El arte de curar

LA COLUMNA GASTRONÓMICA ·

Lunes, 22 de noviembre 2021, 01:14

La medicina durante muchísimos años ha dedicado toda su atención a curar las enfermedades que padecemos, y hoy podemos afirmar que los profesionales sanitarios saben ... curar muchas enfermedades y tenemos una sanidad en el mundo desarrollado que se puede calificar de excelente. Siempre hay excepciones, claro está. Ahora bien, podemos resumir diciendo que el sistema sanitario espera hasta que un individuo enferme para, a continuación, proceder a curarlo.

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Es sabido que en la medicina preventiva tenemos las grandes campañas de vacunación que evitan importantes enfermedades, incluso las erradican: viruela, varicela, sarampión, hoy la Covid, difteria, tétanos, tosferina, hepatitis B, polio, neumococo, meningococo C, triple vírica, papiloma, etc. Tanto de origen bacteriano como viral y funciona con una eficacia excelente. Nos referimos a un grupo de enfermedades muy frecuentes, que afectan a un grupo muy importante de la población, como es el caso de las enfermedades cardiovasculares que, además, en el momento actual siguen siendo la principal causa de muerte, por encima incluso del cáncer. Nos referimos también a algunas enfermedades metabólicas como el sobrepeso y, sobre todo, la obesidad, e igualmente incluiríamos a algunas hepatopatías como el hígado graso. Varios tipos de enfermedades posturales relacionadas con niños y adolescentes con mochilones, sillas y mesas inadecuadas y sedentarismo deberían considerarse patologías. Incluso algunas de este conjunto de patologías son perfectamente conocidas y sabemos que son consecuencia de malos hábitos de vida. Por tanto, modificando estos malos hábitos se podrían evitar estas enfermedades y su trascendencia sanitaria social y económica en amplios colectivos de niños y adolescentes de la Región de Murcia.

Hemos realizado algunas intervenciones muy precoces en niños y adolescentes de la Región de Murcia escolarizados. En estas intervenciones hemos medido el riesgo de padecer varias de estas patologías y, sorprendentemente, nos hemos encontrado individuos que no sabían que estaban padeciendo ya algunas de estas patologías, por lo tanto, tuvimos que informar a los padres y sacarlos del programa. En los restantes, medíamos el riesgo de padecer alguna o algunas de estas patologías, clasificándolos en función del mayor o menor riesgo de padecerlas. En ese momento el grupo seleccionado al que habíamos medido el riesgo de padecer algunas de estas patologías, lo sometimos a un entrenamiento y educación en hábitos de vida saludables durante cuatro o seis meses de educación y entrenamiento, entre 20 y 30 minutos dos veces a la semana. Entonces volvíamos a calcular a los mismos niños el riesgo de padecer las patologías y, en todos los casos, había disminuido, alcanzando a veces valores de más del 30 % de disminución del riesgo obtenido en las primeras determinaciones.

«Tenemos una sanidad en el mundo desarrollado que se puede calificar de excelente, aunque siempre hay excepciones»

Esto demuestra que el método permite cuantificar con fiabilidad, pero necesita ser mantenido en el tiempo para, en primer lugar, seguir educando a siguientes generaciones, y segundo, para que, transcurrido el tiempo suficiente, se evidencie que en los individuos educados, adiestrados, al llegar a la edad adulta en la que habitualmente aparecen las enfermedades se pueda comprobar la disminución en estos grupos. Hacer las cosas bien tiene ventajas, siempre.

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