Maiko, lujo oriental

El restaurante está justo al lado de Enso Sushi, y sí, es imposible no hacer comparaciones con el que ha sido el primero de los restaurantes japoneses de nivel de la Región, escuela de muchos cocineros que luego volaron solos y un referente en la cocina nipona varias décadas después.

La carta contiene más o menos lo que vemos en la mayoría de estos restaurantes -sashimi, niguiri, maki, futomaki, uramaki y uramakis especiales- pero con un pequeño toque diferenciador en algunos de los platos. Pequeño. El arroz lo encuentro correcto, cantidades generosas en los pescados del sashimi y de los niguiris y algunas elaboraciones muy bien salseadas para levantar la acidez de los ingredientes a un punto umami -sabroso-. El nivel del pescado también me parece de muy buena calidad y de cortes gruesos en lo referente al sashimi. Solo hay que probar el plato de filetes de corvina, salmón y toro para comprobarlo. El sashimi trae consigo un efecto especial con hielo seco, jengibre y wasabi.

El servicio es atento y los platos salen con cierta rapidez y, aunque es normal por la operatividad de la cocina, tenéis que tener en cuenta que el número de piezas de cada plato -excepto en los niguiris- no son modificables y hay que adaptarse a las que vienen en la carta; o cuatro u ocho, por lo que si vais tres a comer, de cada plato se os quedará uno cojo.

Más efectivo que el hielo seco me parece el emplatado del tartar de atún que realiza la camarera en la propia mesa. Llega con una yema bañada en soja que rompe sobre los cortes de pescado, aguacate, cebolla y huevas de tobiko rojo y negro. Los cortes del atún los encuentro irregulares, pero el sabor de la salsa kaballaki redondea el plato. Como para comerse un par de platos más a cucharadas.

El uramaki de atún picante lleva un relleno de pepino crujiente muy agradable, el tartar de atún con mahonesa de kimchi y unos filamentos de chile que aparto antes de introducir las piezas un segundo en soja. La parte exterior del arroz ha sido rebozada con sésamo tostado, en vez de tempura, como hace Enso Sushi, por ejemplo, y el resultado es bastante acertado.

Encuentro contundente el maki de cangrejo tempurizado con huevas de tobiko en el interior. Recomendaría que este plato se tomara antes que el del atún picante, incluso antes que el propio tartar, por ser de un sabor más ligero que los anteriores.

Especialmente bueno encuentro el unagui de anguila con aguacate y foie, y los niguiris de vieira y de salmón con salsa kimchi gratinada, que es una bomba que persiste en la boca durante varios minutos después de ingerirla.

Termino con otro uramaki tempurizado con aguacate que encuentro muy cremoso y con una ración extra de atún picante para terminar la experiencia en lo más alto a modo de bis. En los restaurantes japoneses no pido postre casi nunca. Los mochis no terminan de gustarme y el resto de propuestas no suelen seducirme. En Maiko ofrecen helado de sésamo, de vainilla, de chocolate, los dichosos mochis y una tarta de jengibre.

Los dejo pasar y me apunto para la segunda visita la sopa de miso, las gyozas de gambón, la tempura moriwase y el tataki de waygu para ver la cara b de la cocina con las elaboraciones que van más allá del arroz con pescado.