Las naves quemadas
Esta novela de Stig Dagerman es una mezcla de Dostoyevski, Kafka y la 'nouvelle roman' de los años sesenta
J. ERNESTO AYALA-DIP
Lunes, 15 de noviembre 2021, 22:04
Hoy hablaré de un autor muy raro en la literatura europea del siglo XX y del que llevamos vivido. Me refiero al poeta, novelista y ... periodista sueco Stig Dagerman, autor de 'Niño quemado', entre otros libros muy importantes, no solo para la literatura de su país, sino también para el conjunto de la europea. Hoy hablaré de este libro. Pero conviene hacer una mención a otro suyo muy importante, totalmente alejado de la ficción. Déjenme que antes les diga que nació en 1923. Se suicidó en 1954, con 31 años, como si lo que vio en la Alemania destruida, física y moralmente después de la Segunda Guerra Mundial lo hubiera dejado sin argumentos para proseguir viviendo como si nada hubiera ocurrido ante sus espantados ojos.
Producto de aquella experiencia, como corresponsal de guerra, escribió en 1946 un libro esencial sobre la Alemania bombardeada por los aliados, titulado 'Otoño alemán'. De alguna manera con ese libro-reportaje se adelantó a otro libro escrito años más tarde, 'Sobre la historia natural de la destrucción', de W. G. Sebald. Pero ahora voy a concentrarme en 'Niño quemado', publicada en 1948. Hay que consignar que Stig Dargerman escribió en cinco años toda su obra: teatro, cuatro novelas, novelas cortas y reportajes. En 1996 se instituyó un premio literario que lleva su nombre. Ese galardón lo han obtenido, entre otros, la premio Nobel Elfriede Jelinek y Eduardo Galeano.
'Niño quemado' es una novela extraña en la tradición europea. Es una mezcla de Dostoyevski, Kafka y la novela francesa de los años sesenta. Un joven de 20 años, pierde a su madre. La novela se desarrolla en tercera persona, pero una tercera persona tan neutra que mucho nos recuerda la 'Nouvelle roman'. Por su manera de narrar lo que sucede a los protagonistas, su manera de describir, lo interior y lo exterior. Luego alternativamente aparece el protagonista narrando en primera persona, a través de cartas que se escribe a sí mismo, incluida una dirigida a su padre. Al lado de Bengt, que así se lama nuestro héroe, están en no menor importancia, su padre, su prometida y la mujer que ocupará el lugar de la madre recientemente fallecida.
El niño quemado es el propio Bengt, el joven que ha quemado muy temprano sus naves. Así anda por el mundo, cargando una suerte de odio que crece cuando observa que su padre apenas llora por su mujer. Crece en el joven un odio casi indiscriminado que, paradójicamente, lo hace ser todavía más sensible a lo que ocurre a su alrededor, al borde a veces de la pena y la desdicha por su propio comportamiento. Pero un día aparece en escena una mujer de 40 años, Gun, que tendrá que ser, guste o no al protagonista, su madrasta. No cuento más. Fabulosa historia, fabulosa novela.
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