Aemet sitúa en Águilas, Mazarrón y Lorca el clima más árido de España

Los climas áridos han experimentado una importante expansión en la España peninsular y Baleares en los últimos setenta años –del 11% del territorio hasta casi un 21%, y con especial intensidad a partir de la década de 1990–, según el informe titulado 'Evolución de los climas de Köppen en España en el periodo 1951-2020', que Aemet acaba de publicar. El estudio de la agencia científica dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) sigue la metodología de Köppen, que considera cinco clasificaciones principales (tropical, árido, templado, frío y polar) con hasta treinta subclimas.

El clima tropical no se observa en España durante el periodo de estudio, y el polar (tipo tundra) se registró en los puntos más altos de los Pirineos solo hasta la etapa 1981-2010. Los climas dominantes son el templado con verano seco y caluroso (Csa, en la metodología Köppen) y la estepa fría (Bsk). La estepa cálida (Bsh) se localiza en pequeñas zonas del Sureste y Canarias, el desierto frío (Bwk) se encuentra solo en pequeñas zonas montañosas de Lorca y el norte de Almería; y el desierto cálido (Bwh) ocupa las localizaciones del Sureste murciano, almeriense y alicantino mencionadas anteriormente con temperaturas medias anuales de entre 17,5ºC y 20ºC y precipitación acumulada anual de entre 100 y 200 mm.

«La condición principal para la extensión del clima árido es la subida de la temperatura más que la pluviometría, que en cantidad anual no ha cambiado tanto, aunque sí la forma en la que llueve, más torrencial», explica a LA VERDAD Rubén del Campo, portavoz de Aemet.

Además de los cambios en el clima acelerados por el calentamiento global, Rubén del Campo cita la geografía como un factor que condiciona la creciente aridez del sur de la Región de Murcia: si las cordilleras béticas suponen una imponente muralla natural que retiene los frentes atlánticos, la Sierra de Almenara, que forma parte de este sistema montañoso y se extiende en paralelo a las llanuras litorales de Águilas, Lorca y Mazarrón, actúa como una segunda barrera.

«La escasez de lluvias, algo que siempre ha caracterizado esta zona, se combina ahora con el aumento de temperatura a causa del cambio climático y produce una gran evaporación, de manera que incluso la vegetación natural, adaptada a estas condiciones tan duras, comienza a pasarlo mal», ilustra Rubén del Campo. El clima árido, en sus diferentes tipologías, avanza en la península a razón de 1.517 km2 al año, lo que equivale a la superficie de la provincia de Málaga cada cinco años.