Cohousing

Esta fórmula habitacional no es nueva ni mucho menos, los primeros ejemplos de vivienda colaborativa en los que un conjunto de personas con intereses comunes se constituyó en cooperativa y decidió poner en marcha una promoción bajo la premisa de la propiedad colectiva y los servicios compartidos, se remonta a finales de los años 60 y se localiza en el norte de Europa.

En España son cada vez más los grupos de interés común (cohousing senior, rural, joven, intergeneracional...) que deciden localizar un lugar en el que construir su residencia, buscar los medios técnicos, económicos y administrativos necesarios para hacerlo y, además, consensuar el régimen de cesión. Incluso, administraciones como el Ayuntamiento de Barcelona están utilizando este modelo para ir más allá de la construcción de viviendas asequibles como vía única paragarantizar el derecho de acceso a la vivienda digna y adecuada que se recoge en el artículo 47 de la Constitución. De hecho, con la cesión de uso de inmuebles o solares a largo plazo (50-100 años) la Administración local consigue interesantes beneficios como mantener la titularidad pública del suelo, impedir la especulación, favorecer la estabilidad en el tiempo de los usuarios o fomentar la gestión comunitaria de los inmuebles ahorrando así trabajo público.

Y aquí mismo, el Ayuntamiento de Murcia organizó hace unas semanas el Fórum sobre Cohousing 'Conectando vidas'. El evento reunió a un nutrido grupo de especialistas e interesados que compartieron iniciativas como las políticas públicas de fomento de las viviendas colaborativas, recientemente aprobadas en la Comunidad Valenciana. Durante los dos días que duró el Fórum pudimos vislumbrar la amplitud y transversalidad de este sistema de propiedad colectiva cuyo espíritu es el de concebir la vivienda como bien de uso y no de inversión, comprometerse con la transición ecológica de la edificación y alimentar el músculo de la colaboración y los cuidados compartidos. Además, el modelo está ofreciendo como resultado valiosos referentes de una arquitectura sostenible que deja de lado el ensimismamiento para cimentarse en la mediación entre los saberes propios de la disciplina y los intereses colectivos.

Pero como vivimos en un sistema voraz en el que las palabras son rápidamente apropiadas por el mercado, me ha parecido importante diferenciar bien este sistema de otras fórmulas inmobiliarias como las viviendas asistidas o extendidas en las que al producto 'casa' se le acoplan servicios comunitarios, sanitarios o incluso de ocio como gimnasios o piscinas. Sin embargo, como comentaba al principio, el concepto Cohousing está directamente relacionado con el compromiso de una serie de individuos con el interés social, los cuidados y el medio ambiente.

A estas alturas ya habrán comprendido que se trata de una solución habitacional que podría asimilarse a un equipamiento. Estamos hablando de la producción de ecosistemas que huyen del neoliberalismo que nos empuja a la especulación, favorece la pérdida de facultades humanas como la de colaborar, mediar o liderar y provoca problemas sociales como la soledad no deseada.

Y, por supuesto, para funcionar requiere de personas y administraciones con una profunda cultura democrática que, como defiende el sociólogo estadounidense Ricard Sennett, estén dispuestas a fortalecer nuestra cada vez más olvidada capacidad de cooperación y a embarcarse en la persecución de un equilibrio entre lo individual y lo común que nos lleve a vivir menos solos y mejor cuidados.