Nueva fórmula para aplicar té de compost en la agricultura
El proyecto Hortecomp, financiado por la Fundación Séneca, aplica la bolsa biodegradable en tanques de fertirrigación para que libere microorganismos y nutrientes beneficiosos para los cultivos
Lydia Martín
Miércoles, 29 de marzo 2023, 00:53
El uso del té como compost es una práctica antigua que se remonta a cientos de años, cuando se aplicaba directamente a hojas o raíces de las plantas. Su preparación consiste en colocar una cantidad determinada de compost en una bolsa o malla y sumergirla en agua durante un tiempo, generalmente 24 horas, bajo una elevada aireación, para que libere nutrientes y sustancias bioestimulantes y se multipliquen los numerosos microorganismos beneficiosos que se encuentran ahí contenidos. Esta disolución filtrada (té de compost) tiene un elevado efecto beneficioso cuando se aplica a los cultivos, relacionado con un aumento de los rendimientos de cosecha al mejorar la asimilación de nutrientes, mejorando por tanto la eficiencia de las plantas. Su uso en todo este tiempo ha permitido, además, reducir el uso de fertilizantes y plaguicidas químicos, lo que ha motivado su popularidad dentro de la agricultura sostenible y la búsqueda de alternativas más naturales y respetuosas con el medio ambiente.
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Sin embargo, existe una dificultad para su implantación a nivel comercial: se trata de un producto líquido perecedero, con complicaciones tanto en la conservación como en el envasado, ya que es un 'producto vivo' formado por microorganismos con capacidad de fermentar, lo que requiere utilizarlo de forma inmediata tras su obtención. Ante esto, su empleo se ha reducido a explotaciones más artesanales que sí que permiten su aplicación directa al cultivo.
Para ofrecer una solución a esto, los investigadores científicos del CSIC José Antonio Pascual y Margarita Ros, dentro del Grupo de Enzimología y Biorremediación de Suelos en el Cebas, han estado investigando el uso del té de compost y sus beneficios, así como su función como alternativa a las turbas, sustrato habitual empleado en un sistema específico de cultivo sin suelo, como es el de las bandejas flotantes, las cuales flotan sobre una solución nutritiva durante su crecimiento. Este desarrollo se ha llevado a cabo con la estrecha colaboración en proyectos previos –y cuyos resultados han llevado a poder realizar esta 'Prueba de Concepto'– de los catedráticos de Universidad del Departamento de Ingeniería Agronómica de la UPCT Juan Fernández y Catalina Egea.
José Antonio Pascual extrae de los resultados previos que «pequeñas cantidades de compost como sustrato en este tipo de bandeja flotante, además de actuar como soporte para el cultivo, producía efectos beneficiosos en el crecimiento de los cultivos de lechuga baby-leaf y espinaca», lo que le llevó a preguntarse cuál podía ser la causa y el modo de reproducirlo. Ante esto, se les ocurrió el planteamiento de aplicar mayores dosis de compost a estos cultivos en bandejas flotantes, empleando un primer set formado por bolsas como las que se emplean a nivel comercial con té en su interior, trasladándose a los invernaderos de la UPCT para hacer las pruebas.
Así comenzaron los primeros prototipos del proyecto Hortecomp, con unas primeras bolsas no degradables que pasarían a ser biodegradables más tarde, a la vez que estudiaban las respuestas fisiológicas de los cultivos. En este proceso, se trabajó su aplicación por aspersión a estas bandejas, para lo que se diseñaron tanques de aireación que conectaba directamente con el sistema de riego por aspersión para poder aplicarlo. «Los resultados obtenidos fueron tan alentadores que intentamos buscar continuidad en el desarrollo del proyecto para poder aplicado a nivel comercial», señala el investigador.
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El hilo conductor de la investigación de este grupo del Cebas-CSIC se ha centrado en el aprovechamiento de los residuos orgánicos con el objeto de convertirlos en 'recursos con valor añadido', identificando funciones biopesticidas, bioestimulantes y/o biofertilizantes que han sido y son aplicadas en diferentes aproximaciones biotecnológicas. Hortecomp nace dentro de estas investigaciones, respaldado como una idea 'Prueba de Concepto' por la Fundación Séneca, que pretende ir un paso más allá para que el té de compost se pueda usar en tanques de fertirrigacion mediante la utilización de un set formado por una bolsa biodegradable-compostable que lleva en su interior un compost con unas determinadas especificaciones, que hace que después de un tiempo de aireación, aporte a los cultivo las propiedades beneficiosas de un té de compost, liberando microorganismos beneficiosos y nutrientes asimilables. Esto puede hacer que la agricultura más tecnificada pueda emplearlo, al tenerlo como un insumo sin problemas de almacenamiento, aplicándolo en el tanque de riego y activándose con al aire. Tras su empleo, se retira la bolsa de compost, pudiendo emplear este material como 'starter' o inoculo de microorganismos beneficiosos para la realización de procesos de compostaje dirigidos.
«El beneficio que aportamos es permitir el uso de estas bondades no solo en pequeñas instalaciones, si no el trasladar el sistema de producción de compost a lo que nosotros denominamos 'in situ', y esto lleva unido el suministrar un producto sólido que lleva una formulación de una tipología de compost específico, para que al entrar en contacto con agua, aporten el mayor número de microorganismos y sustancias bioestimulantes», detalla José Antonio Pascual. Esto incluye la bolsa contenedora, con un tamaño de poro óptimo para evitar la obturación de los sistemas de fertirrigación, tales como filtros, goteros, etc., y que esta sea totalmente biodegradable.
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En pro de la economía circular
Hortecomp está englobado dentro del concepto de economía circular para avanzar hacia el 'residuo cero'. Esto viene justificado en el hecho de ser un residuo orgánico que se obtiene un compost, y que tras su manipulación e incorporación en una bolsa biodegradable/compostable, sirve para mejorar el rendimiento de cultivos y reducir la aplicación de insumos químicos. Además, tras su uso, este producto todavía tiene un último fin de gran valor añadido: el empleo de la bolsa de compost como inoculo de microorganismos o 'starter' de procesos de compostaje, quedando embebido en el compost final, puesto que la bolsa que se emplea es biodegradable. Por todo esto, se trata de un producto 100% sostenible y ecológico.
No solo se trata de un beneficio ambiental y para los cultivos, sino que para los agricultores supondría un ahorro en los costes de producción al permitir un menor consumo de fertilizantes e incluso plaguicidas químicos. «Además, la reducción de insumos químicos permitirá cultivar de un modo más sostenible para producir con menos unidades fertilizantes y pudiendo cumplir con las directivas restrictivas de protección del Mar Menor», añade el investigador. «Los que hemos trabajado en las bondades de la materia orgánica desde hace mucho tiempo, podemos por fin demostrar que no estábamos tan mal encaminados cuando proponíamos la fertilización orgánica como una alternativa a la química, pero era difícil convencer a la agricultura convencional», matiza, haciendo alusión cómo Hortecomp «puede sentar las bases a un nuevo sistema de producción agrícola más sostenible y respetuosa con el medio ambiente».
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En cuanto a resultados, afirman que ha permitido reducir niveles de la aplicación de nitrógeno hasta el 50% de los necesarios en ensayos de cultivo hidropónico en condiciones controladas. Hasta la fecha estos ensayos se han realizado a tres niveles: de investigación, en cultivo hidropónico en sistemas de bandeja flotante; de semillero, utilizando diversas especies tales como lechuga, brócoli y tomate; y de campo, en parcelas comerciales del campo de Cartagena, mediante aplicación por aspersión sobre cultivo de espinaca. «En todos los casos se ha demostrado una mejora en la calidad del cultivo, teniendo especial relevancia también la mejora en los sistemas de salud de suelo», indica.
De idea a producto
El hecho de que Hortecomp forme parte de la 'Prueba de Concepto' de la Fundación Séneca ha permitido al grupo de investigación centrarse en su idea y convertirla en un producto, ya que sus resultados iban a quedar únicamente plasmados en algunas publicaciones científicas. «Nosotros sabíamos que el compost era clave para obtener un té 'in situ', pero nos faltaba la optimización de las dosis de aplicación de los diversos sistemas productivos que existen. La Fundación Séneca, bajo su financiación, nos ha permitido llegar a un TRL de 7-8 que, aunque es todavía un prototipo precomercial, está totalmente validado y dispuesto para ser desarrollado a nivel comercial», detalla José Antonio Pascual.
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En la actualidad, el grupo está en proceso de recapitulación de resultados y la escritura de la patente o modelo de utilidad. Y aunque la 'Prueba de Concepto' solo engloba un compost específico en una bolsa biodegradable, los investigadores podrían unir, como 'idea de futuro', nuevos compuestos orgánicos o microorganismos embebidos en microparticulas, pasando del pellet de la bolsa biodegradable a la parte soluble y poder acceder de un modo microparticulado a la planta y tener un mayor efecto.
«Cuando finalice la 'Prueba de Concepto', nos queda recorrido hasta su implantación, que pasa por encontrar la financiación necesaria para llegar a mercado, o bien para ceder los derechos de explotación de los resultados obtenidos a terceros», concluye, esperando poder desarrollar este producto en una zona con gran calado agrícola como es la Región de Murcia.
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