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Pepe Lucas. Enrique Martínez Bueso

José Lucas, poeta del pincel y del martillo, muere a los 77 años en Madrid

El pintor y escultor sufrió una caída la semana pasada que derivó en complicaciones respiratorias de las que no pudo recuperarse; su última gran alegría fue conocer que LA VERDAD donó una de sus obras, 'Primavera', que ilustró la serie de homenaje al Suplemento Literario, a la Caja de las Letras del Instituto Cervantes

Lunes, 23 de octubre 2023

El pintor y escultor ciezano José Lucas, el poeta del color que decía que nadie debía acostarse sin leer a Juan Ramón Jiménez, falleció este lunes en el hospital Gregorio Marañón de Madrid por complicaciones derivadas de una insuficiencia respiratoria tras una caída. Tenía 77 años. El pasado miércoles sufrió un accidente que le provocó una rotura de cadera que se complicó fatalmente. Antonio y María Lucas, hijos del incansable creador, que estaba trabajando estos días en los murales de la nueva estación de Chamartín, confirmaron a LA VERDAD el fallecimiento. Por expreso deseo del artista no habrá funeral, y sus cenizas se depositarán en el panteón familiar del cementerio de Cieza.

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Unas horas antes del incidente, Lucas se mostró muy agradecido porque el diario hubiera depositado una de sus obras, 'Primavera', como parte del legado de Vocento en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. Aquella obra ilustró la primera serie de homenajes en Ababol a los poetas de la Generación del 27 por el centenario del Suplemento Literario (1923-1926) de LA VERDAD. «Para mí es un gran honor, y lo es más aún porque esa obra ilustró la portada del semanario Ababol dedicada a uno de mis poetas predilectísimos, el Nobel de Literatura de Moguer», cuyos versos consideraba «como el oráculo», porque con ellos, decía Lucas, alcanza la categoría de poeta sublime. Uno de sus poemas preferidos era 'Eternidades', donde Juan Ramón Jiménez dice aquello de «intelijencia, dame el nombre exacto de las cosas».

Hombre de claro componente volcánico («No puedo hacer nada que no sea con toda la esencia de lo volcánico, con toda la fuerza de lo ígneo»), reconocido por sus ribetes de carácter expresionista (descubrió a los expresionistas en Alemania gracias a una beca) y esperpéntico, José Lucas fue poeta con el pincel y con el martillo. Se jactaba de ser el pintor que mejor conocía a los poetas españoles. En su última entrevista en este diario, publicada en enero de este año, con motivo de la inauguración de la serie de homenajes al Suplemento Literario, Lucas recordó que Juan Ramón Jiménez se pasó toda la vida pulimentando su obra: «Nunca la dio por terminada. Un pulimento fino, exquisito, sobre una poética extensísima e intensísima. Glorifica todo lo que toca. Por donde pasa el mundo cambia». La veta lírica del ciezano con la forma y la materia traspasó eternamente a su hijo, Antonio Lucas, periodista de El Mundo y una de las voces líricas más contundentes y sentidas en la poesía española contemporánea.

José Lucas, en 2013, recuerda las publicaciones de Miguel Hernández o Jorge Guillén en LA VERDAD.

José Lucas, nacido en Cieza en 1945, desarrolló en Madrid la mayor parte de su trayectoria artística. Entre sus más reconocidos proyectos figuran los murales de la estación de ferrocarril de Chamartín en Madrid, que desde los años 70 han dado la bienvenida a millones de viajeros, un homenaje a poetas como Quevedo, San Juan de la Cruz, Rilke, Mallarmé, Rimbaud, García Lorca o Vicente Aleixandre; o los ubicados en la estación de El Carmen de Murcia, en el Paseo y la iglesia de Santa Clara de Cieza, o en la urbanización Oasis de Los Alcázares. Entre sus esculturas de mayor envergadura destaca el 'Homenaje a los poetas', en Murcia, en el cruce entre la avenida de Alicante y la avenida Miguel Indurain, una donación de los hermanos Tomás, José y Juana Fuertes a la ciudad de Murcia, con 35.000 kilos de peso y una altura de 20 metros, toda una aventura artística en acero corten hecha realidad en los talleres de Pepe Monserrate. «Ojalá sea posible que pueda seguir siendo disfrutada algunos siglos después del nuestro», dijo Lucas en 2008 con motivo de la inauguración. «No pretende ser un canto a Murcia, ni contar ninguna historia sobre nuestra tierra, porque yo no tolero que el arte se encasille en esa cosa tan asquerosa y repugnante de los nacionalismos locales, de los que soy feroz enemigo. Y lo soy, entre otras cosas, porque coartan la libertad de cualquier creador y de cualquier persona que aspire a ser libre».

¿Qué balance de vida hacía? «Mi nivel de acuerdo con lo que he creado hasta ahora es de menos diez, y espero llegar, al menos, hasta menos cincuenta por lo menos. No voy a parar de pintar, y siempre desde mi posición: cuestionar la labor de uno mismo, y la misión que tienes desde que naces y mientras estés por aquí dando vueltas, es fundamental. Bueno, fundamental si uno se tiene por un hombre inteligente, y yo por lo menos puedo asegurarle que he puesto para ello todos los medios a mi alcance. He leído todo lo mejor, he pintado más que 'El Tostao' y que toda mi generación junta, y he procurado rodearme de la gente más culta e inteligente de este país», reconocía al periodista Antonio Arco en 2020.

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La libertad de creación fue uno de sus caballos de batalla. Enemigo de la mediocridad y del egoísmo, militante de la contradicción como único método para el crecimiento personal y profesional, melómano hasta lo enfermizo («escuchaba música mientras dibujaba, catorce horas al día por lo menos»), lector compulsivo de periódicos, «relector permanente de media docena de grandísimos escritores», feroz y temible en el uso de la palabra, enemigo de charlatanes y papanatas, era capaz de entrar y salir indemne de cualquier tormenta.

Corazón de 'Minotauro'

Su corazón de 'Minotauro' [así se llamaba una de sus exposiciones más celebradas, a la que dos compositores contemporáneos, Miguel Franco y Antonio Narejos, pusieron música en un disco para RTVE, con apoyo de la Obra Social de la CAM] se ablandaba con la nobleza del arte bien entendido. Selectivo en sus afectos, amigo de las tertulias del Café Gijón, Pepe Lucas fue generoso compartiendo sus vivencias y sentimientos más íntimos, dando vuelos en sus estudios de Madrid y Mazarrón a todos sus caprichos temperamentales y transgresores. Muchos de ellos protagonizaron exposiciones por toda la geografía española, y aparecieron en catálogos, libros, carteles y periódicos. En su obra, como reconocía, había mucho «de accidente, de casualidad, de encontrarme con cosas que yo no iba buscando». Su primera exposición fue en Granada en 1967, y recibió en su carrera importantes premios y reconocimientos.

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El sentimiento poético

¿Qué había de poesía en su pintura? «No es la aventura del color ni es la forma: el sentimiento poético es lo más lírico que hay en mí. Por muy pintor que sea, si no hay sentimiento poético no vale de nada todo lo demás. Hay que buscarle a las cosas la dimensión y el significado invisible que tienen. El aroma invisible. Yo me paso la vida pintando, buscando lo poético, y también lo prosaico, lo épico... Yo lo busco todo con la pintura, porque es el medio que tengo para expresarme, y es la linterna que me ayuda a ir alumbrando para encontrar algo más allá de lo poético, más allá de lo humano y de lo divino. La pintura es una aventura, y la poesía, una auténtica quimera. Yo no busco la belleza sino el milagro», reconocía a LA VERDAD en su última entrevista.

José Lucas estaba en la quimera de lo desconocido, en la quimera de lo imposible y en la quimera de aquello que no se había dicho todavía ni se había pintado. «Estoy seguro de que no lo conseguiré», decía modulando la voz hasta lo intraducible. «Pero, mientras viva, lo iré buscando». La obra de Ramón del Valle-Inclán 'El retablo de la envidia, la lujuria y la muerte', le inspiró una de sus aventuras pictóricas más alabadas, 'El retablo de la lujuria', que pudo mostrar a finales de los 90 en el Centro de Arte Palacio Almudí de Murcia, y, después, en Alicante. «En 'El Retablo' es tan inmaterial la materia que representa, que el creador, el pintor, se siente arrebatado, y transportado, desde el origen de la creación», escribió el crítico de arte Miguel Logroño. «Un creador (pintor, arquitecto, poeta, músico…), lo que tiene que tener aparte de su formación más o menos desarrollada es una actitud ante el mundo. No se puede entender la creación ni al hombre que la realiza sin una actitud ante la vida. Y esa actitud se compone de aciertos y desaciertos, de contradicciones, de situaciones más o menos encontradas y fronterizas», reconoció Lucas una vez en conversación con Juan Antonio Molina.

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También recordamos sus homenajes a Buñuel y Valle-Inclán, su diseño de escenografía y vestuario para 'Los intereses creados' de Benavente dirigido por José Tamayo en el Teatro de Bellas Artes de Madrid, su arquitectura del agua y del humo, su carroza para el grupo sardinero Marte, y sus carteles para corridas de toros, para el Cante de las Minas, para la Feria de Murcia... El que fuera discípulo del escultor y pintor Juan Solano podía estar satisfecho de sus hallazgos, pero, sin duda, lo que más podía llegar a enorgullecerle era la evolución de sus amigos en ese camino de búsqueda. Nada podía llegar a enternecerle como reconocer en los demás la mirada clara y consciente de dónde está uno, hacia dónde camina, y, sobre todo, hacia dónde no quiere ir.

  1. «LA VERDAD fue el primer periódico donde empecé a leer mi nombre impreso»

Columna de Antonio Arco ilustrada por José Lucas. Entrevista al artista. LV

Durante la pandemia de la covid el pintor, escultor y escenógrafo José Lucas compuso para LA VERDAD dos obras que representan «una manifestación del dolor contado con buenas palabras: con color». «Para mí», decía, este miedo es una prueba de humildad». Encerrado en su casa de Mazarrón, el artista, además del hombre con miedo, se mostró, con su verbo enredado y tremebundo, como el artista más elocuente. «No salgo ni a la puerta de mi casa. Mi vida es mi estudio, mis periódicos y la tele. Llevo seis meses sin andar». Un artista peculiar, sin duda, en temperamento y en esplendidez, sobre todo con este diario, con el que colaboró en numerosas ocasiones, ilustrando columnas de Antonio Arco y en los acontecimientos sociales más delicados, como la pandemia o los terremotos de Lorca. «Soy un ser que he vivido a mi aire, como he querido, y sin someterme a normas. Pero soy un ser respetuoso con la sociedad. Aunque siempre he actuado y he dicho lo que me ha venido en gana. Pero soy mucho más débil de lo que yo creía ante circunstancias extrañas y casos excepcionales como este. Somos muy débiles ante acontecimientos de esta naturaleza», admitió en pandemia.

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La hijoputez («así sin comillas»), un término que empleaba con recurrencia, la veía «en la insuficiencia de la infraestructura clínica», y en la «lucha a muerte entre los partidos políticos» por salvarse. «Los palos de ciego están prolongando esto... hasta que haya una hartazón». ¿Esperanza? «Sí, deseo que de todo este caos pueda salir algo positivo. Ha habido muchas epidemias, cuando no había medicamentos ni conocimiento científico todo se solucionaba con rabo de gato y brujería, pero el ser humano siempre sobrevivió, y sobrevivirá por grave que sea». Ese miedo es el que le impedía abrir su casa. «¡Aquí no entra ni San Pedro bendito!», exclamaba. «Porque sé que antes o después me pilla el toro. No salgo ni a la puerta de la calle. Mi vida es mi estudio, los periódicos y la televisión. Llevo seis meses sin andar. Y para mí este miedo es una prueba de humildad. Somos todos muy débiles».

«Unido a mí y a mi familia»

Entrevista al artista. La portada de Ababol que ilustró en homenaje a las canciones de Juan Ramón Jiménez publicadas en los años 20 en LA VERDAD. LV

José Lucas recordó «con entusiasmo» en el homenaje al 110 aniversario que LA VERDAD formaba parte del mobiliario de su casa. «Yo nací con LA VERDAD en la casa, que la compraba mi padre. Yo empecé a tener uso de razón de las cosas y de las formas por este periódico, que ha estado unido a mí y a mi familia toda la vida. Fue el diario donde yo por primera vez empecé a ver mi nombre impreso cuando yo pintaba de adolescente. Eso supuso para mí ese ánimo que en la adolescencia se precisa, ese entusiasmo que despierta. Para mí es el periódico más importante de toda la prensa regional de España, la historia de este periódico no la tiene ninguno en España». Citó el hecho de que periodistas de LA VERDAD publicaran el primer libro de Miguel Hernández, 'Perito en lunas' (1933), en la Colección Sudeste. «LA VERDAD tiene una categoría de periódico de ámbito nacional».

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El artista pidió a la Redacción tener la oportunidad de ilustrar, cuando tocara, el homenaje de LA VERDAD a la revista 'Verso y prosa' (1927-1928), prolongación del Suplemento Literario (1923-1926) bajo la dirección de Jorge Guillén y Juan Guerrero Ruiz. Incluso aseguró que ya trabajaba en ello.

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