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Cocineras de una peña preparan varios platos para ser servidos. Guillermo Carrión / AGM

Barracas llenas en Murcia a dos velocidades en el inicio de las Fiestas de Primavera

La lluvia respeta a los 38 ventorrillos, que levantan el tablacho con llenos más o menos rápidos en función de las reservas aceptadas en cada uno

Domingo, 20 de abril 2025, 18:11

Prometía el día un carácter casi londinense, meteorológicamente hablando: brisa fría -más que fresca- a ratos; claros con un sol del que ya empieza a picar y una amenaza de lluvia traicionera en el ambiente que acabó de concretarse en las cuatro gotas caídas al final de la mañana y en las que se descargaron tanto a la hora de los postres como a media tarde.

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Con estos mimbres levantaron el tablacho las 38 barracas montadas este año por otras tantas peñas huertanas, que inician estas Fiestas de Primavera con las buenas perspectivas habituales. Para cuando asomó la llovizna, pasadas ampliamente las tres de la tarde, ya estaban llenos los comedores de los ventorrillos del centro o, al menos, los del entorno del jardín del Malecón.

Arrancaron las barracas a dos velocidades. Por un lado estaban las que aceptaban reservas, que tardaron algo más en colgar el lleno en sus comedores; por otro, las que no. «Ahora la ves medio vacía, pero es que estamos esperando unos cien comensales que tienen mesa para las tres, una vez que se recoja la procesión del Resucitado», explicaba a LA VERDAD José Luis Martínez, vicepresidente de la Peña Los Güertanos, que monta cada año al inicio del jardín.

A las puertas de La Esparteña esperaba, cerveza en mano y acompañada de dos amigos, Ana. «Nos dicen que, de momento, pese que hay alguna que otra mesa vacía, no hay hueco; que aguantemos un poco», señalaba esta joven, para la que este domingo era el día de cumplir con el ritual de cada año.

«Hay que venir, por lo menos, una vez en fiestas a catarlo; el martes del Bando apetece más irse a los jardines y el día del Entierro de la Sardina me toca desfilar de hachonera, así que era hoy o nunca», concluía Ana. «Si ya teníamos reservas desde hace días, a la una hemos acabado de completar el comedor», destacaba Tomás, encargado de gestionar el acceso al ventorrillo de esta última barraca.

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Mucho antes colgaron el cartel de lleno los patios de las peñas que no guardaban mesas. «Vengo preguntando desde Santa Eulalia y no me han asegurado poder comer en ninguna barraca hasta llegar a esta», comentaba Ernesto, mientras hacía cola con su familia a las puertas del ventorrillo de El Salero.

«Aquí, por lo menos sabes que, si te apuntas, en algún momento entras», señalaba Javier López, responsable del acceso a este comedor, mientras ponía paz entre dos comensales que pedían la vez para poder ser acomodados. «Cada mesa tiene su referencia, para organizarnos, y no se pueden separar», explicaba Javier a otra pareja que pedía que le sacaran un hueco, optimizando el espacio.

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De la gala a la cocina

Mientras, en las cocinas, los voluntarios de las distintas peñas arrancaban la semana de fiestas con la mejor predisposición posible. «Yo anoche estaba en la gala de Exaltación Huertana en el teatro Romea y hoy me tiene aquí, dando el cayo», proclamaba Alicia Hernández, candidata de la Peña Los Güertanos a Reina de la Huerta y que ha sido elegida dentro de la Corte de Honor. «Aunque el martes me toque desfilar en el Bando, no descarto venir a echar una mano a mediodía», confesaba, remarcando su implicación con la causa.

Mientras, Loli despachaba, una detrás de otra, las doscientas raciones de arroz con conejo que suelen caer a la hora de la comida. «Cuatro kilos y medio caben en esta paellera y me hago cada día cuatro, ya que es mi responsabilidad junto con la de preparar las pelotas para el caldo y los callos», destacaba esta veterana. Los guisos son para el mediodía, porque lo que triunfa por la noche es la plancha, incluido ese montadito de 'jalufo', que arrastra sin remedio a los comensales hasta el primer ventorrillo con hueco.

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Mientras, Santiago Balibrea, un veterano de las fiestas con más de 70 años de vida en la peña, se mostraba satisfecho del trabajo realizado por la que es, de facto, su otra familia. «Si me apuras, son más que eso», señalaba apuntando a una pequeña que jugaba junto a él. «Conozco a su madre de toda la vida, a la que vi también aquí a su edad; ella es el futuro de la tradición y esperemos que se la vea por aquí en unos años», concluyó.

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