de Granada y La Coruña. Todos los demás surgieron posteriormente. Nacimos en un momento en el que había interés por divulgar la ciencia y además de forma interactiva, con un discurso muy diferente a los museos tradicionales de arte o arqueología...
–...más estáticos.
–Sí, aunque ya están trabajando de forma más participativa, de cara a la gente. Antes se exponían las colecciones y se trabajaba de puertas adentro en la conservación. Yel público, si venía, pues bien, pero si no... como que daba un poco igual.
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–¿Cómo arrancaron?
–Los contenidos que queríamos darle a este museo fueron producto de muchas consultas y conversaciones, por ejemplo con Jorge Wagensberg [eminente científico, divulgador y museólogo, fallecido en 2018]; con Ramón Núñez, que ha sido director de la Casa de las Ciencias de La Coruña y del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología; con el astrofísico murciano Juan Antonio Belmonte, que fue director del Museo de la Ciencia y el Cosmos de La Laguna (Tenerife)...
«Muchas dificultades»
–¿Cómo resumiría estos años?
–He tenido muchas dificultades, si tengo que ser sincera, aunque también apoyos. Me hubiera gustado que el museo creciera, porque el proyecto original no era solo este depósito de agua, sino que iba una segunda planta con un planetario en el que cupieran un par de aulas con capacidad para cincuenta o sesenta personas. Al menos se consiguió montar un planetario pequeñito, con una cúpula de cinco metros y medio y treinta asientos, porque en la Región siempre ha habido un gran interés por la astronomía. Otra frustración es no tener un salón de actos en condiciones. Porque seguir con este salón de actos en el centro de Murcia, cuando después se han hecho tantas instalaciones mucho más grandes que el museo, algunas infrautilizadas...
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–Algo que no puede decirse del Museo de la Ciencia y el Agua.
–Para nada, nuestra media ha estado por encima de los 40.000 visitantes al año. Y además yo me empeñé en que se cobrara una entrada, un precio mínimo. Para que se valore y también para que quede constancia.
«Pondría gratuitos el tranvía y el autobús, y que el transporte público llegue a todas partes»
–La ampliación nunca llegó.
–No, y eso que este museo no es una infraestructura cara, ni en cuanto a mantenimiento ni por lo que costó, y se podía haber ampliado con una pequeña inversión. Este centroha salido muy barato en comparación con su rentabilidad cultural y social. El museo de Granada es un modelo a seguir porque su equipo de trabajo ha tenido siempre independencia, autonomía para pedir subvenciones y el apoyo del Ayuntamiento, de la Junta de Andalucía, de las cajas de ahorro... Yo no la he tenido. Si nos hubieran dejado...
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–¿Alguna otra asignatura pendiente?
–Quizá deberíamos haber hecho más comunidad local, creo que nos ha faltado haber hecho más barrio, esa espina la llevo clavada. Los museos son una buena herramienta de divulgación: por eso deberíamos trabajar por hacerlos más locales y comunitarios, sin dejar de llevar nuestras exposiciones a otras ciudades.
–Miles de escolares han experimentado aquí su primer contacto científico con la naturaleza, el universo y los fenómenos geológicos.
–Y además hemos despertado muchas vocaciones científicas. Tanto en el planetario como en la sala del agua. Me consta porque me lo han dicho ellos mismos después, o sus padres. Yo solía estar entre bambalinas, pero siempre me han llamado la atención las caras de sorpresa de los niños al entrar al museo. Y eso que nuestros recursos siempre han sido escasos, en eso siempre hemos sido sostenibles y hemos sabido sacar el máximo partido a lo que teníamos.
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–¿Cuál debería ser el futuro de este museo?
–Hay un camino que ya está hecho, pero hay gente joven con nuevas ideas y hay que dejarles paso. Que vean las problemáticas que hay y que se enfoquen por ahí. Nosotros en su día elegimos el agua porque es algo fundamental:un recurso escaso que hay que cuidar. Ese era nuestro discurso principal, muy relacionado con el medio ambiente y la sostenibilidad. Algo que después se ha politizado mucho, pero no por parte nuestra.
«La que se nos viene encima con la ultraderecha conservadora de Vox»
–El agua es material hipersensible, una patata caliente social y políticamente.
–Es un problema. Como esto pertenece a la administración, cuando estás dentro no puedes ser abiertamente crítica y decir:'señores, déjense de guerras porque lo que interesa es concienciar a los ciudadanos'. Soy muy pesimista en cuanto a los políticos. Yo creo que no se van a poner nunca de acuerdo. Y pienso que en este momento el discurso en torno al agua debería centrarse en la emergencia climática.
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–¿Y cómo gestionar este recurso básico para la economía pero sobre todo para la salud y el medio ambiente?
–Tenemos que volver a una agricultura sostenible. Ya comienza a hablarse de decrecimiento, un discurso muy difícil para la gente, porque habrá quien piense que puede perder el empleo...
–¿Le cabe en la cabeza que aún queden negacionistas del cambio climático, incluso políticos y cargos públicos?
–Ay, también incluso algún científico. Imagínate la que se nos viene encima con la ultraderecha conservadora de Vox... Es algo horrible. Los ciudadanos deberíamos empoderarnos y denunciar públicamente a políticos o grupos de presión. Un ejemplo es la asociación ANSE, y otras agrupaciones ecologistas. La lucha ciudadana es fundamental.
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–¿Algún mensaje para nuestros responsables políticos?
–Como persona de ciencia, les pediría que utilizaran el método científico. Que se plantearan tener la verdad por delante y sobre todo objetivos a corto, medio y largo plazo. Y sobre todo, un propósito diario: cómo luchar contra el cambio climático con acciones concretas.
«Con más de 40.000 visitantes al año, ha salido muy barato en comparación con su rentabilidad cultural»
–¿Por ejemplo?
–A lo mejor en una junta de gobierno municipal hay que decidir la prohibición del vehículo privado en el centro de Murcia...
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–Más ejemplos.
–Imagínate lo que nos cuesta cada año el tranvía, que por cierto solo va a tres sitios, los centros comerciales y las universidades, pero bueno, la inversión ya esta hecha... No sé cuántos millones cuesta al año. Pues con un poco más de gasto lo pondría gratuito. Ylos autobuses también. Transporte público gratuito y que llegue a todas partes. ¿Eso cuánto cuesta?Pues cueste lo que cueste, seguro que saldría rentable.
–Más árboles, sombras y fuentes tampoco vendrían mal...
–Un día llegué al museo como siempre, por la mañana temprano, a las ocho, y pienso: esta luz... no es la luz de cada día. ¡Y es que habían cortado todos los árboles! Unos eucaliptos muy altos que estaban entre el Cuartel de Artillería y la plaza de la Ciencia. Lo hicieron de noche. ¡Con lo que necesitamos los árboles y lo mucho que cuesta que crezcan!
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Entubar las acequias
–Los investigadores se quejan de que trabajan en precario, ¿cómo es un país en el que la ciencia no es una prioridad?
–Muy lastimoso. No hay suficiente financiación para la investigación, que es el futuro. Y ahora el dinero se nos va a ir a la guerra.
–Cuando cada vez más crisis nos recuerdan la importancia de los científicos:la pandemia, la emergencia climática...
–Y al final todo el mundo reconoce que la única solución que nos puede salvar de estas tragedias vendrá desde la ciencia.
–¿Está nuestra clase política a la altura del reto ambiental?
–No lo creo, pienso que la prioridad de los políticos debe ser atender a las personas, las emergencias sociales y económicas. Los ciudadanos necesitamos herramientas de concienciación, y los museos pueden ser una de ellas. Es una lucha muy complicada, pero no debemos tirar la toalla.
–A dos pasos del Museo de la Ciencia y el Agua está la huerta, o lo que queda de ella...
–No nos damos cuenta del daño que nos estamos haciendo a nosotros mismos. Es un problema de falta de cultura medioambiental. Pero hay que recuperar esos espacios. Igual que se recupera el patrimonio histórico y cultural, hay que hacer lo mismo con la huerta. Nos queda ya muy poquita y por eso hay que decir:no se construye más. Ylo que tenemos lo vamos a mantener y a conservar. ¡Esa manía de entubar las acequias!
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«En el Mar Menor han prevalecido los intereses de unos pocos»
–El Mar Menor...
–En el catálogo de una de nuestras exposiciones, sobre la región bioclimática mediterránea, hace creo que dieciséis años, ya se hablaba del riesgo de eutrofización en el Mar Menor. Los intereses económicos de unos pocos han prevalecido sobre el interés general. Agricultura insostenible, turismo insostenible... El Ministerio ha planteado algunas medidas. Pues pidamos a la Comunidad Autónoma que en vez de criticar lo que hace el Ministerio, y puesto que tiene la mayor parte de las competencias, que empiece ya a hacer algo, que no lo deje para más adelante. Hay que tomar las medidas desde ya, y cada administración, lo que le competa.
–¿Deberían tener más capacidad de decisión los científicos sobre las medidas de recuperación de la laguna?
–Las decisiones al final son políticas, al comité asesor se le utiliza. Creo que es todo más sencillo, basta con tener voluntad política. Pero ellos no lo ven a corto plazo porque los agricultores que tienen copadas las grandes extensiones de cultivos se les van a echar encima y no quieren asumir el riesgo. Entonces, ¿para qué quieres estar en política si no es con el objetivo de hacer cosas para todos los ciudadanos? Si al final no te votan, ¿qué pasa? Pues te vuelves a tu trabajo. Parece que solo quieren tener más y más poder, pero lo que ocurre es que dentro de poco no vamos a tener nada, ¡solo mucho calor!
–La agricultura, la ganadería, el turismo, ¿qué hacemos con la actividad económica en torno al Mar Menor?
–La tendencia tiene que ser una agricultura más ecológica y respetuosa con el medio ambiente. Ya hay proyectos avanzados tecnológicamente que se pueden poner en marcha, como cultivos en vertical. Alo mejor... bueno, a lo mejor no, seguro: tendremos que cerrar hectáreas agrícolas y recuperar zonas verdes alrededor del Mar Menor. Y quizá el turismo haya que mandarlo a otros lugares. Lo que se hizo en La Manga fue para un turismo de masas que además hace casi imposible la renaturalización de esa zona.
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