El tiempo está detenido en el Viejo Continente. «Si Europa no es capaz de tomar decisiones de potencia mundial sobre cuestiones como Oriente Medio o ... Darfour, no estará al nivel de expectación que espera su pueblo». Esas palabras son del exprimer ministro francés Dominique de Villepin. Las pronunció hace nada más que dieciséis años en una visita a Cartagena. Por entonces el diplomático e intelectual aliviaba como ensayista los escozores provocados por un fracaso electoral frente al marido de Carla Bruni.
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Seguimos estáticos, pese a los esfuerzos de Borrell por afrontar en común los retos que surgen. España e Irlanda, por poner un caso, no han esperado al resto de socios para reconocer el Estado palestino. En políticas tan decisivas como las de seguridad hay avances importantes pero prevalecen el seguidismo a Estados Unidos, el miedo a Rusia y el recelo a una China que, a su ritmo, aspira a ser la primera potencia mundial a base de inversiones, tecnología y armas. En unos días votaremos, pero Europa aún espera su momento.
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