El reto extremo de un murciano en uno de los sitios más asombrosos del mundo

Cuatro elementos: viento, agua, fuego y tierra. Es la base del desafiante proyecto que tres escaladores españoles iniciaron el pasado mes de febrero y que consiste en escalar cuatro grandes montañas relacionadas con los elementos citados anteriormentes. Los protagonistas de esta aventura son los hermanos Pou, conocidos por otros desafíos como '7 paredes, 7 continentes' y el murciano Manu Ponce, y se encuentran actualmente inmersos en superar la tercera prueba de este reto.

Tras viajar a la Patagonia argentina y abrir su propia ruta en la cara este de la Aguja Guillaumet, montaña del cordal del Fitz Roy, en el Parque Nacional de Los Glaciares, donde se producen rachas de viento cercanas a los 200 kilómetros por hora, y adentrarse en la selva amazónica para escalar una gran pared virgen hasta el momento, el desafío 'The North Face 4 Elementos' llevó a estos tres aventureros a la remota isla de Santo Tomé y Príncipe, donde se encuentra el segundo cuello volcánico más grande del mundo: el Cao Grande.

Esta tercera prueba, relacionada con el elemento fuego, arrancó a principios del mes de julio y las noticias que llegan desde esta ínsula localizada en el golfo de Guinea son bastante positivas. El ascenso de esta chimenea volcánica por parte de los hermanos alaveses y el escalador murciano tan solo se está encontrando con una perenne lluvia como principal obstáculo.

Así, aunque su objetivo era «intentar en libre la vía inglesa o abrir una nueva ruta», las precipitaciones tropicales obligaron a la expedición a aprovechar un desplome de 100 metros de altura que se produjo en las inmediaciones del campo base para, primero, probar los cuatro primeros largos de la inglesa y, después, abrir tres largos de la que será su nueva ruta. Además, ante la humedad del terreno desplomado, están empleando una táctica novedosa que consiste en «invertir estos primeros días de trabajo en los dos objetivos a la vez con muy buenos resultados».

El único contratiempo que tuvo que afrontar la expedición durante estos primeros días fue el accidente sufrido por Eneko que, cuando intentaba asegurarse debajo de un bloque de más de 100 kilos, este se desprendió y, parcialmente, le impactó en una de sus piernas. Finalmente, todo se quedó en un susto que le dejó dolor y un buen moratón en el cuádriceps de su pierna derecha.

Desde la isla de Santo Tomé y Príncipe, los aventureros destacan que es la primera vez que tienen el gusto de trabajar con el campo base pegado al inicio de las rutas, con lo que la aproximación a ellas es prácticamente nula. La única desventaja de esta novedad es que, en varias ocasiones, estuvieron a punto de dañar el campamento al abrir nuevas vías, ya que todas las piedras que se caían lo hacían casi encima de la base.

Otra de las características de este entorno selvático es la fauna que, durante la noche, genera un entorno «muy opresivo», ya que los sonidos de los animales se multiplican exponencialmente y a ratos el ruido resulta ensordecedor, con lo que les resulta difícil conciliar el sueño sin despertarse a ratos sobresaltados. No obstante, la expedición es optimista y destaca que «por lo menos la cobra negra de Sao Tomé no ha hecho acto de presencia y, aunque Jordi Canyi, el cámara, está deseando grabarla, el resto del equipo prefiere no verla y ahorrarse el susto».

Y es que estos son solo los primeros días de una aventura que, según sus cálculos, no terminará hasta dentro de 30 o 40 días, aproxiamadamente. Tras este desafió, al murciano Manu Ponce y a los hermanos Pou solo les quedará el reto correspondiente al elemento tierra para cerrar este titánico desafío.