La cigarra aritmética
Antonio Córdoba Barba
Académico de honor de la Academia de Ciencias de la Región de Murcia
Sábado, 22 de junio 2024, 07:55
Las cigarras, o chicharras como solemos decir en Murcia, son insectos hemípteros del género Cicada que cuenta con cientos de especies distintas. Encaramados en un ... árbol, el canto de los machos para atraer a las hembras forma parte de la amable banda sonora de los veranos de mi infancia huertana. Pero más tarde, durante mis años en USA, descubrí que las variantes norteamericanas tienen costumbres algo más agresivas: pueden aparecer hasta 400 ejemplares por metro cuadrado, unas 450.000 por tahúlla, por lo que durante las dos semanas que dura el apareamiento producen una incómoda perturbación del entorno. Las hembras ponen sus huevos y mueren poco después, las ninfas penetran en la tierra y, durante un período de años que varía según la especie, viven enterradas hasta que emergen convertidas en insecto adulto, trepando a los árboles y comenzando un nuevo ciclo.
Extraño estilo de vida, pero lo que resulta sumamente curioso es que entre esos períodos abunden los números primos. En este año, 2024, los biólogos avisan de la coincidencia de dos especies norteamericanas del género Magicicada que poseen, respectivamente, períodos de 13 y 17 años. Al ser ambos primos su mínimo común múltiplo es el producto 13x17=221, implicando que esa efeméride tardará más de dos siglos en volver a repetirse.
La emergencia simultánea facilita la supervivencia, por cuanto un nutrido número podrá escapar de los depredadores y lograr reproducirse. Enterradas con varios decímetros de profundidad durante 13 o 17 años, es un enigma cómo pueden coordinarse para cavar túneles y salir a la superficie. Los expertos opinan que tener un periodo primo minimiza el peligro de coincidencia de varias especies, con la consecuente lucha por el sustento y el efecto devastador sobre la flora.
Me parece notable que las chicharras hayan usado a los números primos para su supervivencia, seguramente desde hace miles de años. Los humanos tuvimos que esperar hasta finales del siglo XX para descubrir su utilidad, decisiva en la seguridad de nuestras comunicaciones en Internet.
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