El equipo científico de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) recupera el material y subsana los destrozos de los toperos en los 70 y 80 del s. XX. Guillermo Carrión / AGM

«Para ver El Argar hay que venir a la Región de Murcia»

Más de 225.000 personas de todo el mundo han visto en dos semanas el reportaje de la BBC sobre el tesoro de la princesa argárica de La Almoloya

Domingo, 22 de mayo 2022, 07:43

Desde el 1 de mayo y hasta finales de junio, el equipo científico de La Almoloya afronta una nueva campaña arqueológica en el yacimiento ... argárico de Pliego. Una nueva temporada en la que aspiran, como primer objetivo, a subsanar los problemas causados en la zona sur por los toperos que expoliaron el yacimiento en la década de los 70 del siglo XX «para que no se siga erosionando y salvar todo el material arqueológico de los niveles alterados». De hecho, necesitan recuperar la máxima información posible para recomponer el pasado, que es «como un libro al que le faltan hojas», explica gráficamente la codirectora del yacimiento, Eva Celdrán.

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Esta es la quinta campaña de excavación de una serie muy fructífera que, pese a los éxitos arqueológicos obtenidos, no cuenta con recursos de la Comunidad Autónoma. «Hasta el momento se han realizado cuatro campañas de excavación (2013-2016) y tres de restauración e investigación (2019-2021). Pero la de este año está sufragada en su totalidad por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), con la inestimable colaboración del Ayuntamiento de Pliego, que aporta manutención y alojamiento a los investigadores», explican algo contrariados los codirectores del yacimiento, Vicente Lull y Eva Celdrán.

Depósito de agua de la tercera ciudad de La Almoloya (1750-1550 a.C.), en Pliego. Guillermo Carrión / AGM

No en vano, el documental rodado por la BBC 'Did women rule during the Bronze Age? The treasure that could rewrite history' ['¿Gobernaron las mujeres durante la Edad del Bronce? El tesoro que podría reescribir la historia'] ha logrado en dos semanas más de 225.000 reproducciones y una amplia repercusión, llevando el nombre de la Región hasta rincones de casi todo el planeta. Precisamente, desvelar el misterio del poder femenino en El Argar es un desafío para los investigadores, pues «los estudios genéticos que ya hemos publicado en la revista 'Science' apuntan hacia una estructura social caracterizada por la transmisión de derechos por vía paterna y un hipotético patriarcado», apunta Celdrán. Lo que es un contexto paradójico con los emblemas de poder de la mujer. «Esta campaña es muy importante, porque estamos excavando en las inmediaciones del palacio, donde puede haber hallazgos clave», avanza Lull.

Al hilo de los descubrimientos del impresionante tesoro de la sepultura 38 de La Almoloya (Pliego), y de la muralla y el acueducto de La Bastida (Totana), Andalucía está esforzándose en liderar la difusión de la civilización argárica, localizada en exclusiva en el Sureste español, aprovechando que el yacimiento que da nombre a esta cultura está en Almería. Sin embargo, aclara el catedrático de Prehistoria de la UAB Vicente Lull, Rogelio Inchaurrandieta fue el primero en excavar y dar a conocer mundialmente un yacimiento argárico y empezó con La Bastida, en 1869. «Si hubiera encontrado apoyo institucional, la sociedad que conocemos como argárica no se llamaría así. El escaso interés cultural de aquella España impidió dar a los trabajos de Inchaurrandieta la importancia que merecían». Y hubo que esperar a que los belgas Henri y Louis Siret comenzaran a excavar El Argar (1884) para que bautizaran con ese nombre a toda esa sociedad prehistórica.

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Calle de la primera ciudad de La Almoloya (2200 a 2000 a.C.) al descubierto, tras los agujeros del expolio de los toperos en los setenta y ochenta del pasado siglo. Guillermo Carrión / AGM

Aunque fue así y El Argar y otros poblados almerienses y granadinos han tenido una gran importancia para la investigación argárica, actualmente, «para ver física y materialmente todos los logros de la sociedad argárica hay que viajar a la Región de Murcia y visitar sus poblados. En esta región se conserva el patrimonio de lo más destacado de esta civilización».

No hay más que ver las imponentes murallas y el acueducto de La Bastida; el poblado de La Almoloya, 3.000 m2 por primera vez totalmente urbanizados con una planificación completa «y una retícula casi contemporánea, con calles, que acogió a unos 300 habitantes»; su Sala de Audiencias, con capacidad para 50 participantes, un gran hogar y un podium, única en Europa occidental; la tumba más rica documentada de la Edad del Bronce peninsular, «con 260 gramos en plata, además de piedras semipreciosas, en alhajas y ajuar»; los primeros enlucidos de la Península decorados con motivos geométricos y arboriformes; la constatación de la igualdad en el tratamiento funerario de mujeres y hombres, «a los que destinaban una cantidad relevante de riquezas» y también de la explotación de ricos sobre pobres: «No se enterraba a todo el mundo y el 50% de los que sí no tienen nada, salvo un poco de carne de la pata delantera izquierda», detalla Celdrán.

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«Creemos que el debate sobre el protagonismo andaluz o murciano es más político que científico. Sin embargo, no cabe duda de que la administración que no sea capaz de potenciar su patrimonio argárico, sacarle partido, y se duerma perderá la guerra mediática con sus beneficios económicos y sociales», alerta Lull.

Vista de la Sala de Audiencias del Palacio de La Almoloya, rodeada con un banco corrido para 50 personas, un gran hogar y un podium (esquina inferior izquierda). Guillermo Carrión / AGM

Una 'nación' conectada

De momento, a la docena de investigadores del equipo se les ha multiplicado el trabajo. «Las abundantes lluvias han llenado de vegetación las distintas estructuras de La Almoloya», señalan en un recorrido. Pero, empeñados en divulgar lo descubierto en este enclave señero de El Argar, esta campaña intentarán recuperar toda la zona suroeste para hacerla visitable. Y recuerdan que ya han recibido a dos numerosos grupos de escolares plegueros, con los que también realizan talleres como el de cerámica o molienda de cereales con herramientas prehistóricas. Porque, entre los antepasados plegueros de hace más de 4.000 años, existía la división del trabajo y los oficios: ceramistas, ebanistas, esparteros y textiles -«es muy notable la producción de tejidos de lino, casi tan costosa como el oro», apunta Lull-.

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Además, entre las infraestructuras descubiertas, hay un enorme depósito de agua construido con piedras e impermeabilizado con margas; también varios talleres con vasares decorados y grandes vasijas que contenían cereales junto a piletas con molinos, sus manos y repechos para trabajar; han encontrado también tres depósitos con margas para ser trituradas, refinadas y usadas en la construcción.

Una de las tumbas expoliadas en el pasado siglo, en la zona sur. Guillermo Carrión / AGM

Las gentes de La Almoloya intercambiaban cerámica (se han documentado vasos almerienses y granadinos), pero también objetos de orfebrería (las cinco diademas de plata documentadas en todo el territorio argárico parecen proceder de un mismo taller) y piedras preciosas y semipreciosas (el ámbar es de las riberas del Báltico). Algo similar ocurre con las herramientas, como atestiguan ciertas materias primas, como la lamproíta de Barqueros para las manos y soportes de molienda.

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Los descubrimientos argáricos muestran que, «en 33.000 kilómetros a la redonda, se desarrollaba una sociedad que obedecía a un orden socioeconómico y simbólico similar. En un territorio del tamaño de Bélgica, se podría hablar de un país que compartía pensamientos, creencias, ritos y posiblemente lengua», aclara Lull.

Vista de los niveles de las tres ciudades que ocuparon el cerro, con la de mayor esplendor arriba. Guillermo Carrión / AGM

Tres ciudades superpuestas

El cerro de La Almoloya, edificado de punta a punta, alberga más de 6 siglos de vida argárica en tres ciudades superpuestas cuyas estructuras son visibles hoy desde el extremo sur oriental del yacimiento. La primera (2200-2000 a.C.) está construida sobre el lecho de roca, en ligera pendiente. Sobre esa se construyó la segunda (2000-1750 a.C.), que, destruida, sirvió de base a «la última y la más espectacular (1750-1550 a.C.), levantada de nueva planta en la fase de esplendor de El Argar, aunque aprovechó antiguas estructuras. Fue perfectamente planificada y construida sobre terrazas que, de oeste a este, facilitaban el tránsito y la construcción. Hay complejos habitacionales de 250 a 300 m2 (como manzanas) con entre 6 y 9 habitaciones comunicadas entre sí. Es una retícula casi contemporánea y con calles que daba cabida a unos 300 habitantes en un espacio limitado de 3.000 m2», resumen los investigadores.

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La restauración de materiales, en el aire

Los incesantes hallazgos se acumulan en los fondos del Museo Ciudad de Mula, donde se depositan y hasta hace poco los investigadores disponían de una sala «con unas óptimas condiciones» para analizarlos y restaurarlos. Sin embargo, el Consistorio la necesita para otros fines y la que se propone como alternativa «no reúne las condiciones que La Almoloya exige». Esto obligará a los investigadores a llevarse temporalmente los materiales de este año a otro lugar. Aunque podrían ser estudiados en la UAB, como la ley permite, los directores del proyecto quieren seguir haciéndolo en la Región, como han hecho en La Almoloya desde 2013 y en La Bastida desde 2008. Para solucionar este problema, «se está intentando llegar a un acuerdo con las autoridades autonómicas para poder hacerlo en la UMU», plantean preocupados. Y expresan su deseo de que los materiales restaurados se puedan mostrar pronto al público, junto al tesoro, en el Museo Ciudad de Mula.

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