La historia de Adalberto, el antepasado de Fernando de la Cierva: encontrar la veta que te lleva al filón
La historia familiar de Adalberto, el antepasado de Fernando de la Cierva, es el punto de partida de la novela 'Una crónica salvaje', en la que el médico y escritor rellena huecos
Los lectores, los telespectadores, los cinéfilos, somos muy frikis. A veces, tanto o más que la novela, la peli o la obra de teatro, nos ... interesa la trastienda de la misma, cómo surgió aquella obra de la mente del autor, cómo es, en realidad, el proceso creativo. Soy un tipo afortunado no solo por haber leído Una Crónica Salvaje cuando aún era un manuscrito, sino porque pude asistir en directo a ese maravilloso proceso de cómo surge una novela. Fernando de la Cierva Bento, buen amigo mío, me contó hará cosa de un año y medio que había dado con una interesante historia familiar: un antepasado suyo, checo para más señas, Adalberto Haenke recaló en Cartagena con su esposa María Francisca. Hablamos del año 1813.
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El tipo era ingeniero y se dedicaba a la minería, compró un par de concesiones en la Unión, pero no fueron bien, de ahí se fue a Málaga y, finalmente, partió a México buscando la fortuna que podía depararle la minería de la plata. La mujer y los hijos quedaron en Cartagena. Se sabe que el hombre llegó a México, pero se lo tragó la tierra. La mujer, María Francisca, una dama valiente, tomó a dos de sus hijas y se embarcó en el Desengaño- nombre premonitorio en esta historia- para acudir en busca del marido. La pobre mujer falleció en Veracruz al poco de llegar pues la ciudad estaba asolada por una epidemia de peste. El bueno del capitán, tomó a las dos desamparadas niñas y las trajo de vuelta, en una larga travesía, a Cartagena donde estas pudieron reunirse con su familia siendo adoptadas por sus tíos. La tía se llamaba Anne Price y, desde entonces, en la familia de mi amigo, siempre hay una Ana en cada generación en memoria de aquel maravilloso gesto de la tía. Esta historia triste y hermosa al mismo tiempo, es la piedra de toque, la chispa que provoca la ignición en la mente del autor para tirar del hilo y construir una novela estupenda, Una Crónica Salvaje. Yo tuve la suerte de asistir al desarrollo de todo el proceso: cómo Fernando conoce la historia, cómo se interesa por ella, cómo decide llevarla a una novela, cómo acude a La Unión a investigar...
A veces, el mérito de un escritor no estriba solo en dominar el oficio, tener buena prosa o enganchar a lector; a veces el mérito está en distinguir cuál es la buena entre esos cientos de ideas que te llegan, cosas que lees, historias que te cuentan. El escritor de raza ve el filón en un suceso determinado que te lleva a la veta de una buena novela. La historia familiar de Adalberto, el antepasado de Fernando, es el punto de partida de una novela en la que el autor, cómo no, rellena los huecos. Su mente no podía parar quieta dejando aquella historia como estaba, inconclusa.
Fernando de la Cierva ha construido una novela en la que mezcla la historia real con la ficción para buscar respuestas y las encuentra. No es una novela policíaca, ojo, pero sí es una novela que refleja la investigación del protagonista, un escritor en bloqueo, para dar con lo ocurrido con un antepasado suyo, hacer justicia y así, de paso, encontrar de nuevo el camino de la creación literaria.
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Fernando es un ávido lector de novela policíaca y un autor consagrado en dicho género, así que ha aprovechado las técnicas de la novela policial para llevarnos de la mano en una apasionante investigación que nos devela un episodio del pasado. Como buen cuenta cuentos necesitaba contar una historia que quedaba incompleta, y como su antepasado, Adalberto, ha sabido encontrar esa veta, imperceptible por el profano, que lleva al verdadero escritor a encontrar el filón que supone una gran novela.
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