JESUS FERRERAS

Tender la ropa en mitad del bosque (urbano)

La respuesta a los retos del siglo XXI pasa por incrementar la calidad de vida en nuestras ciudades mediante estrategias generalizadas de apaciguamiento y renaturalización

Domingo, 1 de enero 2023, 10:26

Hace unos años ante un solemne tribunal académico que estaba valorando mi aptitud para ocupar un lugar más estable y comprometido en la Universidad, tuve ... una de esas salidas espontáneas e impulsivas que suelen provocarme un silencioso «tierra trágame». El caso es que el catedrático que presidía aquel acto me halagó diciendo algo así como que estaba impresionado por la cantidad de frentes que abordaba y me deslizaba una pregunta: «¿De dónde saca usted la energía?». Cuando me tocó dar réplica a los interesantes comentarios y cuestiones que me habían planteado no dudé ni un instante en comenzar por esa respuesta... «recargo las pilas mientras tiendo la ropa». Y conforme salieron esas palabras de mi boca me dije, «ahora a ver cómo sigues, reina». En aquel momento pasé un tupido velo y seguí comentando los planteamientos intelectuales que me habían lanzado, agradeciendo las referencias y defendiendo los enfoques que no habían quedado claros durante mi exposición. Pero hoy voy a aprovechar para extenderme en algo que en aquel momento me pareció un asalto de mi yo doméstico a un lugar en el que no se le esperaba, pero que en realidad tenía mucho que ver con lo que es para mí esta disciplina que se ocupa del bienestar en el espacio habitado.

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Como el eslogan asumido por la alcaldesa Anne Hidalgo para afrontar la transformación de París, 'La ciudad de los quince minutos', empieza también a ser reconocida la pauta '3-30-300' en referencia a la presencia ideal de árboles en la ciudad. Desde cada casa se tienen que ver como mínimo tres árboles, cada barrio debe tener al menos una cobertura vegetal del 30% de su superficie y todos tendríamos que poder disfrutar de algún jardín extenso a una distancia menor de 300 metros de nuestra residencia. Más allá de la simplificación y el carácter meramente cuantitativo de esta regla, no deja de ser una llamada de atención sobre la evidencia, cada vez más ratificada por los expertos de todo el mundo, de que la respuesta urbana a los retos del siglo XXI pasa por incrementar la calidad de vida en nuestras ciudades mediante estrategias generalizadas de apaciguamiento y renaturalización.

A este respecto autores como Cecil Konijnendijk, cofundador del Nature Based Solutions Institute, lleva más de 25 años estudiando, enseñando y asesorando sobre la plantación de árboles en la ciudad y los beneficios ambientales, físicos, psicológicos, sociales e incluso económicos que ofrecen los bosques urbanos. Entre otros, reducen la contaminación atmosférica y acústica, refrescan el microclima, mitigan las inundaciones al aportar suelo permeable y contener las escorrentías, disminuyen el riesgo de sufrir angustia psicológica, depresión o ansiedad, favorecen la cohesión social, disminuyen el gasto sanitario y, en general, mejoran la percepción de la salud y el bienestar lo que nos hace sentirnos más satisfechos con la vida. En este sentido, hace unas semanas se publicó en la revista 'Environment International' un ambicioso estudio con el que se demuestra de forma contundente que plantar árboles en la ciudad puede reducir la mortalidad no accidental hasta en un 20% y que su efecto positivo aumenta a medida que el número de árboles crece y los ejemplares envejecen.

Y se estarán preguntando qué tiene que ver todo esto con mi respuesta cargada de domesticidad y, a priori, tan alejada de la Academia. Pues como les decía, mucho, porque ese trabajo cotidiano, imprescindible e inaplazable lo realizo en un balcón desde el que casi puedo tocar la copa de una frondosa jacaranda mientras disfruto de las vistas sobre el manto verde que cubre mi plaza. Así que tender la ropa no es solo una tediosa y repetitiva faena porque la configuración del espacio que habito, es decir su arquitectura y su ordenación urbana, me permiten a la vez observar los pájaros, ver pasar las estaciones, los cambios de color en el follaje, la floración, los nidos que se preparan cada primavera... y cuando acabo, como demuestran rigurosos estudios científicos, yo me siento bien.

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