Andrés Trapiello: «Decidimos hacer público el voto a Ayuso; que no es al PP, es a Ayuso»
El escritor y editor participa hoy en el ciclo 'Narrativa de la Guerra Civil', e interviene en el Gaya en la presentación del nuevo monográfico de la revista Monteagudo
«Ahora es Noviembre. Un mes tranquilo. Llueve. / Acaso sea para mí la vida / este solo llover y esta dormida / parte del mundo eternamente leve», ... dicen los versos de 'Soneto', del narrador, poeta y editor Andrés Trapiello (Manzaneda de Torío, León, 1953), que este martes de noviembre participará en Murcia en el ciclo, dirigido por José María Pozuelo Yvancos, 'Literatura y memoria. Narrativa de la Guerra Civil'; el encuentro con Trapiello, a quien presentará Antonio Marín, será a las 20:15 horas en el Aula de Cultura de la Fundación Cajamurcia. Previamente, a las doce del mediodía, el autor de 'Madrid' y 'Las armas y las letras. Literatura y guerra civil (1936-1939)', y del recientemente publicado 'La fuente del encanto. Poemas de una vida (1980-2021)', intervendrá, en el Museo Ramón Gaya, en la presentación del monográfico de la revista Monteagudo 'Gaya, un poeta pintando en Italia'.
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–¿Qué conserva Andrés Trapiello del niño que fue?
–De ese niño, que fue al mismo tiempo libre y responsable, he conservado, en alguna medida, el ser alguien que está dispuesto siempre a ser feliz. No tengo una inclinación especial a la desdicha ni a la tristeza; otra cosa es que, en el camino, uno sienta la realidad como pérdida y sobrevenga una cierta melancolía. En general, siempre estoy dispuesto a estar contento y feliz. Esa es la característica de aquel niño, que no fue un niño alocado, algo que no he sido nunca, ni estaba dispuesto a hacer cosas exageradamente expuestas, ni a jugarse la vida por nada, pero que sí lo estaba a ser feliz y a hacer felices a otros; o, por lo menos, no interrumpía la felicidad de los otros.
«En la Guerra Civil lo que se dirime son dos ideas totalitarias de la vida»
SOBRE LA CONTIENDA
Alguien es mucho más feliz si lo es en compañía.
–¿Qué ve necesario?
–Una cierta calma, un cierto reposo, silencio para pensar...; ya lo decía Nietzsche: la calma, la tranquilidad, es lo aristrocrático. Lo plebeyo es todo lo contrario: ir demasiado deprisa siempre y a todos los sitios. Nuestra obligación es decir, en algún momento, 'basta'.
–¿Y usted qué se dice viendo publicados sus 'Poemas de una vida'?
–Que he vivido y sigo viviendo, y que con lo que he escrito estoy más o menos conforme. La conformidad no tiene que ver con la resignación, que tiene un lado negativo que implica cierta frustración, mientras que en la conformidad hay una adecuación entre lo que deseabas y lo que has logrado. Y eso es todo, sin juzgar si [lo escrito] va a ser mejor o peor recibido o entendido por los demás. Lo he hecho lo mejor que he podido.
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–¿Logró vivir en paz?
–Absolutamente, por lo menos conmigo y con las personas más cercanas. Incluso, cuando por razones cívicas, o razones políticas o incluso literarias –porque me toca juzgar la memoria política o literaria de mi tiempo–, parece que soy más combativo, trato de hacerlo siempre desde la ecuanimidad y no desde la equidistancia, porque esta tiene como un componente de amaño y de pasteleo. Estoy en paz, sin duda; otra cosa es que yo esté satisfecho con lo hecho en la vida. Nadie está satisfecho del todo, a poco que crea en la perfección, en la belleza, etcétera.
«Me sumaría alegre, probablemente, a votar de nuevo a un Felipe González que viniera»
ENFRENTADO AL PSOE
–Entenderá usted que haya sorprendido su voto al PP en las eleciones autonómicas madrileñas.
–Es la primera vez que voto al PP; en fin, no sé si será la última...; parece que sí, pero no por desengaño, sino porque creo que todo el mundo ha de ser libre en todo momento, y sin prejuicios. Pero no solo la sorpresa ha llegado por mi parte; primero hizo público su voto, en este sentido, [Fernando] Savater. Fue una sorpresa para todo el mundo que personas que venimos de la izquierda, en un momento determinado –el de estas últimas elecciones en Madrid– decidiéramos hacer público el voto a [Isabel Díaz] Ayuso; que no es al PP, que es a Ayuso, como estamos viendo ahora, porque Ayuso es relativamente el PP y, de hecho, el PP está en contra de Ayuso en este momento. Comprendo la sorpresa, pero me da la sensación de que muchos miles de madrileños de izquierdas también la han votado, porque si no, no se explica la mayoría absoluta que ha tenido.
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Por tanto, no es que Savater o yo hayamos votado al PP...; bueno, yo en las próximas elecciones, más que probablemente seguiré dando mi apoyo a Ciudadanos porque me parece muy necesaria una opción de centro liberal, de un liberalismo progresista, en este país.
Pero le diré que el primer efecto beneficioso que ha tenido ese voto [a Ayuso] ha sido que Pablo Iglesias, que era realmente un peligro para la democracia española, se fuese a una radio a hacer de tertuliano o de opinativo. No es que se haya ido Pablo Iglesias, a Pablo Iglesias se le echó democráticamente de Madrid, se le dijo bien claro que no queríamos saber nada de él. No obstante, eso no quiere decir que yo mañana vuelva a votar al PP, ¡qué disparate! Eso quiere decir que somos libres para, en cada momento, votar lo que nos parece más justo. Yo no me siento cautivo de mi [último] voto, ni me siento cautivo del PSOE por haberlo votado 25 años. Me encantaría que el PSOE volviera por sus fueros, como ocurrió en los primeros años de la Transición; me sumaría alegre, probablemente, a votar de nuevo a un Felipe González que viniera.
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–Hablará en Murcia, como escritor, de la Guerra Civil, un tema todavía espinoso. ¿A qué libros aludirá?
–Hay cinco o seis libros muy interesantes, de gentes muy mesuradas, demócratas y que tienen una opinión bastante equilibrada y ecuánime, y que son a los que yo me remito siempre: obras de Chaves Nogales, Clara Campoamor, José Castillejo, Juan Ramón Jímenez, Morla Lynch. Gentes que se dan cuenta de que en la Guerra Civil lo que se dirime son dos ideas totalitarias de la vida: la idea de los nacionalsocialistas, falangistas, fascistas; y la idea de los comunistas en sus diferentes estratos: anarquistas, trotskistas, socialistas radicales, etcétera.
–¿Y a partir de ahí?
–En un momento determinado, la idea totalitaria fascista es la que vence sobre la otra idea totalitaria comunista; idea totalitaria comunista de los que tienen, no obstante, la habilidad de presentarse, una vez que han perdido, como demócratas, cosa que es absolutamente falsa.
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Desde el minuto uno
El Partido Comunista tenía de demócrata lo que yo tengo de matemático. Franco y los totalitaristas fascistas ganan la guerra desde el minuto uno, pero el relato famoso de la guerra lo ganan sobre todo los comunistas, también desde el minuto uno. Y ahí se produce una distorsión temenda. Todavía estamos intentando a día de hoy solventar eso, porque hay muchísimos desajustes. Tú no puedes decir que los buenos estaban en un lado y los malos en otro, porque no es así. Había buenos y malos en las dos partes. De las cosas más terribles de esta guerra es que los asesinos, los victimarios de las dos partes, se parecen muchísimo. Y las víctimas de las dos partes son exactamente iguales: son víctimas.
–Y tras la Guerra Civil...
–Durante los 40 años del franquismo, los franquistas se sentían con derecho a haber cometido las tropelías que cometieron; y los de izquierdas, por el hecho de haber perdido, creyeron que
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ya no tenían el deber de reconocer sus tropelías.
–Y la herida sigue abierta...
–...la herida estaba a punto de cerrarse, pero de pronto llega alguien, que es [José Luis Rodríguez] Zapatero, y la abre con una ley [Ley de Memoria Histórica] absolutamente mal hecha; no digo que innecesaria, pero sí que mal hecha con el propósito de satisfacer a minorías dentro de España, a las minorías nacionalistas y a las de ultra izquierda. Hay que recordar que la izquierda en la Transición decidió cerrarla, empezando por [Santiago] Carrillo y el Partido Comunista. Zapatero hizo una ley absolutamente disparatada, que ahora se va a agravar todavía más con la de su discípulo [Pedro] Sánchez, que es una ley [de Memoria Democrática] que yo espero que se derogue en algún momento. Es necesaria la memoria histórica, pero una memoria histórica que resarza a las víctimas, no que vaya contra parte de las víctimas. Tú no puedes pacificar nada si, al mismo tiempo que tratas de pacificar a unos, vas a estar escarneciendo a la otra parte.
Tiene que ser la democracia la que reivindique a las víctimas. No se trata de que cada parte reivindique a sus víctimas, se trata de que las víctimas de una democracia son las de un lado y las del otro. Asumir solo a una parte de las víctimas es justamente lo que no es democrático, y eso es lo que no les entra en la cabeza. No es todo como te lo han contado. En este asunto de la Guerra Civil mintieron todos, los de un lado y los de otro. Y tenemos que tener la valentía para decir hasta dónde nos han mentido.
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