El rostro impenetrable del asesino

Tiene que desplazarse a una ciudad del noroeste y encontrar una mujer entre tres que viven anónimamente en ese lugar, cuya participación en los terribles atentados de ETA en Hipercor de Barcelona y la casa-cuartel de Zaragoza de 1987 sigue investigándose en 1997, fecha en la que Tomás Nevinson recibe la visita de su jefe Bertram Tupra, que le da detalles –no muchos– de la operación. Los veintiún asesinados en la capital catalana y los once en la capital aragonesa no se olvidan y la policía internacional sigue los pasos de aquellos o aquellas que no fueron capturados en su momento, como sí ocurrió con Caride, Troitiño, Ernaga y el jefe Santi Potros.

Aún quedaba una mujer escondida en algún lugar. Esa mujer continúa siendo muy peligrosa y tiene en alerta a los servicios secretos por su relación o posible implicación en atentados del IRA o sus facciones más fanáticas. En ambos países, el terrorismo alcanza cotas escalofriantes. Tomás Nevinson ha de contactar con ellas y culminar su misión. Su dilema es rotundo: ¿es reprobable matar para hacer justicia? Fuera de ese estigma, cualquiera de las tres mujeres puede ser una poderosa razón para amar. En su extenuante conflicto interior, interviene también su equidistante relación con Berta Isla y sus hijos y su pasado envuelto en brumas británicas, hijas desconocidas y amores pasajeros.

Marías repasa la trágica historia del terrorismo en la España y su enorme influencia en la vida de la gente corriente. Incorpora de modo biográfico su pasado en las universidades londinenses y la también dramática evolución de la violencia en el Ulster. Con muchos datos geográficos, históricos, policiales, reflexiones morales y sin olvidar la trama novelesca, ha logrado una novela densa, extensa y plena de literatura. De buena literatura.