Rabal: «No soy negociante»

Rectificar es de sabios. «¡Se queda todo como estaba!», reiteró ayer el alcalde de Albudeite, José Luis Casales (Cs), tras pedir perdón por el revuelo ocasionado por la moción conjunta de Cs y PP –ya retirada– que planteaba cambiar el nombre de la Casa de la Cultura, que lleva el nombre de Paco Rabal desde el 22 de agosto de 2002. Aquel día acudió a Albudeite la viuda del aguileño, la querida actriz Asunción Balaguer. Dio el pregón de las fiesas en honor a la virgen de los Remedios, siendo alcalde Luis Férez.

Rabal, siempre cómodo entre la gente llana del pueblo y esquivo con los pedestales, contó en más de una ocasión a este periódico su interés por la gente que le enseñaba cosas. Nunca creyó en los milagros ni en la nada, «pero sí en la suerte, en la voluntad de querer una cosa y en la necesidad de luchar por ello».

Decía que tenía la conciencia tranquila porque nunca había explotado a nadie: «Me han explotado a mí, y a mi padre, y a mucha gente de este oficio maravilloso pero durísimo que tengo. Yo no soy un negociante, no he tenido una fábrica ni nada para enriquecerme a costa de otros. Esto no quiere decir que no haya empresarios muy honrados, que algunos hay». Se autodefinía como «un hombre profundamente de izquierdas... pero nosotros, los comunistas, somo tan poquitos». Murió el penúltimo día de agosto de 2001 pensando que algún día vería «la unidad de la izquierda». Su padre, nacido en Los Ramonetes, un caserío de Lorca, había sido minero en las minas de plomo de la cuesta de Gos, donde el universal actor fue enterrado tras fallecer a bordo de un avión a la altura de Burdeos. Doctor Honoris Causa por la UMU, el actor y poeta fue reconocido en vida, por unanimidad, por su honradez y sinceridad.