Ricardo Sánchez Cuerda, junto a sus obras, en la sala de exposiciones temporales del Museo de la Sangre, en Murcia. José Carlos Nievas
Escenógrafo, artista plástico y arquitecto

Ricardo Sánchez Cuerda: «A mí la terapia me salvó la vida, me ayudó a entender muchas cosas»

El artista madrileño expone en el murciano Museo de la Sangre su muestra 'Loser', una indagación en el fracaso

Miércoles, 1 de mayo 2024

Una ruleta puede dejar de girar en cualquier momento, pero qué más da si la expectación es nula porque todas las casillas llevan escrito un ' ... sí'. Que gire indefinidamente o que se detenga da igual: no nos ofrece opciones, no nos hace correr riesgo alguno, no puede alegrarnos o dejarnos planchados. Esta ruleta es decepcionante, como también puede serlo la vida, como muchas veces nos sentimos nosotros: decepcionados. Una ruleta imposible es una de las obras de Ricardo Sánchez Cuerda que forman parte de su muestra 'Loser', que hasta este viernes puede visitarse, en Murcia, en la sala de exposiciones temporales del Museo de la Sangre. 'Loser', que aborda el tema del fracaso, es el nuevo trabajo como artista plástico del también arquitecto y prestigioso escenógrafo de teatro, musicales, ópera y zarzuela, el madrileño Ricardo Sánchez Cuerda, que se maneja igual de bien poniendo su talento al servicio de Calderón que de Delibes. Pedro Alberto Cruz, director del Museo de la Sangre, es también el comisario de 'Loser'.

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–¿Tiene miedo a lo sobrenatural, a los fantasmas, vampiros, casas encantadas...?

–Yo tengo muchos miedos, pero soy Virgo y entrar en la ciencia-ficción me resulta muy costoso. En todas esas historias que no son reales me cuesta mucho entrar. Pero no hace falta lo irreal para pasar miedo, para eso ya está la realidad. Mi primera exposición hablaba, precisamente, de la angustia y del miedo, dos cosas que sentimos todos, y quien diga lo contrario se está engañando.

–¿Miedo a qué?

–Tuve un inicio de vida complicado, aunque nací en el seno de una familia bastante razonable, bastante equilibrada...; pero no recuerdo no pasar miedo hasta bien entrado los 30 años. Y tuve una relación intensa con la carencia de éxito desde que era un niño. No era muy sociable y sí cero competitivo, no destacaba por mis habilidades físicas. Llegué a sentirme ridículo, humillado, emociones que me acompañaron durante mucho tiempo. Y las secuelas que te quedan de todo eso son complejas de gestionar. Conocí bien la angustia existencial, la que provoca el propio hecho de nacer, de existir. Kierkegaard la definió como el miedo a algo desconocido.

INSATISFACCIÓN

«Nadie cree que tiene lo suficiente, todo el mundo cree que debería tener más y que no está lo suficientemente valorado»

–¿Y cómo la fue controlando?

–He aprendido a convivir con mi propia angustia porque he hecho mucha terapia. A mí la terapia me salvó la vida, me ayudó a entender muchas cosas que me pasaban y a convivir con la complejidad del ser humano. Ahora conozco más la naturaleza humana y también a mí mismo, incluidos mis propios defectos, deficiencias y debilidades; he aprendido a convivir con ellos y estoy más preparado para entender por qué pasan las cosas, por qué la gente reacciona como reacciona.

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–¿Por ejemplo cómo?

–Protegiéndose, precisamente, porque tenemos miedo, al que no queda otra que enfrentarte si no quieres pasarte la vida asustado. Nos comportamos socialmente de una manera torpe porque no estamos educados para enfrentarnos a nuestras emociones, ni para comprenderlas. Podemos pasar del miedo a la rabia sin saber que nos provoca ni lo uno ni lo otro.

–¿A veces siente rabia?

–Sí, yo también siento rabia, y siento endivia, y detesto a cierta gente y ciertas situaciones. Es algo inevitable, y tampoco creo que sea insano que te pase de vez en cuando.

–¿Y qué le hace feliz?

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–La gente a la que quiero, que es muy poca, me hace muy feliz; la gente buena que me rodea, también. Y mi trabajo me encanta, aunque a veces tenga tanto que hacer que no disfruto todo lo que debería. Soy un privilegiado porque la gente con la que me relaciono trabajando es muy interesarte, moverse entre personas creativas es una suerte en la vida, aunque también es cierto que los creativos tienen muchas inseguridades parecidas a las mías, lo cual también es muy relajante [ríe].

TOMAR CONCIENCIA

«Yo también siento rabia, y siento envidia, y detesto a cierta gente y ciertas situaciones»

–¿Qué quería contar en esta exposición en Murcia?

–'Loser' habla del fracaso, de sentirse fracasado, algo que también conozco bien. Sentirse fracasado es mucho más habitual que lo contrario, mucho más frecuente que el éxito. He conocido a mucha gente, cuya imagen pública es de éxito, de triunfadores, que en realidad son unos grandes fracasados. Y da igual que hayan ganado muchísimo dinero, por ejemplo, porque siempre hay algo que echas de menos, que no has logrado, que te falta: aceptación, cariño, tranquilidad, estar en paz... Personas con un enorme éxito social que cuando se van a la cama, se acuestan y están solas, sienten que sus vidas han sido un fracaso.

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–No les es suficiente todo lo conseguido.

–Claro, porque el fracaso no depende de lo que consigas, sino de las expectativas que tengas, y al final las expectativas siempre son superiores a lo que uno logra; todo el mundo que tiene éxito cree que debería tener más éxito, todo el mundo que tiene dinero cree que debería tener más dinero, y así. Nadie cree que tiene lo suficiente, todo el mundo cree que debería tener más y que no está lo suficientemente valorado lo que hace o lo que dice o lo que sea. 'Loser' habla de un sentimiento que es bastante más frecuente de lo que nos gusta creer, el sentimiento de haber fracasado, de no estar donde deberíamos estar.

–¿Y qué propone?

–Normalizar un poco esa sensación de fracaso, aceptarlo. Vale, no pasa nada, no he llegado donde esperaba llegar o donde los demás esperaban que llegase, no es tan grave, ni me ocurre a mí sólo, ni es algo extraño que suceda. Yo me meto en el grupo de los fracasados con mucha tranquilidad.

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–¿Qué echa en falta?

–Muchísimas cosas, esa es la verdad. Por ejemplo, ser más generoso con la gente y menos desconfiado. Hace poco fui a Cuba con [el fotógrafo] José Carlos Nievas y me dio una gran lección, porque él confiaba en la gente, se movía tranquilo, relajado...; yo me muevo por la vida con más desconfianza. Me di cuenta de que él, con su forma de ser, vivía mejor. Me cuesta mucho confiar y no me gustaría ser así.

–¿En qué acertó?

–En buscar ayuda en un determinado momento de mi vida en el que ya no podía seguir adelante, y en dar con la persona adecuada para que me ayudase.

Su exposición en Murcia, explica Sánchez Cuerda, «quiere trabajar en algunos de los pequeños momentos de fracaso predestinado». Momento que él contempla como «metáforas vitales, espejos de la realidad, situaciones aparentemente inocuas...». Recuerda tranquilo su primer encuentro «preciso» con «la angustia, con las emociones contradictorias generadas por lo que supuestamente era lúdico y nunca lo fue». Sabe de lo que habla, insiste, de «la certeza del fracaso», de «la extraña sensación de saberse perdedor».

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Jugar en el suelo

Y también están esperando la mirada del espectador los rostros que forman parte de la pieza 'My own losers', formada por «retratos en forma de caretas infantiles de los losers que han marcado mi vida». Se trata de caretas de cartón, «basadas en retratos de gente que ha estado en mi vida, personas que son o han sido esenciales. Algunos de ellos me han dejado lo mejor de su existencia y otros formar parte de mi repertorio de seres odiados. Todos ellos perdedores, como yo mismo».

Escribió Calderón en 'El alcalde de Zalamea': «Más vale morir con honra que vivir deshonrado». Es uno de sus trabajos en curso: la escenografía para el montaje de este clásico universal que dirigirá el veterano José Luis Alonso de Santos, con el murciano Daniel Albaladejo destacando en el reparto. Todo apunta al éxito, no al fracaso.

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