Novak Djokovic y la anticiencia

En el mundo del deporte, el rey de las terapias anticientíficas es, sin duda, Novak Djokovic. El tenista serbio no solo se ha declarado detractor de las vacunas negándose a ponerse la de la covid-19 (basándose entre otros motivos en que su neumólogo defiende la existencia de un 'gen león' en los serbios distinto al resto de europeos y que les protegería del coronavirus), sino que en plena pandemia organizó torneos de tenis sin mascarillas con desastrosas consecuencias.

A lo largo de su trayectoria Djokovic ha usado (y recomendado) innumerables tratamientos sobre cuya eficacia no hay evidencias científicas suficientes. Sin ningún tipo de pudor el tenista serbio ha afirmado que «mediante el poder de la gratitud se logra convertir la comida más tóxica, o el agua más contaminada, en la más curativa, ya que el agua reacciona y los científicos han demostrado que las moléculas del agua reaccionan a nuestras emociones». No, los científicos no han demostrado ese disparate... y tampoco los organismos oficiales avalan los caros productos que se venden para alcanzar dichos objetivos basados en nutrientes cerebrales avanzados que cuestan casi setenta euros.

Otro de los tratamientos defendidos por Djokovic es la moxicombustión, una práctica que utiliza las hojas pulverizadas, secadas y trituradas de la planta Artemisia vulgaris. Según sus defensores, la moxicombustión armoniza todos los órganos y activa el «flujo vital de energía». No solo la comunidad científica no respalda este tratamiento, sino que el Gobierno español está investigando la moxicombustión.

Por otra parte, Novak Djokovic es un fiel defensor de las dietas sin gluten, algo necesario para aquellas personas que tengan problemas con el gluten... siempre y cuando dichos problemas hayan sido diagnosticados de forma seria. Pues bien, el entorno del tenista serbio diagnosticó que Djokovic era intolerante al gluten poniéndole un trozo de pan sobre el estómago y observando la reacción de su brazo. Esto no solo es absurdo sino un peligro para quienes intenten imitarlo.

Pero en este Roland Garros Djokovic ha ido más allá. Hace unos días el tenista sorprendió a propios y extraños usando un extraño parche en su pecho con un pequeño chip en el centro. Preguntado al respecto, el serbio contestó que este dispositivo era el mayor secreto de su carrera, que estaba basado en la nanotecnología, que sin él no podría jugar y que desde que lo emplea se siente como Iron-Man. Tela.

Me quedé tan perplejo que he investigado este carísimo dispositivo. Buceando en la web de la empresa que comercializa este carísimo producto (que «curiosamente» ha recibido miles de visitas tras la rueda de prensa de Djokovic) encontré que, según publicitan, «nutre el cuerpo con longitudes de onda de luz terapéuticas, sin efectos secundarios ni liberación de ningún químico. Utilizable todos los días, se autoalimenta con la luz solar y el calor corporal, garantizando tratamientos de 720 horas cada mes». «También puede ayudar a mejorar la simetría de la pelvis y los miembros inferiores, la activación, el equilibrio, la concentración y acelerar el postentrenamiento».

Para justificar todos estos argumentos la empresa se basa en una serie de publicaciones científicas... y decidí buscarlas. Tras leerlas me encontré con dos sorpresas. La primera es que lo que dicen dichos estudios no avala todas esas superlativas propiedades achacadas al nanodispositivo. La segunda, muy preocupante, es que uno de los autores de esos trabajos, perteneciente a una universidad italiana, forma parte del comité editorial de la misma revista donde han sido publicados. Sin comentarios.

Pero Novak Djokovic no es el único caso de deportista que ha empleado terapias consideradas por muchos como pseudocientíficas. Varios medios de comunicación se han hecho eco de las famosas 'power balance' que publicitaban Cristiano Ronaldo o el malogrado Kobe Bryant, del 'cuppping' (o ventosaterapia) empleado por Michael Phelps o Karin Benzema, de las tiritas nasales utilizadas por Neymar, de la placenta de yegua que usó Diego Costa, de la orinoterapia de la que tanto presumía el boxeador Juan Manuel Márquez...

Muchos de estos deportistas han declarado que se sienten mejor tras usarlas, pero no hay que olvidar que «correlación no implica causalidad». A modo de ejemplo le contaré que el hecho de que Messi se tratara con Flores de Bach (también están siendo investigadas por el gobierno español) no significa que su recuperación fuera consecuencia de ellas. El astro argentino combinó las Flores de Bach con intensos tratamientos de recuperación y con una dieta equilibrada. Messi ha reconocido varias veces que era un amante de pizzas, refrescos azucarados, etc. Los nutricionistas que lo trataban le obligaron a eliminar esos productos ultraprocesados de su dieta y a incluir en su dieta fruta, verdura, agua y otros alimentos mucho más saludables. Su perfil físico cambió sustancialmente y el argentino dejó de lesionarse tan a menudo. La medicina basada en evidencias, la fisioterapia y la nutrición fueron las que realmente le ayudaron a superar sus lesiones.

Estimados lectores de LA VERDAD, que famosos deportistas empleen terapias anticientíficas me preocupa muchísimo. Por un lado, no mejoraran su rendimiento deportivo. Por otro, ponen en peligro su salud. Pero lo que más me indigna es que sus acciones tienen una gran repercusión en una sociedad en la que millones de seguidores, muchos de ellos niños y adolescentes, imitan sus comportamientos. Acabo, pero jamás olviden que «lo mejor que te puede pasar con las pseudociencias es que te estafen. Lo peor es que, además de estafarte, te maten.