De reducir el uso de fertilizantes a que la mitad del plato sean vegetales
B. M.
Murcia
Martes, 22 de octubre 2024, 01:04
La alimentación sostenible amplía el foco más allá de que los productos que se cultivan y fabrican sean saludable y nutritivos. Se trata de un modelo que se preocupa por reducir el impacto en el medio ambiente, garantizar la seguridad alimentaria, optimizar los recursos naturales y humanos, contemplar los aspectos económicos, respetar la cultura gastronómica y proteger la diversidad, entre otros asuntos. Así lo puso de manifiesto María Jesús Periago, catedrática de Tecnología de los Alimentos, Nutrición y Bromatología de la Universidad de Murcia, en la charla de apertura de la VI Jornada Agroalimentaria. «Todos los eslabones de la cadena alimentaria tenemos que ser coparticipes en el desarrollo de la dieta sostenible», recomendó, subrayando que la agricultura genera el 12% de las emisiones de CO2 en España.
En este sentido, compartió algunos consejos que se deberían aplicar en favor de la dieta sostenible, como reducir el uso del agua y de fertilizantes, reutilizar los subproductos agrícolas como abono y mejorar la riqueza organiza del suelo. «Hay que buscar la diversidad de cultivos, porque el monocultivo daña el suelo», explicó, al tiempo que propuso utilizar variedades autóctonas o adaptadas a zonas específicas.
Los consumidores, por su parte, deberían consumir dos piezas de frutas y tres de vegetales al día, ocupando estos últimos la mitad del plato, ya sean en crudo o cocidas, «cuyas sustancias activas tienen una función positiva en nuestro organismo», afirmó, añadiendo el papel fundamental de las legumbres por ser ricas en proteínas.
Mostró la pirámide de impacto medioambiental que es completamente inversa a la de consumo recomendado. En el nuevo gráfico se aprecia en la base –que ahora es el vértice– los alimentos con menor impacto en el entorno y que se deberían consumir más, como las frutas y hortalizas, mientras que en la parte superior están situados aquellos productos con una mayor huella en el medio ambiente y que tendrían que consumirse menos, como la proteína animal.
En cuanto a la ganadería, en virtud del desarrollo de la dieta sostenible, la catedrática de la UMU recalcó el fomento de la modalidad extensiva, la restricción del uso de antibióticos y el establecimiento de criterios de bienestar animal. De igual modo, expuso que la carne de vacuno es la que más emisiones de efecto invernadero genera frente a otras variedades, como el pollo.
Pese a ser una fuente de proteína de alta calidad, minerales y vitaminas B1, B6 y B12, recomendó consumir de dos a cuatro raciones de carne de máximo 125 gramos cada una a la semana y no más de dos raciones de carne roja de lunes a domingo. En esta misma línea, indicó ingerir un mínimo de dos raciones de lácteos, sin aditivos ni azúcares añadidos, al día y un máximo de cinco huevos semanales.
Para finalizar, puso el acento en frenar el desperdicio alimentario, por las pérdidas medioambientales, económicas y sociales que ello representa. Aunque se están llevando a cabo estrategias para evitarlo, como bajar el precio de los productos cuando se aproxima la fecha de caducidad, Periago animó a los consumidores a «no tener vergüenza» y pedir en los restaurantes la comida que nos sobra.