(Des)cubrir el Arco del Triunfo
Ha vuelto a pasar. La instalación póstuma de Christo y Jeanne-Claude ha consistido en el 'empaquetado' del Arco del Triunfo. Nacidos el mismo día, ... el 13 de junio de 1935, los artistas se conocieron en 1958, cuando ella le encargó al que por entonces era un pintor figurativo un retrato de su madre. Juntos comenzaron a realizar lo que podríamos llamar intervenciones o esculturas en el campo expandido. Una de las primeras fue también en París, en 1962. En 'Telón de acero: muro de barriles de petróleo' bloquearon la Rue Visconti en protesta contra el muro de Berlín.
Sin embargo, Christo y Jeanne-Claude han sido universalmente conocidos por envolver o empaquetar primero objetos o personas, y más tarde edificios, infraestructuras o superficies naturales. No en vano, son los autores de algunas de las intervenciones de 'land art' y arte público más importantes del siglo XX, entre las que destacan 'Surrounded Islands', de 1983, en la que rodearon once islas de Miami con cientos de miles de metros cuadrados de polipropileno rosa, o 'Wrapped Reichtag', otroproyecto 'site specific' que se inició en 1971 y que culminó en 1995 con el empaquetado del edificio del Reichstag con diez hectáreas de tela ignífuga.
Pero, cuidado, que su gran mérito, el hecho que rubrica su valía, ha sido aparecer en The Simpsons, en el genial capítulo 'Mom and Pop Art', en el que Lisa le explica a Homer la obra 'The umbrellas', una intervención simultánea en dos valles de California y Japón en los que se instalaron miles de sombrillas gigantes. Al final del capítulo, Marge, que siempre ha sido la verdadera amante y conocedora del arte, se rinde ante el Homer impostor y le dice: «Tengo que reconocerlo, has creado algo que la gente realmente ama. Eres un artista».
Vemos aquí una crítica más perspicaz e irónica del arte contemporáneo que la que Antonio García Villarán ha subido a su canal a propósito del embalaje del Arco del Triunfo. Su drama particular está siendo convertirse en el mayor 'hampartista' de todos; es más conocido por sus populistas ejercicios de 'clickbait' que por sus obras. Sus superficiales lecturas lo alejan de la valiosa labor de los verdaderos 'cultubers'. En esta ocasión, 'performando' una auténtica caricatura de sí mismo, asegura que la primera pega que le pone es el color, porque la tela «es azul plateado porque lo dices tú», sin entender que el tono anaranjado de la fotografía que muestra se debe a la reflexión de la luz del atardecer sobre una tela metalizada –que se puede ver en tiempo real en la web del Centro Pompidou–. Y termina su sesudo análisis con un juicio demoledor: «Ni fu ni fa, no me gusta». Porque, claro, todo esto es cosa de «artistas ricos» que beben champagne; un «capricho de multimillonarios» para lograr publicidad. Parece que Villarán desconoce que esta obra se planificó hace sesenta años y que no ha costado los 2,5 millones que él cree, sino 14 –y no es su intervención más cara–, pero que no se trata de dinero público, sino que proviene de la venta de dibujos de la Fundación Christo. Además, el autor donó una herencia millonaria, del mismo modo que se ha negado a comerciar con las fotografías de muchas de sus obras, demostrando una honestidad que se sigue dando en ciertos artistas que no se ajustan a sus preferencias, aunque a Villarán le cueste creerlo.
Afirmaba Isidoro Valcárcel Medina, a quien tuvimos la semana pasada en Murcia gracias al buen hacer del catedrático Joaquín Cánovas, que «el arte es toda acción consciente y responsable». Los proyectos de Christo y Jeanne-Claude son conscientes, responsables e inútiles por definición, y, sin embargo, han generado mucho más dinero de lo que han costado y han conseguido algo tan difícil como reconciliar a pueblos con su historia –Reichtag–, remover conciencias ecológicas –Bahía Vizcaína de Miami– o hacer que la gente vuelva a interesarse por los relieves y la historia que ahora esconde la tela –París–. Así somos los humanos.
Hoy comienzan los trabajos de desmontaje de esta intervención. Hoy es un día para desvelar, para (des)cubrir este monumento, porque ya nunca volverá a ser el mismo. El cambio operado es tan imperceptible como profundo y radical: arte, magia e ilusionismo van de la mano. Ya lo afirmaba Baudrillard: «Para hacer que algo exista hoy, la mejor táctica es jugar a hacerlo desaparecer, enmascararlo para que recupere el poder de la ilusión». En cambio, hay un libro en mi biblioteca que jamás desprecintaré. Solo así puede tener sentido. Solo así seré incapaz de perderlo de vista.
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