Nunca se sabe qué es lo que te arrastra

Elegante edición a la altura de los versos de Antonio Soto

Lunes, 21 de junio 2021, 22:00

Antonio Soto Alcón, que es poeta y, también, un conocido artistas plástico en el ámbito internacional, que, en ocasiones, juega con la imagen y el ... texto, sabiendo combinar ambos saberes, lleva ya algunas décadas en el mundo de la literatura en donde ha procurado –y conseguido– no bajar nunca la guardia, mantener el listón siempre a la misma altura. Y buena prueba de ello es la conexión entre los primeros títulos de su ya dilatada trayectoria, como 'Lolitas' –su libro más deslumbrante y sublime, que sigue creciendo con el tiempo y alimentando la leyenda de obra maldita– o 'El libro de los espejos', y estos nuevos volúmenes que en unos pocos años se han ido incorporando a su carrera. Volúmenes de una gran originalidad, labrados a cincel, escritos con la necesaria lentitud, repletos de imaginación y de una sutil ternura, como 'La sombra de Arthur', 'Los perros del mundo también amamos' y 'A Menfis'.

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Con 'Noches de Tunicia' Antonio Soto continúa con ese tono decadente, de raigambre clásica, como si el poeta se propusiera legarnos un producto bien acabado, como un todo que nos da la impresión de estar ante un único poema que se va prolongando en el tiempo, siempre con la misma canción de fondo y el mismo azul del mar. Desde el primer verso con el que se inicia esta nueva entrega ('Nunca se sabe qué es lo que te arrastra') hasta la conclusión de la obra, con estos tres últimos versos: «Entonces supe/que lo había perdido todo,/ que mi vida tocaba a su fin», el tono se mantiene intacto, a la altura que se requiere; y el lenguaje es el preciso, el más adecuado, seleccionando palabra a palabra, buscando la sonoridad, la música callada, como si tratara de amordazar cada uno de esos lamentos que forman parte de un erotismo majestuoso que el escritor logra transmitir a todos sus lectores.

No es un libro en el que abunden los poemas de carácter narrativo porque hubiera sido un grave error desviar la atención de lo que verdaderamente merece la pena. Cada composición goza de su propia autonomía, pero forma parte de un conjunto en el que se aprecia el gusto por lo contemplativo, por lo simbólico y, sobre todo, por el erotismo y la desatada e inmediata carnalidad, como si la vida no estuviera dispuesta a darnos una segunda oportunidad. Una obra, en resumidas cuentas, de excelente factura en una hermosa edición de Huerga y Fierro, dentro de su colección Signos.

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