Las bebidas energéticas, en entredicho

Añadir estos estimulantes al organismo para que rinda mejor, como si se tratase de un motor, está en entredicho; incluso muchos especialistas advierten de sus riesgos

Jueves, 10 de noviembre 2022, 01:49

Al igual que las baterías precisan mantener a punto el nivel de electrolitos para que el coche pueda seguir engullendo correctamente kilómetros de asfalto, a ... la maquinaria humana no le viene mal, para rendir mejor, recargarse de vez en cuando con ciertos aditivos, incluidos electrolitos en algunos casos. En ambas circunstancias (vehículo y personas) el reglaje se realiza suministrando el líquido apropiado. Esta analogía sobre el funcionamiento de las conocidas como bebidas hipertónicas parece tan sencilla como imprecisa. Así que preguntemos al experto, José Manuel López Nicolás, que nos devuelve el tema al símil de la carretera. En concreto a aquella de Tailandia donde el austriaco Dietrich Mateschitz se topó con el tónico Karting Daeng que se vendía en las gasolineras para mantener a los conductores despiertos al volante. Tirando de ese hilo, Materschitz creó en 1984 Red Bull, la compañía del brebaje con el que nació «una nueva categoría de producto: las bebidas energéticas».

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Antes de poner en duda sus características, dejemos bien asentado su éxito. Casi el 70% de los adolescentes (entre 10 y 18 años) de la Unión Europea consumen estos estimulantes, incluso en cantidades de al menos siete litros al mes (el 12% de todos ellos), y hasta el 18% de los niños de entre 3 y 10 años también dan buena cuenta de estas bebidas. La búsqueda de un aumento del rendimiento a la hora de hacer ejercicio, estudiar o simplemente para no dormirse, además de un uso lúdico mezclado con bebidas alcohólicas, explican su éxito comercial. Sin embargo, «sus beneficios están en entredicho», explica López Nicolás, quien añade que ya «son muchos los especialistas que advierten de los riesgos de su consumo».

Componentes habituales de estas bebidas son la taurina, el ginseng o la carnitina, conocidas con el expresivo nombre de «moléculas estrella», de las que, sin embargo, pese a su fama, no se ha logrado demostrar «ninguna relación entre su consumo y cualquier propiedad saludable». Tampoco, por cierto, se les ha detectado consecuencias negativas en el organismo. En cambio sí se han verificado como beneficiosas una serie de vitaminas del grupo B que también están presentes en estos preparados, aunque «es absurdo suplementarse con estas vitaminas», aclara López Nicolás, ya que en nuestra dieta ya se hayan sobradamente, «y a un precio mucho más barato».

Vamos con la cafeína, un tercer elemento clave de las bebidas hipertónicas, que es otra forma de denominar a las energéticas. De todos es sabida su capacidad para excitarnos, al estimular el sistema nervioso central. Y también están comprobadas, aunque son menos conocidas, sus cualidades para mejorar la atención, la memoria y el aprendizaje. Aquí el problema es que la presencia de este antioxidante alcaloide en las latas de bebidas energéticas es demasiado alta, lo que genera síntomas de inquietud, nerviosismo, insomnio y trastornos gastrointestinales, entre otros. El especialista habla incluso de «consecuencias graves para la salud» por tanta cafeína, y advierte del aumento de riesgo de coma etílico si se combinan con alcohol.

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El azúcar

Pero hay un cuarto componente de las bebidas energéticas que se lleva la palma de la preocupación de nuestro divulgador: el azúcar. Una lata de 500 mililitros triplica la cantidad diaria de esta sacarosa recomendada por la Organización Mundial de la Salud, y equivale, agárrense, al contenido de 15 sobrecitos de azúcar: 75 gramos. «Brutal», concluye expresivamente López Nicolás.

Qué hacer con ellas

  • Revisar su composición La composición de las denominadas bebidas energéticas debe ser revisada, apunta contundente el especialista. La gran cantidad de azúcar que llevan, sumada a las elevadas dosis de cafeína, las convierten en auténticas bombas nutricionales. Es cierto que la versión 'light' de estas bebidas no es tan perjudicial como la convencional, precisa, pero, en todo caso, no la recomienda por dos motivos: su alto dulzor y que cuando en un establecimiento no existe la versión 'light', se suele adquirir la bebida energética con alto contenido de azúcar.

  • Revisar su nombre Tampoco está claro que la denominación 'energética' que acompaña a estos productos deba continuar asociándose a ellos. De hecho, el experto considera que debe ser directamente prohibida, porque «claramente induce a error al consumidor, que de este modo llega a creer que la bebida le va a dar un aporte 'extra' de carácter saludable. Nada más lejos de la realidad», añade.

  • Revisar su acceso El acceso a colectivos como los niños debería restringirse, a juicio del especialista. Además debería revisarse su publicidad, prohibirla en eventos deportivos y subir sus impuestos.

Además, engorda. Si una lata de refresco habitual ya alcanza un valor energético de 139 kilocalorías, la de una bebida hipertónica, que habitualmente contiene 500 mililitros, aporta casi 300 kilocalorías, más del doble. «Son cifras muy preocupantes dados los altos porcentajes de obesidad de la población europea, y más si tenemos en cuenta que los consumidores habituales de las bebidas energéticas son la población infantil y juvenil, dos colectivos que presentan en nuestro país altos niveles de obesidad».

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Por tanto, si lo que quiere es poner a punto el organismo para que rinda mejor, mejore su alimentación y practique deporte. Las bebidas energéticas puede dejarlas para el ocio y, como casi todo en esta vida, en cantidades moderadas.

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