Pedro Zarraluki y la Ibiza del 68
Novela. En una cala mediterránea, cuatro personajes viven ajenos a la agitación internacional de su época
IÑAKI EZKERRA
Lunes, 15 de noviembre 2021, 22:04
Hay dos típicas formas de tratar las referencias históricas en el género novelesco. Una de ellas es coger el toro por los cuernos y tomar ... a uno o a varios de sus protagonistas reales y famosos (Churchill, Unabomber, Felipe II...) para proceder a una interpretación de su papel en los hechos referidos. La otra fórmula es la de tomar determinados escenarios emblemáticos (la caída del Muro de Berlín, la Revolución del 17, la gripe del 18...) y poner en ellos a unos seres desconocidos en cuyas vidas se dejan sentir esos contextos y acontecimientos. Javier Cercas toma con frecuencia en sus novelas una tercera vía: la transformación de unos desconocidos en personajes históricos a base de ponerlos en el lugar y la fecha precisas. Si coge a un miliciano llamado Miralles no puede ser cualquiera. Tiene que ser uno de los soldados que liberó París y el que le perdonó la vida a Sánchez Mazas en 'Soldados de Salamina'. Si toma a un mosso d'esquadra para protagonizar 'Terra Alta' debe ser el héroe que abatió a tiros a cuatro de los yihadsistas que perpetraron los atentados de las Ramblas barcelonesas y Cambrils en agosto de 2017. Si a ese agente de la Policía autonómica catalana se le da un destino, este no puede ser un lugar cualquiera sino el simbólico escenario de la Batalla del Ebro.
Ninguna de esas tres opciones es, sin embargo, la de 'La curva del olvido', la novela que ahora acaba de publicar el barcelonés Pedro Zarraluki. Estamos ante un autor muy poco propenso a la épica, que nos aporta una cuarta vía: la de unos personajes que viven tranquilos y duermen como benditos mientras el mundo se está cayendo. Esa impresión da al menos el párrafo que abre la primera página con la evocación de los acontecimientos que marcaron el año 1968: el asesinato de Martin Luther King y el de Robert Kennedy, el Mayo francés, la primavera de Praga, las movilizaciones contra la guerra de Vietnam... Pero no, no hay peligro. Ninguno de los protagonistas de esta nueva entrega de Zarraluki va a ser el asesino del líder del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos ni de ninguno de los Kennedy, ni tampoco uno de los estudiantes que en aquel memorable año arrancaron adoquines del suelo parisino.
Los protagonistas de 'La curva del olvido' son dos apacibles cincuentones, Andrés Martel y Vicente Alós, que deciden pasar unas vacaciones con sus respectivas hijas, Candela y Sara, en la Ibiza que se había puesto de moda en aquellos años tanto para los turistas estereotipados como para los jóvenes hippies que buscaban una experiencia espiritual que les permitiera encontrarse a sí mismos. De Andrés pronto sabemos que ha enviudado recientemente y que posee un carácter apocado que le lleva a esperar poco de la vida y a refugiarse anímicamente en un estado de duelo que se mezcla con un sentimiento de culpa. Vicente, en cambio, es un arquitecto en activo, mucho menos culto que su amigo, pero con una mayor capacidad de disfrute, un carácter vitalista y un sentido práctico que linda con el cinismo y que le lleva a confiar en que ha de recuperar la relación con su mujer. A su vez en las hijas que rondan la veintena, se repite un esquema psicológico paralelo, con el componente diferencial de la incertidumbre ante los caminos que van a elegir en la vida.
La trama narrativa se desarrolla en la situación de grato aislamiento que proporciona una idílica y desierta cala donde asoman algunos pintorescos personajes secundarios trazados con una lograda verosimilitud costumbrista, como el pintor que hace las veces de camarero o la enfurruñada pero a la vez entrañable propietaria del pequeño hotel en que se hospedan. Como puede observarse, nada puede haber más lejos, en toda esa trama amable y vacacional, que la conciencia política o social que pudieran despertar los acontecimientos históricos que marcaron aquel año. Lo que se narra y se describe es la paz del desarrollismo en unos seres de clase próspera. Ambos hombres tiene cuentas pendientes de un pasado común, unos secretos que pudieron hacer peligrar su amistad y que son los que dan un cierto cuerpo dramático al argumento del libro sin que la sangre llegue al río.
A 'La curva del olvido' cabe ponerle una objeción: pese a que los dos amigos que la protagonizan pertenecen a la generación que hizo la Guerra Civil, sus rasgos definitorios (la depresión de uno y la separación matrimonial del otro) más bien parecen corresponder a una mentalidad posterior. Y algo similar ocurre con las inseguridades de esas hijas, que se parecen demasiado a las veinteañeras de hoy.
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