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Luis Leante, en la Biblioteca Regional, con la carátula del libro 'Se ofrece mezzosoprano para labores del hogar', con la actriz Elvina Pineda caracterizada para la ocasión. vicente vicéns
«Cervantes era mal dramaturgo, aunque suene muy raro decirlo»

«Cervantes era mal dramaturgo, aunque suene muy raro decirlo»

Luis Leante firma hoy en ExpoLibro ejemplares de 'Se ofrece mezzosoprano para labores del hogar' y otras piezas breves editadas por MurciaLibro

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Jueves, 20 de diciembre 2018, 11:09

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Tiene la vida hipotecada de charlas en colegios e institutos, especialmente desde que sus novelas juveniles tienen tirón -'Huye sin mirar atrás' (Edebé, 2016) le ha hecho dar varias veces la vuelta a España-. Pero hoy es el teatro el género que le lleva de nuevo a encontrarse con los lectores. La editorial MurciaLibro, dirigida por Francisco Serrano, anunció hace meses que 'Se ofrece mezzosoprano para labores del hogar' llegaría a las librerías a mediados de diciembre, y así ha sido. Luis Leante, el caravaqueño que ganó en 2007 el premio Alfaguara de Novela por 'Si yo te querré', firma hoy ejemplares, a partir de las 18.30 horas, en ExpoLibro (C/Merced, 9, Murcia). Durante algún momento de la conversación se echará las manos a la espalda de dolor. ¡La mala higiene postural de los escritores! Con 20 novelas escritas en el caso de Leante, ese dolor es como una flagelación.

-¿Dónde da usted clases?

-Estoy en excedencia desde hace 9 o 10 años. Di clases de latín y griego, pero también lengua y literatura, alternativas a la religión y hasta en ciclos de peluquería he dado asignaturas de relaciones de empresas. Sobre todo ejercí en Alicante, pero a partir del Alfaguara en 2007 estuve un año por ahí, y con las traducciones y todo eso, y cuando volví me pedí una excedencia más larga. Ya voy cumpliendo años, pronto me meteré en los 60, y no voy a volver a la enseñanza [tiene 55 años y los profesores pueden jubilarse a los 60].

«No se hace nadie eco del teatro por ahí, es como la hermana fea o el hermano pobre de los géneros literarios»

«El mundo de mis libros es un reflejo del mundo en que vivimos. No me gusta vivir en burbujas»

-¿Cómo ve la evolución del panorama educativo en España hoy?

-Mi mujer es profesora de instituto, mantengo amistad con los profesores donde me he movido y, claro, la enseñanza ha cambiado mucho, la degradación ha sido tremenda. Yo estuve más de 20 años dando clases, y ahora los profesores se han convertido en burócratas. Yo soy profesor vocacional, no me presenté a oposiciones por tener un trabajo, y me da pena, porque el sistema está en manos de gente que no sabe lo que es la enseñanza, son técnicos o administradores, o lo que sea, y en mi opinión ha ido a peor, veo el retroceso.

-MurciaLibro acaba de lanzar 'Se ofrece mezzosoprano para labores de hogar' y otras piezas breves. ¿Son textos que ha desempolvado?

-Son tres obras de teatro recientes. 'Se ofrece mezzosoprano' es inédita, de 2017, y las otras dos, 'Fuera del tiempo', que dura 40 minutos, y 'La puerta', que es microteatro, esas están escritas y presentadas en 2017 y 2016 por actores de Caravaca. Yo empecé a escribir teatro a los 20 años, pero estas obras son muy nuevas, no las he sacado del cajón, digamos.

-Es muy reciente, además, la mención del jurado del XIII Premio 'El Espectáculo Teatral', convocado por Ediciones Irreverentes por 'Los residentes', que trata de un viaje al pasado a través de los recuerdos.

-Es que no se hace nadie eco por ahí del teatro, que es como la hermana fea o el hermano pobre de los géneros literarios. Antes que la novela, yo escribía teatro con la finalidad de estrenarlo, y era como luchar contra molinos de viento. No conocía compañías, solo existía aquí el TEU y poco más. He estado a veces a punto de estrenar obras, pero con una mala suerte tremenda se han venido abajo, era como una espina ahí clavada. Parece que ahora me ha dado por el teatro pero no es así. Yo empecé escribiendo relato, y luego pasé a la novela y al teatro. La novela tuvo su salida, pero con el teatro que tenía escrito no sabía bien qué hacer.

-¿No tiene exclusividad editorial?

-La única exclusividad que tengo es con Balcells, que es la agencia literaria que me representa. Yo todo lo que escribo pasa por la agencia, y ellos son los que lo gestionan. Yo no soy ya capaz de enviar un manuscrito a una editorial. Pero la agencia Balcells, los textos teatrales no los representan porque no tienen salida. Fran Serrano me pidió publicar con ellos, yo les dije que tengo compromisos editoriales, pero no exclusividad, y le hablé de la espina clavada que tenía con el teatro, y él se entusiasmó y yo detrás de él. Por eso es que publico ahora en MurciaLibro.

-En realidad, cualquier género le permite seguir contando historias.

-Es así, contar historias es el fin de todo. Yo escribo novelas, pero si pudiera escribiría también cine y contaría cosas que me interesan. Hay historias que encajan muy bien en el formato de la novela, y otras que por el contenido y las características, porque se desarrollan en un lugar, espacio y tiempo concreto, encajan muy bien en el teatro, o en un relato. ¡La cosa es no equivocarse! Porque hay novelas que yo creo que debían haber sido obras de teatro.

-¿Es mejor lector que escritor?

-Yo creo que sí, al menos en cantidad. Leo cosas mejores de las que escribo, y no hubiera empezado a escribir si no hubiese sido antes lector. La escritura es una consecuencia de la lectura, lo que más me ha llenado es la lectura, y la escritura es una vuelta de tuerca más. Cuando yo leía teatro, empecé por el Siglo de Oro, Lope de Vega, incluso Cervantes, que era muy mal dramaturgo, aunque suene hasta raro decirlo. Luego descubrí la literatura latinoamericana, García Márquez, Vargas Llosa, Rulfo, Borges, Cortázar... Me han acompañado siempre, pero con 20 años era total fascinación. Tengo cientos de libros de la Feria del Libro Antiguo que ponían en el Tontódromo, de esos de 50 pesetas, y de todo eso la criba de la memoria, quizás por la influencia o por el deslumbramiento, son los autores latinoamericanos. También Juan Marsé fue un descubrimiento.

-Sorprendente lo que dice de Cervantes, que era «mal dramaturgo».

-Es que Cervantes nació en una época en que estaba rodeado de monstruos del teatro. Soñaba con ser autor dramático, y representó muchas obras, y era mayor cuando escribió 'El Quijote'. Y tuvo mucho éxito, pero ni siquiera las 'Novelas ejemplares' fueron grandes novelas de su momento, tiró de ellas 'El Quijote'. Con la edad con la que escribió 'El Quijote' -en 1605 tenía 58 años- muchos autores habían dejado de escribir. Él nunca tuvo éxito con el teatro, y tiene un libro, 'Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados', que eran bastante flojillos. Yo tengo una obra de teatro sobre esa frustración de Cervantes, que terminó siendo, un poco consolándose, novelista, y corvirtiéndose en el novelista clásico de la literatura española, la referencia de la novela moderna, si bien él siempre soñaba con ser un dramaturgo.

-¿Cómo se enfrenta a empezar una obra nueva, después de 20 novelas?

-Ante cada cosa nueva que escribo, ya sea un relato de cinco páginas o una novela de 300, sigo teniendo la misma inseguridad que ante la primera obra que escribí. Es algo que tú interiorizas pero no es matemático. Nunca sabes qué va a funcionar. No lo publico todo porque no todo me gusta como termina. Yo lo llamo funambulismo, estás siempre en el alambre, y en cualquier momento viene un golpe de aire y caigo. Yo caigo varias veces a lo largo del proceso de escritura de la novela. La clave es serenarse y seguir escribiendo.

Narrar la cordura

-¿Sigue la actualidad?

-Sí, siempre estoy conectado. A veces tengo la sensación de que estoy yo narrando la cordura del mundo, porque lo que leo a veces es pura ficción. Con la historia de Laura Luelmo, la joven asesinada en Huelva, a veces pienso si eso es el mundo, o si el mundo es lo que tratamos de contar en las historias. Yo me alimento del mundo, no soy autor de sentarme y esperar a que vengan las ideas.

-¿El mundo de sus novelas es menos peligroso que el que vivimos?

-A veces es igual, porque es un reflejo, pero parece que las novelas son incruentas. La realidad es mucho más cruda y terrible. Yo trato de no estar alejado de la realidad, y no me gusta vivir en burbujas aisladas.

-Con 'Annobón' (HarperCollins, 2017), nos transportó a África. ¿Llegó a visitar Guinea Ecuatorial?

-En la prensa de los años 30 leí la noticia de un guardia civil republicano que asesina por ideología política al gobernador de los territorios de Guinea. Escribas lo que escribas, pocas cosas pueden superar esta historia. La isla de Annobón (año nuevo, en portugués) es hoy un cementerio nuclear de residuos de Francia, y es poco apetecible, no tiene nada de idílica.

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