Agus Macnamara: «La música me dio la opción de que no se me prejuzgara por la apariencia»
«Debido a mi condición sexual, siempre sufrí 'bullying' en el colegio [...] pero no quiero dar un discurso victimista», señala el músico y director de las propuestas culturales Al Aire y Allegro
En general, las mujeres de mi familia son referentes para mí. Son mujeres muy trabajadoras, muy inteligentes, muy luchadoras y muy buenas personas», dice Agustín ... Fernández Rubio (Socovos, 1983), conocido en el mundo cultural como Agus Macnamara. «He crecido en una familia de trabajadores. Mi abuela ha sido una persona súper involucrada con su entorno. Tenía un comercio en el pueblo, Socovos, en plena Sierra del Segura. Ayudó mucho en la época de la postguerra», cuenta quien nació en este pueblo albaceteño para trasladarse más adelante con su familia a San Pedro del Pinatar. Flautista de profesión, titulado superior en Pedagogía de la Música, especialidad Flauta Travesera por la prestigiosa Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC) es actualmente profesor en el Conservatorio Profesional de Música Tomás de Torrejón y Velasco de Albacete. Además, dirige las propuestas culturales Allegro, nacida en 2017 en San Pedro del Pinatar y Al Aire, que celebró su primera edición en 2023 en San Javier. Inquieto y creativo, lucha por una cultura que no entienda de clases sociales y se niega a denominarse artista.
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-¿Por qué Macnamara como nombre artístico?
-Me gusta muchísimo la época de la movida, por el cambio que hubo, tanto musical como estético. Aparecen artistas como Javier de Juan y Ouka Leele... y estaba ahí el dúo que hacían Almodóvar y Fabio McNamara. Me parecían muy subversivos en la época. Aunque McNamara ahora está como un cencerro. Pero Almodóvar ha creado una estética alrededor de esa época tan colorista que pensé en McNamara cuando me di cuenta de que necesitaba un pseudónimo, porque empecé a trabajar en moda y yo soy una persona muy celosa de mi nombre y de mi vida.
-¿Cómo y cuándo acaba en San Pedro del Pinatar?
-Nos fuimos a vivir a San Pedro del Piñatar por cuestiones económicas. Mi padre es albañil y ya está jubilado. Mi madre ha sido cocinera y limpiadora toda la vida y ahora trabaja en una ONG. Somos gente muy humilde.
-¿Cuál fue su primer contacto con un instrumento musical?
-Un día, estaba en mi pueblo escarbando -me gustaba registrarlo todo y de pequeño jugaba a ser arqueólogo-, en la parte de arriba de la casa, en las cámaras donde se ponía el embutido y otros alimentos para conservarlos. Entonces descubrí un instrumento muy raro, con unos botones y unas partituras al lado. Y resulta que un tío abuelo de mi madre había sido músico en una banda. Fue aquello lo que me despertó. Llegó el mes de septiembre y yo solo, porque soy una persona muy independiente y resolutiva, me fui a la Escuela de Música de San Pedro del Pinatar.
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«Debido a mi condición sexual, siempre sufrí 'bullying' en el colegio [...] pero no quiero dar un discurso victimista»
-¿Con qué edad?
-Con 11 años. Pero antes había hecho pintura, baile y teatro. De todo. Me encanta escribir y dibujar y todo lo que tiene que ver con la parte más creativa. No artística, sino creativa. Porque yo siempre pienso que hablar de artista son palabras mayores. Le tengo mucho respeto a esa palabra. Yo soy una persona creativa. El arte es mucho más complejo.
-¿Y cómo continuó esta experiencia musical?
-Empecé y al poquito tiempo empezó mi hermano gemelo conmigo. Así comencé una vida diferente. Quiero mencionar que debido a mi condición sexual, siempre sufrí 'bullying' en el colegio. Lo que pasa es que con mi edad no se le llamaba 'bullying'. Siempre he sufrido insultos y faltas de respeto. Pero yo siempre he sido muy buen estudiante y muy extrovertido. Y recuerdo que la música me dio la opción de que no se me prejuzgara por la apariencia. Pero no quiero dar un discurso victimista. Sí es verdad que al principio no tenía amigos. Pero en la música no te cuestionaban ni te valoraban por cómo eras, sino por lo que hacías. La música me abstraía y yo tenía claro que quería ser músico.
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-¿Dentro de su familia se ha sentido juzgado por su condición sexual?
-Nunca se me ha juzgado. Yo no he tenido nunca miedo de nada. Mi ambiente familiar siempre ha sido respetuoso. He estado rodeado de gente muy humilde, de pueblo, pero con una apertura tremenda.
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-Años más tarde de iniciarse en la música, continuó sus estudios en la ESMUC, ¿cómo fue su paso por la escuela?
-Yo estaba en Cartagena estudiando en el Conservatorio de Música. Pero siempre he sido muy inquieto y me aburría mucho. Una profesora me comentó que habían abierto un centro nuevo, de lo mejor del mundo. Hice las pruebas y entré. Me fui con 21 años recién cumplidos a vivir a Barcelona. Como en la películas de Paco Martín Soria, mi madre me metió en la maleta una bolsa con latas de atún. Fue en 2004. A los 10 días ya me había buscado un trabajo y empecé a doblar ropa en una tienda, porque nosotros no teníamos dinero. Mis padres me dijeron: 'Tú puedes hacer lo que quieras pero tienes que ser autosuficiente para poder mantenerte'. Y yo quería ser flautista.
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Rollazo
-También ha trabajado en moda, ¿ a qué se ha dedicado dentro de este campo?
-Por ejemplo, he hecho editoriales como director de arte para mogollón de revistas. He trabajado para diferentes campañas, para anuncios de televisión... Yo domino mucho la colorimetría, es decir, combino muy bien los colores y una compañera estilista me pidió que fuera con ella de ayudante y así fueron surgiendo oportunidades. Era 2007 o 2008. Yo llevaba mi moño, mis tatuajes... tenía mi rollazo. En esa época conocí a mucha gente, empecé a trabajar en la noche en Murcia y me abrí muchas puertas. Con una compañera, Alicia Daniel, empezamos una marca de collares, Daniel Macnamara. Eran collares de cuerdas marineras con bordados y vendíamos mucho. Después empecé a hacer pendientes y conocí a Leonor Pando, superamiga. Me dio la oportunidad de poder desarrollarme. Mis piezas ahora se pueden encontrar en su tienda pero yo me acuerdo de que salía de fiesta con una mochila llena de pendientes y acababa vendiendo los pendientes y pagándome la fiesta. Soy un trilero.
«Me acuerdo de que salía de fiesta con una mochila llena de pendientes y acababa vendiéndolos y pagándome la fiesta»
-O sea, que se ha sabido buscar bien la vida.
-Sí. Por ejemplo, en el centro Párraga salió un programa llamado Factoría Cultural. Yo entré en la última convocatoria y así empecé con las propuestas culturales. Yo veía que en San Pedro del Pinatar toda la oferta cultural era vacacional, estival, y cuando llegaba septiembre ya no había nada. Quería hacer algo en mi pueblo porque tiene espacios maravillosos y, sobre todo, quería que la música se descontextualizara del aburrimiento de los auditorios. Ahí tengo que pagar 30 euros y tú me tienes que decir cuándo toca aplaudir, cómo tengo que ir vestido... como si fuera una experiencia religiosa. Quería hacer algo para todos los públicos y abierto, porque la cultura tiene que ser gratuita. Yo, con los festivales que hago, no quiero que la gente consuma cultura, quiero que la gente se acerque a ese tipo de cultura y que luego decida si quiere pagarse un concierto o no, pero que tenga la oportunidad de ver un producto como puede ser la música clásica.
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-¿Consigue fácilmente el apoyo institucional para desarrollar las propuestas culturales Allegro y Al Aire?
-Yo he aprendido a hacer cultura limpia. No soy una empresa que te cierre un festival por 50.000 euros y después te haga uno de 12.000 euros. Yo te presento todas las facturas de mis propuestas culturales. Lo que pasa es que es un modelo arriesgado porque los ayuntamientos cada vez se quieren desvincular más, pero yo sigo luchando. Tengo la suerte en San Pedro y en San Javier de que mis dos festivales funcionan. Y se pagan todos con dinero público. Tenemos patrocinadores, pero no son los que cubren directamente los gastos. Yo, gracias a Dios, soy funcionario y esto no lo hago porque vaya a hacerme rico, sino porque me siento superfeliz haciéndolo.
«Con los festivales que hago, no quiero que la gente consuma cultura, quiero que se acerque a ese tipo de cultura y luego decida si quiere pagarse un concierto o no»
-¿Cómo se define como profesor?
-Actualmente doy clase del Lenguaje musical. Intento que los alumnos se relacionen con el contexto de la asignatura. Yo enseño a escribir, a interpretar, a entender y a leer la música mediante juegos y canciones. Soy una persona muy divertida, muy viva. Por el momento, mis alumnos me quieren mucho. Me siento muy realizado. Enseñar, si te gusta, es lo más bonito que te puede dar la vida. Yo aprendo de mí y aprendo de ellos.
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-¿Por qué se quedó con la flauta?
-La flauta me gusta porque tiene un sonido muy agudo. Tampoco puedo explicar por qué.
-¿Cree que la música clásica está encorsetada?
-Sí. Creo que la música tiene que buscar su lugar en el siglo XXI. Hay que hacer más atractivas las programaciones. Tienen que ser programaciones variadas con formaciones curiosas que llamen la atención. Por ejemplo, meter a un músico contemporáneo, meter electrónica... hay que darle valor, por ejemplo, a lo que hacía Björk, es una maravilla. Me acuerdo del concierto que dio en el año 1992, con la Orquesta de la Ópera de París. Fue uno de los primeros conciertos de electrónica con orquesta. La música tiene que estar al servicio de la sociedad y la sociedad demanda un cambio. La música tiene que adaptarse.
-¿Cree que en las últimas décadas hemos dados pasos hacia atrás en cuanto a lo subversivo de la cultura?
-El primer punto es que tenemos una herramienta muy potente y maravillosa que son las redes sociales, pero creo que están mal utilizadas por la mayoría de la gente. Es muy cómodo grabar un vídeo desde tu casa. Pero en los años 80 y 90 la gente estaba en la calle. Los movimientos eran sociales. La gente tenía que ir a un bar a ver un concierto de punk, por ejemplo. Ahí se encontraba con más gente. Ahora simplemente ves una foto de una persona que a lo mejor físicamente no te gusta y no te paras a saber si esa persona puede molar o no, o qué te puede aportar. Tenemos una herramienta que nos puede dar un acceso brutal a cualquier información inmediata y eso hace que no tengamos que ir a las bibliotecas a investigar. Además, hay una generación falta de referentes culturales y es una pena.
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«Hay una generación falta de referentes culturales y es una pena»
Física y mecánica
-Habla con respeto de los artistas, ¿a qué artistas admira?
-A unos cuantos. Musicalmente, a Igor Stravinsky. Mi obra preferida es 'La consagración de la primavera'. Marcó un antes y un después en la concepción de la música, sobre todo en el silencio como un elemento expresivo dentro de la misma. Me parece innovador. En moda, Anthony Vaccarello, que ha estado al cargo de Gucci, me parece también una persona superinspiradora. En danza, una persona importantísima es Pina Bausch, que hizo de la danza algo diferente y se centró más en la estética del movimiento y de la intención. También Beyoncé, Rihanna...
-¿Cree que todas las personas tienen creatividad?
-Una profesora mía decía: 'Tocar la flauta es física y mecánica; la física es la presión del aire en un objeto que corta y produce a través de la onda, un sonido que nosotros detectamos en nuestro órgano auditivo, y la mecánica es la repetición. Hacer música es otra cosa'. ¿Me entiendes? Se puede tocar un instrumento o pintar un cuadro, supongo que todo el mundo está capacitado para eso. Pero expresar y remover a la persona es otra cosa. No obstante, hay gente que tiene una sensibilidad que sin trabajo no se desarrolla. Lo que debería hacer la sociedad, sobre todo los políticos, es conseguir que las artes estén mucho más presentes en la educación y en la vida. Es importantísimo.
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