Que una mata de habas
Esta legumbre, denostada y despreciada durante milenios, es hoy una de las banderas de la Región
«Eres más tonto que una mata de habas», se dice para expresar gráficamente la estulticia de alguien especialmente 'espeso'. Una expresión que, aunque parezca ... de andar por casa o una imprecación huertana, tiene nada menos que un origen bíblico. Hay una historia en el Antiguo Testamento, 'Jesé y la mata de Habásh' en la que aquel le pregunta a una mata de habas si va a tener hijos con su esposa. La mata le responde que no (eso debió pensar el incauto Jesé) y a los nueve meses tuvo ¡quintillizos!. No se sabe en esta historia quién fue el tonto, si Jesé o la mata.
Esta humilde legumbre, la 'Vicia faba', no siempre ha tenido buena prensa. Es una de las leguminosas más antiguas del mundo. Ya se cultivaba en Egipto hace 4.300 años, aunque su cultivo y consumo empezó a extenderse por Europa en el siglo XVI. Por medio, la pobre haba sufrió infundios sin cuento. Los egipcios creían que las habas contenían las almas de los muertos y, después, los romanos la consideraban como alimento de mal fario y de índole funeraria. Pitágoras -sí, el de los números- advertía de que había que evitarla para no molestar a los difuntos y en la Edad Media se les daba como alimento a los animales. De esa baja consideración viene el dicho «vales menos que un haba».
Pero, en fin, los siglos le han acabado haciendo justicia, especialmente en nuestra Región, donde ha alcanzado categoría de estandarte y documento regional de identidad. De dos maneras: una, a través de uno de nuestros platos bandera, los michirones, elaborados con habas secas, una preparación que tiene sus antecedentes en los recetarios de cocina andalusí, naturalmente sin los 'sacramentos' porcinos que serían incorporados después por los vencedores cristianos. La otra, a través de esa inveterada costumbre, que lo mismo se manifiesta en tabernas populares que en altos manteles, de ofrecer habas crudas en sus vainas, así, a 'puñaos', en grandes capazos para que sean peladas y consumidas como pipas, para pasmo de extraños y visitantes. Una costumbre que viene de épocas pretéritas en las que, a pie de mata, los huertanos se comían recién arrancado el grano, o sea, la 'tabilla huertana', a secas; o los más ilustrados o pudientes, en una excelsa combinación con bonito, tomate, aceite y sal.
Es verdad que el haba es una hortaliza de otoño e invierno y ahora mismo está en los mercados, pero también es cierto que la época 'fetén', la 'gourmet', es el principio de la primavera, cuanto están tan tiernas y todavía húmedas que, en ocasiones, pueden ser consumidas con su vaina.
Una cocina variada
Además de los michirones ya mencionados y de la ensalada con bonito y tomate, la cocina de las habas es variada y funcionan tanto para platos rápidos y ligeros como para profundos guisos. Desde salteadas con jamón, fa la sartén con unos huevos fritos de corral, o en una exquisita tortilla; hasta acompañando a menestras, guisos huertanos y arroces. Por cierto, aunque sea tarea harto pesada, defiendo el doble pelado del haba , o 'repelao'; es decir, no solo sacar la semilla de la vaina sino desprender una a una de la fina piel que las recubre. El esfuerzo vale la pena.
Beneficios y consejos
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1. Energía. Las habas tiernas tienen un contenido energético cuatro veces menor que las habas secas. En el caso de las proteínas es al contrario: tienen un contenido seis veces mayor las secas que las frescas.
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2. Hidratos de Carbono. También tienen un contenido elevado, especialmente en forma de almidón.
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3. Fibra. Contienen un alto porcentaje en fibra y son bajas en sal, azúcares y grasas. También son una fuente de antioxidantes.
Esta identificación no solo de la gastronomía regional sino de los hábitos de los murcianos con esta leguminosa se corresponde también con los niveles de producción. La región de Murcia es la primera comunidad productora de habas de España, con un 16% del total.
Pero, además, las habas han pasado de ser comida de personas sin recursos a ingrediente exquisito en la alta cocina. Y no solo eso: su alto contenido en proteínas vegetales la está convirtiendo en una alternativa al excesivo consumo de proteína animal en las sociedades industrializadas, con lo que cumple con una función ecológica de reducir la extinción de especies y el excesivo consumo de recursos hídricos, vegetales y de suelo por la ganadería extensiva.
O sea, que de tonta no tiene un pelo, el haba.
Habas, guisantes y alcachofas
Ingredientes: 6 alcachofas; 500 gr de habas; 300 gr de guisantes; 150 gr de bacon; 1 tomate maduro; 4 dientes de ajo; 1 cebolla vieja; Aceite de oliva; Sal y pimienta; romero.
Lavamos las habas y los guisantes de sus vainas, y lavamos cuidadosamente las de los guisantes, que pondremos a cocer en agua con sal (un vaso grande) y la cebolla troceada en cascos. A los 20 minutos colamos y reservamos caliente. Mientras, repelamos las habas. Ponemos en una sartén con un buen chorro de aceite los ajos enteros y aplastados, unas ramitas de romero. Aromatizamos el aceite y añadimos el bacon en taquitos. Antes de que se tueste, ponemos las alcachofas peladas, reducidas a sus corazones y cortados en cuartos u octavos, como queramos y seguimos rehogando a fuego medio diez minutos. Cuando las alcachofas vayan tomando un bonito color dorado, retiramos el romero y los dientes de ajo y añadimos las habas y el tomate rallado. Removemos bien, añadimos algo del caldo de la vainas de los guisantes, tapamos y dejamos cocer otros 5 minutos. En ese momento, añadimos los guisantes, que es el ingrediente que menor tiempo de cocción necesita. Los dejaremos otros cinco minutos y tendremos listo un plato exquisito y delicadísimo.
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