Pantano de la Fuensanta en 2019, en uno de sus peores momentos, cuando almacenaba solo el 12% de su capacidad. javier carrión

Así chupan los bosques el agua de los pantanos

Un estudio de la UMU plantea la alta demanda hídrica de la superficie forestal como uno de los motivos de que se reduzca la escorrentía

Lunes, 19 de septiembre 2022, 03:06

España atraviesa una de las sequías más intensas de las últimas décadas, este año 2022 está siendo el tercero menos húmedo del siglo y las ... reservas de los embalses se reducen en la actualidad a un inédito y preocupante 34,22%. Las series de datos y el consenso científico invitan a pensar en el cambio climático y la disminución del régimen de lluvias –que podría ser una consecuencia del calentamiento global– como las causas de que cada vez haya menos agua en los pantanos, pero un estudio científico de la Universidad de Murcia (UMU) apunta un tercer motivo: la gran superficie forestal que ha proliferado en las cabeceras de las cuencas hidrográficas como consecuencia de los programas de reforestación desarrollados el siglo pasado.

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Los bosques estarían reteniendo para su consumo una gran cantidad de agua, lo que explicaría en parte la reducción de las escorrentías producida entre los años 1952 y 2018 –el periodo analizado–, y la consiguiente menor entrada de caudales en los embalses, concluye el artículo científico del Grupo de Modelización Atmosférica Regional del Departamento de Física de la UMU que acaba de publicar la revista 'Hydrology and Earth System Sciences'.

El estudio recoge que, pese a que la tendencia de las lluvias invernales es negativa en las cabeceras del Segura y del Tajo, «pero no estadísticamente significativa», la reducción en la entrada de aportaciones en sus embalses es mayor de lo esperado en relación con las precipitaciones.

El equipo investigador ha analizado las aportaciones a casi cuarenta embalses de cabecera en toda España entre 1952 y 2018

«Durante finales del siglo XIX y el siglo XX, una de las preocupaciones ecológicas más importantes fue la perdida de suelo fértil. Por tanto, se iniciaron multitud de medidas ambientales para reducir la erosión. Ese fenómeno científico tuvo características propias y compartidas con otros países. Nuestro país registraba el éxodo rural, que abandonaba zonas de montaña, y por tanto, campos y cultivos de secano tradicionales pasaban a ser superficie natural. Ese abandono condujo a la revegetación natural del territorio. Asimismo, numerosas áreas se vieron afectadas por políticas de reforestación», resume a LA VERDAD el autor principal del artículo, el geógrafo cartagenero Amar Halifa Marín.

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El equipo investigador ha procesado los datos de entrada de agua en casi cuarenta pantanos de cabecera de las demarcaciones hidrográficas españolas –salvo las cuencas interiores de Cataluña, litoral gallego y sur de Andalucía–. Se ha utilizado estos embalses por ofrecer la referencia natural más fiable, ya que los cursos altos de los ríos apenas están afectados por regadíos o generación eléctrica. En la cuenca del Segura se ha analizado el pantano de Fuensanta, situado en la localidad albaceteña de Yeste y que en estos momentos almacena 64 hm3 –el 30,48% de su capacidad, 210 hm3–.

«Los montes de la Región se encuentran bien cubiertos por masa forestal, igual que otros lugares de España. Sin embargo, desde hace años, la literatura científica discute si fueron idóneas tanto la magnitud de esas reforestaciones como las especies de flora utilizadas, además del escaso mantenimiento de esas nuevas poblaciones de vegetación», añade.

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Menos lluvias

La combinación del aumento de las temperaturas del planeta, provocado por el cambio climático, con la cada vez mayor extensión de superficie forestal está produciendo un incremento de la evapotranspiración potencial. «Los espacios reforestados están contribuyendo a mayores pérdidas de agua, como consecuencia de la supervivencia vegetal. Asimismo, en ciertos casos, esa superficie vegetal continúa extendiéndose sin control», asegura.

«Los efectos esperados tras la reforestación eran una mayor percolación e infiltración, una menor escorrentía de sedimentos. Pero quizá no se prestó atención suficiente a los posibles impactos para la evapotranspiración, especialmente en regiones semiáridas en las que el balance de entradas de agua y salidas es muy deficitario», explica Amar Halifa, que firma esta investigación junto con Miguel A. Torres Vázquez, Enrique Pravia Sarabia, Marc Lemus Cánovas, Pedro Jiménez Guerrero y Juan Pedro Montávez.

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Es una evidencia que cada vez llueve menos, «de hecho el periodo 1980-2010 ha sido singularmente seco», señala Amar Halifa, quien recuerda sin embargo que la ciencia aún se debate sobre si las causas de esta tendencia obedecen «a una variabilidad natural o al forzamiento antropogénico». Por lo tanto, mantiene, la menor entrada de agua en los pantanos es «una de las primeras y más graves consecuencias del cambio climático».

Hamar Halifa Marín. lv

«Si hay sequía en Murcia, no la hay en el resto de España, y viceversa»

La Región de Murcia es algo así como una isla pluviométrica en la península, con un régimen de lluvia particular –y más escaso– como consecuencia de la barrera de las cordilleras béticas, que desgastan los frentes atlánticos que tanta agua aportan en el resto de España –aunque sí alcanzan a la cabecera–. Del mismo modo, a la Región le afectan particularmente «los eventos de precipitación mediterránea». Por este motivo, los autores del estudio señalan que «si hay sequía en Murcia, no la hay en el resto del país, y viceversa. Aunque esta regla no es cien por cien certera, es una aproximación a la realidad».

Lo que es indiscutible es la cada vez menor disponibilidad de agua, «una tendencia que irá a más si se cumplen los modelos climáticos más avanzados», advierte Amar Halifa en conversación con este diario.

«La recomendación más coherente es una planificación hídrica marcada por el ahorro de agua, desde las familias a la agricultura y los usos industriales, y que esté impulsada por las administraciones públicas», opina. «Consumimos agua como si este recurso fuese inagotable», se lamenta, «porque comprobamos que la demanda aumenta sin parar».

Junto con un «uso óptimo» del agua, los investigadores aconsejan que se contemple la reducción de la densidad y superficie forestal, «especialmente en zonas semiáridas».

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