Un Maigret absoluto
Simenon construyó un personaje que siempre duda, como si se juntaran las vacilaciones razonables y las que se pueden atribuir al sentido moral
J. ERNESTO AYALA-DIP
Lunes, 29 de noviembre 2021, 21:09
Hay como una especie de malentendido en torno a la figura del escritor belga Georges Simenon. Primero que es un autor de novelas policiacas. Y ... segundo, que como es tal, se da por sentado que su importancia literaria en la historia de la novela a secas es relativa cuando no sencillamente menor. Todos hemos pasado por esta situación, respecto a Simenon (y a otros). Hasta que un día llega a nuestras manos un libro que no trata de su mítico personaje, el comisario Maigret. Supongamos que llega a nuestras manos, por ejemplo, una novelita como 'La prometida del señor Hire'. Y supongamos que la leemos. Y supongamos, en fin, que nos deja paralizados por su honda e inesperada tristeza. Entonces es cuando comenzamos a entender de qué va el fenómeno Simenon. Un fenómeno desde luego más complejo de lo que cabría esperar.
Georges Simenon ha construido un personaje policiaco con una carga sociológica y moral digna de estudio. El hombre sencillo, de clase media, sin más ambiciones que ser justo, saber adentrarse en las causas del mal, no justificarlas, pero sí entenderlas. Simenon, entre medio (o al revés), incursionaba en la narración entre costumbrista y naturalista, y nos daba auténticas obras maestras de la narrativa. Como sucedía con 'La prometida del señor Hire'. Una novela inolvidable y de la que nunca olvidaremos la manera de caminar del pobre señor Hire, un andar rápido y como dando ridículos saltitos. Así empecé a descubrir al otro Simenon.
Esta introducción es necesaria para que no cupiera duda de que cuando hablamos de Simenon, hablamos de dos Simenon, el detectivesco y el de la narrativa de alto 'standing' sin género, narrativa a secas.
Hoy presento al primero, 'Maigret duda'. El título ya lo dice todo. En todas las novelas del ciclo del célebre comisario, este siempre duda antes de dar con el culpable. Como si se juntaran la duda razonable y la moral. En esta novela, publicada en los años sesenta, Simenon, como si se tratara de un homenaje a su colega Agatha Christie, ambienta su intriga en un piso de uno de los distritos más exclusivos de París. En él vive un banquero muy importante junto con su familia, además del personal de servicio.
Maigret recibe unos anónimos desde ese domicilio, anunciándole un inminente asesinato. Hasta allí se dirige el comisario para investigar el origen de esas notas cuyo autor se desconoce. Hasta que a los pocos días se produce el asesinato anunciado. Todos tienen una coartada, todos menos una. Un Maigret absoluto.
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