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Jack Phillips prepara una tarta. Bruce Ellefson (Afp)
El Supremo de EE UU acepta que un pastelero se negara a hornear una tarta de boda para un matrimonio homosexual

El Supremo de EE UU acepta que un pastelero se negara a hornear una tarta de boda para un matrimonio homosexual

No se ha manifestado contra la pareja, sino contra la Comisión de Derechos Civiles de Colorado por considerar que en su debate manifestó «hostilidad» hacia la religión

Mercedes Gallego

Corresponsal en Nueva York

Lunes, 4 de junio 2018, 21:26

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Para algunos, el Tribunal Supremo de EE UU asestó un duro revés este lunes a las aspiraciones de igualdad que tiene la comunidad homosexual de ese país. Para otros, dio un impulso a la libertad de expresión y defendió la conciencia religiosa de quienes la expresan con su arte.

El artista en cuestión es Jack Phillips, un «cristiano devoto», observó el juez Anthony Kennedy al escribir la opinión mayoritaria del tribunal, que se negó a hornear un pastel nupcial para la pareja de homosexuales que formaron en 2012 Charlie Craig y David Mullins. De hacerlo, explicó a la madre de uno de ellos que le llamó al día siguiente para pedirle explicaciones, estaría usando sus «habilidades artísticas» para apoyar algo contrario a su religión. Un dilema que siete de los nueve magistrados del Supremo han considerado «comprensible». Los otros dos entienden que, a pesar de que la opinión del tribunal está limitada a las circunstancias particulares de este caso, «empoderará» a otros comerciantes a negar sus servicios a las parejas gais que elijan casarse. Floristas y cámaras son algunos de los que ya aguardan en los tribunales su turno por no querer ser «cómplices» de lo que aún consideran un pecado.

En 2012, en Colorado los deseos de la pareja iban contra la ley de Dios y la del hombre. De hecho, Craig y Mullins tuvieron que viajar a Massachusetts para consolidar su unión. La celebración para la que quisieron comprar el pastel la hicieron en casa con sus familiares y amigos. Ante la negativa del dueño de Masterpiece Cakeshop se marcharon sin decir palabra y pusieron una queja ante la Comisión de Derechos Civiles de Colorado, que les dio la razón, al igual que el tribunal estatal ante el que Phillips recurrió con los abogados de la Alianza para Defender la Libertad (Alliance Defending Freedom).

El Supremo no se ha manifestado contra la pareja, sino contra la Comisión de Derechos Civiles de Colorado por considerar que en su debate manifestó «hostilidad» hacia la religión. El juez Kennedy ha demostrado estar especialmente herido por la declaración de uno de sus miembros que acusó a la religión de haber sido utilizada a través de la historia «como excusa para hacer daño a otros», algo innegable por otro lado. A sus 81 años, este magistrado católico de origen irlandés que fue nombrado para el Supremo por Reagan dice defender «la dignidad de los homosexuales» siempre que se trate con «neutralidad religiosa».

Como prueba de que la Comisión de Derechos Civiles de Colorado marginó la conciencia de este «devoto cristiano» argumenta otro caso en el que un provocador demandó a tres pasteleros que se negaron a hacerle tartas de boda con ofensivos mensajes antigays. Solo que en este caso, como objetaron las juezas Ruth Bader Ginsburg y Sonia Sotomayor, la pareja ni siquiera llegó a discutir el mensaje o el diseño que quería en su pastel celebratorio. Philips considera que «su principal meta en la vida es obedecer a Jesucristo», observó el juez Kennedy, y al parecer el hijo de Dios le ha instruido en que su intención para el matrimonio «desde el principio de la historia» es que se celebre entre un hombre y una mujer. Así de frágil es el derecho recién adquirido por los homosexuales a casarse en cualquier estado de la Unión, derivado precisamente de una decisión de este mismo tribunal hace sólo tres años.

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