Expositor repleto de embutidos y quesos en el mercado de Saavedra Fajardo de Murcia. NACHO GARCÍA / AGM

La inflación aprieta la cesta de la compra en la Región de Murcia

El incremento de los precios comienza a cambiar hábitos a la hora de ir al mercado, según coinciden comerciantes y clientes de plazas de abastos

Lunes, 6 de junio 2022, 02:44

La escalada de precios que no cesa desde el pasado mes de marzo ha provocado que el encarecimiento a la hora de llenar la cesta ... de la compra haya ascendido hasta el número uno de las preocupaciones de los ciudadanos, que se enfrentan a un gasto cada vez más desorbitado. O al menos esa parece constituir la opinión mayoritaria entre comerciantes y clientes de la Región de Murcia. «Sobre todo se nota en el consumo y en la afluencia de clientes; fíjate como está esto», asegura Dolores Rebollo a LA VERDAD, pescadera en uno de los mercados de abastos más antiguos de Murcia, el de Verónicas. «Han subido el bacalao de playa, el salmón y el marisco, que sigue intocable», y eso ha hecho «que las ventas de estos productos hayan caído en torno a un 40%».

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En esa misma línea se pronunciaba Yolanda Ramírez, que regenta una carnicería en la misma plaza de abastos. «Está subiendo todo. Productos que ya lo hicieron hace un par de semanas vuelven a hacerlo. Los proveedores que tengo me advierten de que esto no tiene visos de terminar pronto, lo único que me recomiendan es que revise la factura cada semana», atestigua tras citar como ejemplos los precios al alza del cerdo y la leche.

Pilar Gómez, que trabaja en otra carnicería también del mercado de Verónicas, corrobora este extremo y sostiene que «sus clientes han dejado de comprar sobre todo ternera y cordero». «Con el pollo, aunque su precio supere en algunas ocasiones los 10 euros, es distinto, la gente lo sigue adquiriendo porque se puede hacer de muchas formas». También resalta que, como consecuencia de esta inestabilidad, «hay clientes de toda la vida que vienen menos o directamente han dejado de hacerlo».

ASÍ LO VEN

  • Paco Marín. Carnicero en Saavedra Fajardo «No he vivido una situación como esta en los 42 años que llevo trabajando en este mercado de abastos»

  • Lucía Jódar. Comerciante en la plaza de Lorca «Los clientes preguntan ahora más por los precios y se asustan cuando les decimos cuánto cuestan las cosas»

  • Toñi García. Clienta en Santa Florentina «Lo que realmente debe preocuparnos es que hay gente para la que estas subidas son decisivas a la hora de poder comprar suficientes alimentos»

Precisamente, esto último es a lo que también hace referencia un matrimonio que aguarda su turno para adquirir pescado. «No hay movimiento para nada. Esto está muerto», apuntan Mamén y Tomás. Resaltan que hace unos días pagaron alrededor de cinco euros por dos muslos y dos contramuslos de pollo. A su juicio, «un escándalo». «Seguimos comprando lo que necesitamos. Eso sí, quizá gambas, por ejemplo, sí que hemos dejado de comprar».

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Calamar, pulpo, emperador, lenguado y salmón son otros alimentos cuyo precio ha experimentado subidas relevantes. Así lo corrobora Antonio Mora, que trabaja en una pescadería del mismo mercado y explica que los precios de algunos de estos productos, como el lenguado, ronda ya los 25 euros. El bonito está en 14 euros el kilo; la sardina, a 7; y el boquerón, a 10.

En lo que a verduras y frutas respecta, Raquel Estévez, que también trabaja en la plaza de abastos de Verónicas, indica que «el pepino, el pimiento rojo y el tomate rama» han subido entre un 20% y un 30%. No obstante, recuerda que hay otras épocas del año donde eso también sucede. «La fruta ahora sube de precio también porque hay poca demanda». Mientras, Antonio Valencia, otro cliente que dice ser un habitual a la hora de hacer la compra en este tradicional mercado, hace hincapié que, en ocasiones, no hay posibilidad de cambiar los hábitos de consumo por mucho que los precios estén disparados. «Si tienes una dieta, por ejemplo, tienes que seguir comiendo lo que comías».

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Menos solomillo

El optimismo también brilla por su ausencia en el otro mercado más antiguo e importante de Murcia, el de Saavedra Fajardo. Paco Marín, un carnicero que lleva más de 40 años trabajando allí, sostiene que «en todo ese tiempo no he visto una situación tan compleja como a la que ahora nos enfrentamos». «Hace no mucho tiempo sabía a la perfección qué gastaba cada semana o cuánto iba a ingresar, pero ahora no tengo ni idea», apunta tras señalar que «el solomillo de cerdo o la ternera se están comprando mucho menos». Tampoco confía en que, tal y como se asegura desde el Gobierno central, la situación vaya a mejorar con el paso del tiempo. «En un despacho se hace todo fenomenal, pero habría que bajar al suelo para ver cómo realmente son las cosas».

Carla Serra, por ejemplo, alude al trigo como una de las materias primas con el precio más al alza y al daño que ello le infringe a la panadería de la que es empleada, algo a lo que la guerra en Ucrania, principal granero para la Región y el resto de Europa en las últimas décadas, ha contribuido decisivamente. «Es imprescindible para elaborar pan», recuerda. También menciona la harina, cuyo precio es otro de los que ha subido. «A mi jefa le han llamado para decirle que se incrementará aún más», señala, tras advertir de lo complicado que supone ahora llevar a cabo cualquier cosa relacionada con repostería al precio que están los huevos, el azúcar... «Es lo que hay», concluye.

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Cartagena

Cada vez más dudas

Clientes compran pescado en un puesto del mercado de Santa Florentina, en Cartagena. Antonio Gil

«El calamar a 12 o 14 euros el kilo se me ha puesto muy caro para el arreglo de paella», se lamenta Ana María Martínez, en uno de los puestos más populares de pescado del mercado de Santa Florentina, en Cartagena. El alza de los precios salta a la vista y hace que «cada vez más gente pregunte a cuánto le sale la pieza, cosa que antes no pasaba y dado que muchas personas no se aclaran con el coste por kilo», explica Juan Carlos Roca, del puesto de pescados El Raspa.

EL DATO

  • 8,7% se ha disparado la inflación en el mes de mayo. Un dato que el INE da en clave nacional pero que no suele distar del que reflejan los precios en cada comunidad autónoma.

Lenguados a 24 euros, gallinetas a casi 20 y lubinas y doradas por encima de 12 complican la cesta de la compra. Igual que los plátanos, los tomates e incluso las patatas. Y por no hablar de la carne de guiso y la de pollo, indican los consumidores consultados. La subida media desde principios de año ronda el 10%, según los consumidores consultados. Es un poco más que el IPC, que está ya en el 8,4%, pero menos de lo que ha subido la energía. «Casi es mejor no mirar pero hay que resignarse. Yo prefiero no mirar y ver lo que me puedo permitir cada día, sin pensar más en ello», comenta José Luis Navarro, mientras echa mano de unos filetes de dorada.

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«¡Qué quieren ustedes, con la gasolina y la energía al precio que va!», se justifica el presidente de la plaza, José García Fuentes, al lado de un puesto de frutas y verduras que regenta su mujer. «Con todo, ¡ojo!, en los productos frescos hay que contar también con que muchas veces el precio está alto en los primeros productos de temporada. Si alguien quiere cerezas picotas, melón o sandía a estas alturas, tendrá que pagar más que si se espera alguna semanas», indica. «Pero también cuesta más ir a la peluquería o arreglar el coche y no se hace tanto hincapié en ello».

Asimismo, en el caso del pescado y la carne la diferencia entre un precio más o menos alto depende tanto de los costes de transporte y energía como de las existencias. «Si durante uno o dos días llega menos de un género en concreto, el precio sube; si llega más, es más barato», indica Juan Carlos Roca.

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«Al final la solución, más que quejarse, es ajustarse a lo que te puedes permitir», apunta Toñi García, mientras echa un vistazo a unos melocotones. «Lo que realmente debe preocuparnos es que hay gente para la que estas subidas son decisivas a la hora de poder comprar suficiente o no para su familia».

El mismo índice de subida aprecian quienes acuden a hacer sus compras de productos frescos en medianas y grandes superficies. «La plaza de abastos tiene la ventaja de que puedes ir de un puesto a otro y ver a cuánto tiene cada uno el género, para comparar y comprar donde te parezca. El cliente de un gran supermercado está condicionado al precio que le pongan. Pocos son los que se marchan a comprar en otro sitio», indica García Fuentes.

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Lorca

Cae la venta de pescado

Un dependiente atiende uno de los puestos de la plaza de abastos de Lorca. Jaime Insa

Un pollo cuesta como mínimo diez euros, el precio de lo más básico ha subido el doble y el conejo también está carísimo», indica Lucía Jódar, presidenta de la asociación de vendedores de la plaza de abastos de Lorca, detrás del mostrador de su puesto de carnes. «La gente pregunta ahora más los precios y se asusta cuando le decimos lo que valen las cosas», aunque las ventas no han bajado en los productos básicos y los clientes «llevan la misma alimentación de antes».

En los puestos de fruta tampoco han disminuido las ventas porque «yo creo que los clientes tienen asumida» la subida de los precios, afirma la tendera. El pimiento y el plátano de Canarias cuestan un 30% más que antes, pero «son productos de primera necesidad y la gente no prescinde de ellos», afirma Loli Mateos, que regenta un puesto de frutas y de verduras en este mercado, situado en la alameda de Cervantes.

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Los consumidores sí recortan en los productos que no son básicos como el marisco, pero también en el pescado fresco cuyas ventas han bajado entre un 40% y un 50%, lamenta el pescadero Joaquín Sánchez, que reconoce que «la plaza está floja». En su puesto, el emperador, el calamar y el pulpo se venden «bastante menos que antes» y los clientes se decantan por pescados más económicos, como la sardina, el estornino y el boquerón, pero «solo si están a buen precio».

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