Jorge Díaz, Antonio Mercero y el lorquino Agustín Martínez, ayer en Barcelona. Los tres estaban detrás del seudónimo Carmen Mola, ganadora del Premio Planeta 2021 con 'La bestia'. EFE
Premio Planeta 2021

Agustín Martínez: «Si nuestros impuestos pagan los servicios públicos, pues... maravilloso»

El autor lorquino, junto a Jorge Díaz y Antonio Mercero, se escondía detrás del seudónimo de la superventas Carmen Mola, ganadora del Planeta con 'La bestia'Agustín Martínez Escritor y guionista

Domingo, 17 de octubre 2021, 09:48

Le pregunto, algo inquieto como lo veo:

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–¿Qué está deseando?

–¡Fumar!

Lo dice riendo, veloz, justo a la una y veinte minutos ... de la madrugada del sábado. Cansado, emocionado, discreto, amable, nada invasivo y cero chulería, tímido incluso, barba de algunos días, la suerte de su lado, y ese gusto a lo Nick Carraway por procurar observarlo todo: lo mismo el temblor de los atardeceres que un juego de niños o una gota de sangre. Lo dice el escritor y guionista lorquino Agustín Martínez, nacido en 1975 y el más joven de los tres autores –los otros dos: Jorge Díaz (Alicante, 1962) y Antonio Mercero (Madrid, 1969)– que se escondían tras el seudónimo de la superventas Carmen Mola, cuya identidad se reveló por fin tras proclamarse la novela 'La bestia' ganadora del 70 Premio Planeta, dotado este año con un deseado millón de euros y cuya cena de gala se celebró, presidida por unos Reyes de España aplaudidos por –casi todos– los 600 invitados asistentes, en el imponente Museo Nacional de Arte de Cataluña, en Barcelona.

Martínez –autor de las novelas 'Monteperdido' (2015), posteriormente adaptada a la televisión, y de 'La mala hierba' (2017)– quiere fumar. Un par de minutos, no más. Acaba de finalizar la rueda de prensa de madrugada celebrada junto a un mediterráneo y festivo mural cerámico de Joan Miró donde habitan los colores blanco, negro, verde, azul y rojo. El lorquino viste traje, zapatos y corbata negros, y una camisa blanca. Ni rastro de otros colores, por lo que resaltaban todavía más los alborotados pendientes verdes que lucía la miembro del jurado Carmen Posadas, sentada ante los periodistas justo a su lado. Agustín Martínez sonreía feliz con los elogios que la también escritora dedicaba a la novela ganadora. Sonríe mucho. Suave es la noche para él, que en los últimos dieciocho años ha trabajado en los guiones de series como 'Sin tetas no hay paraíso', 'Crematorio' y 'Víctor Ros' –personaje de gran éxito del novelista murciano Jerónimo Tristante–, y que recientemente ha concluido, como guionista y productor, la serie 'Feria' –con otra murciana en el reparto, la premiada actriz Marta Nieto–.

Fuma(n) los tres unos minutos. Luego, hablamos. 'La bestia' sigue participando del gusto de Carmen Mola por ese peculiar hiperrealismo en la descripción del horror, los crímenes más tremendos, el salvajismo. La novela sigue la estela de las tres entregas publicadas hasta ahora con esta firma de mujer, protagonizas por la inspectora Elena Blanco. Ahora estamos ante un 'thriller' histórico sobre un asesino en serie que actúa en Madrid en plena epidemia de cólera. Corre 1834, y corren también la sangre y el terror. Las víctimas son niñas de las clases más humildes. Un periodista, un policía y una adolescente, Lucía, intentarán desvelar los secretos de tan abominables asesinatos. La pobreza atroz y una lluvia incesante de hostilidades tampoco son precisamente un alivio.

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¿Saben cómo arranca 'La bestia', en la que comenzaron a trabajar «precisamente durante el confinamiento, manteniendo reuniones telemáticas»? ¡Con un perro jugando con la cabeza de una niña, bajo un intenso aguacero! «Carmen Mola es explícita en cuanto a violencia se refiere, y sí, aquí nos metemos en el contexto de un Madrid particularmente violento. Ese punto hiperrealista que tenemos a la hora de tratar la violencia sigue estando ahí», precisa Martínez.

Lucía tiene 15 años, es huérfana y se dedica a buscar, en ese Madrid polvoriento y de ambiente opresivo generalizado, a su hermana pequeña Clara, que ha sido secuestrada...; temámonos lo peor. Martínez le ha dedicado el premio a sus hijos, Daniel y Laura, y a su chica, «a mi vida...». Se le salía el corazón. Y también: «Los tres hemos perdido a nuestros padres, pero los tres tenemos a nuestras madres, y se lo queremos dedicar a ellas y también a ellos, aunque no estén aquí para celebrarlo». Su madre vive en Lorca, ciudad a la que vuelve varias veces al año. Está deseando abrazarla de nuevo.

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–¿Le gusta que se sientan orgulloso de usted?

–Me gusta no decepcionar a la gente que quiero, y me esfuerzo para que eso no pase, pero tampoco quiero decepcionarme a mí mismo. Intento ser coherente en todo lo que hago.

Dice de 'La bestia' –que según Antonio Mercero tiene, «dicho con toda la modestia», un cierto aire a lo Charles Dickens– que «las similitudes entre lo vivido en 1834 y lo que hemos vivido hace muy poquito son sorprendentes». Y se lamenta: «Tenemos la costumbre de tirarnos los trastos a la cabeza con bastante frecuencia, y eso casi que termina muchas veces con la vida de la gente y la vida de las ciudades». Pero también ve esperanza en todas las historias de superación y de solidaridad «que nos hacen resurgir de los desastres».

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–¿Por qué Carmen Mola funciona tan bien?

–Tenemos formación de guionistas y mucha costumbre de trabajar en equipo. Disfrutamos mucho aprendiendo unos de otros, intercambiando ideas a la hora de construir las historias. Y también hay una cuestión fundamental: sentir respeto y admiración por el compañero.

«Lo que más me llama la atención es que vivimos en una sociedad en la que nos escuchamos poco los unos a los otros; cada uno está enrocado en su propia idea»

Agustín Martínez, al igual que sus compañeros, también se siente liberado por esta 'salida del armario' del anonimato en el que vivían con respecto a las novelas de Carmen Mola, hasta ahora publicadas por Alfaguara, sello bajo el paraguas de Penguin Random House Grupo Editorial (PRHGE).

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Pero ese anonimato le ha servido para darse cuenta de que «nosotros no somos muy importantes. Carmen Mola ha funcionado por las novelas, porque han conectado con la gente. Lo que importa son las novelas».

Ríe escuchando a Jorge Díaz contar cómo decidieron dar la cara: «Dijimos: nos presentamos al Premio Planeta y, si ganamos, decimos quiénes somos; y si no ganamos, pues no. Llevábamos cuatro años mintiendo a todo el mundo... Pensamos que la posibilidad de ganar el Planeta nos permitiría salir del armario por todo lo alto con gran aparato eléctrico».

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–¿Piensa en la adaptación al cine o a la televisión de 'La bestia'?

–Nosotros somos guionistas, pero novelistas también. Personalmente, nunca escribo una novela pensando en su posible adaptación al cine o a la televisión; si surge, surgirá, pero no escribo pensando en eso.

Hacienda

Ey, un millón de euros a repartir entre tres. Más de trescientos mil euros para cada uno. Claro está que les toca pagar un buena porción del pastel a Hacienda, como lo está que muy pronto vendrán más beneficios en cuanto empiecen a venderse ejemplares –más de 44 millones se llevan vendidos hasta la fecha de las novelas galardonadas con el Planeta–. «En serio que me parece un poco locura», indica, «el hecho de plantearme, con la cuantía del premio que nos han dado, lo que se va a quedar Hacienda». «Y más», añade, «después de la época que hemos vivido y de la importancia que hemos comprobado que tienen los servicios públicos, los servicios sociales. Si nuestros impuestos pagan eso, pues... maravilloso».

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¿Y el país, cómo lo ve? «Lo que más me llama la atención es que vivimos en una sociedad en la que nos escuchamos poco los unos a los otros; cada uno está enrocado en su propia idea y no escucha al que tiene enfrente o, incluso, en el otro extremo, y creo que esa postura no va a ningún sitio. Hasta que no aprendamos a escucharnos, seguiremos enquistados en la situación en la que estamos ahora, sin avanzar».

Escucha con mucha atención a sus compañeros, en mitad de esta sala ya apartada de trasiegos en la que estamos. Y está de acuerdo con muchas de las cosas que sostienen. A veces, mientras escucha o responde a las preguntas, entrelaza sus manos; en ambas lleva pulseras y luce un anillo. Un toque relajante en su vestimenta. Asiente a cada una de estas palabras de Mercero: «En este año y medio tan raro que hemos vivido, pasé de considerar mi trabajo casi como algo irrelevante –dado lo que estaba pasando ahí fuera, con tanta gente muriendo...– a pensar lo contrario, que es un trabajo más necesario que nunca: suministrar ficción y entretenimiento a las personas; a mí, de hecho, durante el confinamiento lo que me salvó fue la ficción. Me consolaba leyendo un buen libro o viendo una buena serie de televisión».

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Cerca de nosotros se encuentra Paloma Sánchez-Garnica, que con 'Últimos días en Berlín' ha quedado finalista del Planeta: 200.000 euros. ¿Qué le parece la gira de promoción que le espera con los tres? «Creo que va a ser muy divertida y muy interesante», dice. Está radiante.

«La literatura ayuda a estar alerta», resalta Paloma Sánchez-Garnica

«La literatura ayuda a estar alerta para evitar que cometamos los peores horrores del pasado, aunque en las democracias occidentales creamos estar a salvo», dice Paloma Sánchez-Garnica, finalista del Planeta 2021, en su LXX edición, con 'Últimos días en Berlín'. «Si no entendemos lo que sucedió hace 80 años», añade, «estaremos bajo la amenaza de que ocurra de nuevo, como decía Primo Levi sobre el Holocausto».

Pero «al contrario que el nazismo, que tuvo su condena universal y su juicio de Núremberg, el estalinismo ha quedado impune. Stalin murió en su cama y todavía hoy hay quien se declara estalinista con orgullo», se lamenta la autora madrileña, nacida en 1962 y que en su nueva novela ofrece «una historia de gente corriente contada a pie de calle y ambientada en una época muy convulsa, devastadora pero fundamental para la Europa del siglo XX». La protagoniza Yuri Santacruz, joven de madre rusa y padre español «que no renuncia al sueño de reencontrarse con su madre y su hermano tras verse obligado a huir del régimen leninista y recalar en el convulso Berlín de los años 30». «Me pregunto cómo fue posible que Europa no imaginara lo que iba a ocurrir y los ciudadanos alemanes no fueran capaces de ver el peligro que se les venía encima».

En 'Últimos días en Berlín', que arranca con fuerza «en enero de 1933, cuando Hitler es nombrado canciller», la autora acerca a los lectores «a un triángulo amoroso y una amistad forjada en unas condiciones tremendas y desesperadas, en medio de una trama de búsqueda que espero que mantenga al lector pegado a la novela». «Muchas veces», sostiene, «en la vida somos lo que somos por la gente que tenemos a nuestro alrededor».

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