El cordero segureño, una carne excelente para la creatividad y la tradición
Es una ganadería que fija la población al territorio, promueve el desarrollo local y es una herramienta eficaz para la conservación del medio natural
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo», exclamó, según el relato bíblico, Juan Bautista cuando contempló a Cristo. Y es que el cordero ... es un animal cargado de simbolismo –la pureza, la inocencia, la mansedumbre– que siempre ha estado muy presente en las tres grandes religiones monoteístas: Judaísmo, Cristianismo e Islam.
Incluso en tiempos modernos esa prístina imagen sirvió a los publicistas para vincularlo hace años a un detergente para la lavadora, acuérdense, personas de cierta edad, de 'Norit'. Así es que el cordero es un animal que cae simpático. Y en la Región cae mucho más simpático el segureño, básicamente porque es paisano... y por algunas cosas más.
De las muchas razas que se extendieron por el mundo desde que apareció la primera oveja salvaje, hace dos millones de años, se cree que el cordero segureño fue introducido en la Península por los visigodos y se asentó, especialmente, a lo largo de la Vega del Segura –Almería, Granada, Jaén, Murcia y Albacete–. Muchos siglos después fue reconocido por el Ministerio de Agricultura –hace 70 años– y en 2008 recibió la certificación de origen y calidad de carne. Hoy en la Región hay más de mil ganaderos que controlan más de medio millón de cabezas, concentradas en la Comarca del Noroeste.
Y, ¿qué tiene este corderito que no tengan otros? Pues que es un atleta, el tío. Vive en zonas montañosas y escarpadas, con duros cambios climáticos y donde hay escaso pasto, lo que le obliga a andar y trepar continuamente para comer. Y tanto subir y bajar cuestas, pues ya se sabe: buena musculatura y carne sonrosada con un óptimo nivel de infiltración de grasa, lo que puesto en el plato significa jugosidad y terneza. Además, estos candorosos animalitos son alimentados con la leche materna hasta su destete, una leche que está impregnada de los aromas de las hierbas propias del paisaje mediterráneo –tomillo, romero y otras aromáticas– que acaban transmitiéndose a su carne. Y eso es así porque sus madres se mantienen en pastoreo durante todo el año.
Ganadería, por tanto, extensiva, que fija la población al territorio, promueve el desarrollo local y es una herramienta eficaz para la conservación del medio natural, e incluso para la prevención de incendios. Así que, si, además, está exquisito de mil maneras en la mesa, estamos ante una de las joyas de la despensa regional, en mi opinión poco aprovechada. El recetario tradicional –y por tanto, popular–, está repleto de sencillas, sabrosas y humildes elaboraciones como la cabeza asada –que se está perdiendo–; las manos, callos, criadillas y mondongos, reyes de la casquería, y el frito de cordero. Casas más pudientes han venido disfrutando de piernas y paletillas asadas y las chuletas, estas a la sartén o a la brasa. Platos, en muchos casos, heredados de la influencia de 700 años de ocupación árabe, muchas con las aportaciones posteriores de las culturas y hábitos alimentarios de judíos y cristianos. Recetas como el cordero al ajo cabañil o la cabeza al pebre –plato este de domingos en el Valle de Ricote, con jamón serrano–; el asado de cordero a la murciana; a la almendra, o las manos de cordero a la cartagenera, especiadas con tomillo, romero, hierbabuena y azafrán.
Beneficios y consejos
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Alimentación saludable. El tipo y grado de infiltración de la grasa -ácidos grasos beneficiosos para el cuerpo humano- del cordero hace de su consumo moderado una opción saludable.
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Vitaminas y minerales. Su carne tiene un alto contenido en hierro y vitaminas. Vitamina B6, que contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario; la vitamina B12 contribuye a la formación normal de glóbulos rojos; y el potasio al buen funcionamiento del sistema nervioso.
Versatilidad
Pero la versatilidad de la carne del segureño soporta muy bien también las cocinas de vanguardia. Cocineros de alto nivel como Cayetano Gómez, experto en el uso gastronómico de la raza, elaboran platos como un lomo de cordero sobre risotto de queso de Murcia al vino; unos sesos confitados en mantequilla, avellana, limón y alcaparras, o una extraordinaria pierna de segureño con algas y enebro. El cocinero Francisco José Saura le saca partido con hamburguesas de segureño con salsa de manzana o con unas alcachofas rellenas de carrilleras de cordero con quinoa. Y el chef Juan Antonio García propone unos saquitos de cordero a la miel con níscalos y un sabrosísimo cordero en salsa con alcachofas. Las posibilidades de esta carne son infinitas y nuestra restauración, con el apoyo de las administraciones, debería volcarse más en ofrecer este producto.
Así que queda demostrado que nuestro cordero segureño, sea lechal o pascual, efectivamente quita alguno de los pecados del mundo. El de la gula, seguro.
Manitas de segureño
Ingredientes: 16 manitas de cordero; 1 cebolla; 3 dientes de ajo; laurel; guindilla; cuatro tiras de bacon; un trozo de chorizo dulce; 1 cucharada sopera de harina; 2 cucharaditas de pimentón dulce; vino blanco; caldo de cocción; salsa de tomate.
Las colocamos en una cazuela con agua fría, sal, cebolla, unos dientes de ajo, laurel, y guindilla y las dejaremos hacer hasta que estén tiernas. Si lo hacemos en la olla rápida, con 20 minutos tendrán bastante. Cuando estén cocidas, reservamos y colamos el caldo. Picamos la cebolla muy finamente, cortamos unas tiras de bacon en trozos y unas rodajas de chorizo. Ponemos a sofreír la cebolla en una tartera a fuego muy lento y los dientes de ajo. Ponemos el chorizo y el bacon y le damos a todo unas vueltas. Cuando esté todo dorado incorporamos una cucharada sopera repleta de harina. Removemos y mezclamos. Echamos dos cucharaditas de las de café de pimentón dulce. Removemos y mezclamos. Añadimos medio vaso de vino blanco, subimos el fuego y dejamos reducir 10 minutos. Entonces ponemos dos cazos de salsa de tomate hecha previamente. Si, también podemos usar la que viene envasada. Otros cuantos meneos y otro par de cazos del caldo utilizado para cocer las manitas. Dejamos cocer otros cinco minutos.
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