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Lidó Rico, tras la reja de clausura en la iglesia desacralizada de Verónicas, en Murcia. MARTÍNEZ BUESO

Estupefactos en Verónicas por Lidó Rico

«Si lográsemos iluminar nuestros rincones más angulosos y secretos podríamos superar muchos miedos», afirma el artista yeclano que abre el día 12 la temporada de exposiciones con 'Tu vuelo, mis alas'

Lunes, 8 de febrero 2021

Si usted se anima a visitar la nueva exposición del artista yeclano Lidó Rico, nacido en 1986, que se abrirá el 12 de febrero en ... la murciana sala de Verónicas –tan imponente como acogedora iglesia desacralizada, ahora al servicio del arte–, le vendrá bien saber lo que opina de 'Tu vuelo, mis alas' la reputada videoartista, y teórica y crítica de arte contemporáneo, Mieke Bal (Países Bajos, 1946). Rendida a la obra escultórica de Lidó Rico, anuncia sin el menor titubeo que, al entrar en Verónicas para disfrutar de las nueve instalaciones que componen 'Tu vuelo, mis alas', se experimentará «una gran diversidad de sensaciones que nos dejarán sorprendidos, incluso estupefactos».

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Lidó Rico se sonroja cuando la escucha, y agradece sus palabras porque esta nueva entrega expositiva –de su complejo y muy personal universo creativo– le ha llevado «muchísimo trabajo, a veces absolutamente agotador». Hace ahora un año, el artista se encontraba en Ciudad de México; allí, además de comprobar en vivo que «trabajando se come y comiendo se vive», como se dice en los cuentos inmortales de 'El llano en llamas', de Juan Rulfo, y que, ¡atención, muchísimo cuidado con no pasarse con el picante!, disfrutó del éxito de su exposición 'Introspecciones', que ocupó el Centro Cultural Ex Capilla de Guadalupe. Tras regresar a España, con la pandemia ya desbocada y el dolor y los interrogantes recorriendo las calles y los planes frustrados de las familias, Rico empezó a trabajar en una muestra que volvería a tener como escenario un espacio que en su día fue sagrado: Verónicas, en Murcia, ideal para acoger las obras de este artista de altos vuelos cuyas propuestas abren puertas a los interrogantes y a la emoción salvaje. La exposición, que se inaugura el próximo viernes, está organizada y patrocinada por la Consejería de Cultura, de la que depende la gestión de Verónicas, y ha estado al cuidado de Juan Antonio Lorca, profesor de Bellas Artes, pintor y actual director general del ICA.

–¿Qué tiene claro cuando crea sus obras?

–Que una obra de arte tiene la obligación y el deber de comunicar, de vivir de cara y en continua permeabilidad con la realidad, de contar cosas de hoy y ahora; solo así se puede arañar la piel y, de este modo, una vez abierta la herida es cuando empieza el viaje. Lo fácil es escapar, planear por la superficie surfeando las olas, pero lo básico y la frivolidad no van conmigo; a pesar de los efectos colaterales y del riesgo que supone hacerlo, porque a la gente no le gustan los espejos, prefiero sumergirme en las turbias profundidades del ser humano porque es allí donde está la carnaza, es allí donde asustadas conviven todas las preguntas y respuestas. Dentro de esa maraña es donde quedan sueltas las puntas de los hilos necesarios para comenzar a estirar y desenredar todos los misterios del hombre; es allí donde toma forma la conciencia del ser humano, es allí donde podemos tener la capacidad de recuperar algo que perdimos hace mucho tiempo: la facultad de reconocernos como lo que somos, un auténtico milagro. El paso del tiempo ha hecho de la apnea mi medio, la base y punto de partida de toda mi producción artística.

«El arte debería servir para frenar tantas actitudes insustanciales y mecánicas que tienen una gran presencia en nuestro día a día»

Cuenta Lidó Rico que se planteó su nueva exposición «sin ningún tipo de miedos; el espacio de Verónicas es inmensamente complejo, tanto que cualquier tipo de duda, ortopedia o pieza desencajada a la hora de actuar sobre él haría que todo se desmoronase y dejase de funcionar. Por esta razón, desde un principio supe que quería establecer en su superficie una narración aparentemente sesgada, convirtiendo cada una de las paredes es una especie de página de un libro...; así, mi propio cuerpo [el artista trabaja habitualmente con moldes obtenidos de diferentes partes de su anatomía], ligado a las diferentes zonas expositivas, es el encargado de encuadernar todo el conjunto.

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–¿Qué le gustaría provocar en el espectador?

–La respuesta a esa pregunta se limita a una palabra: emoción. Sin emoción nada en la vida tiene sentido. Cada individuo es una variable, y sus emociones tienen la capacidad de acotar su percepción sobre el mundo que le rodea. Si de algo puede servir el arte, es para ayudarnos a renunciar a determinados comportamientos no puestos en entredicho; a opiniones que creemos nuestras, pero que realmente no lo son, sino que las hemos aceptado como propias sin tampoco reflexionar mucho sobre ellas, más bien nada; y también para frenar tantas actitudes insustanciales y mecánicas que tienen una gran presencia en nuestro día a día. El arte sirve para desligarnos de complejos y encontrarnos a nosotros mismos. Siempre he considerado que una obra de arte es un espejo donde asomarnos para mirar nuestro auténtico yo y así avanzar en conocimiento.

–¿Cómo se plantea cada una de sus piezas?

–Me planteo cada pieza como un campo de batalla, como una lucha en la que voy a encontrar espacio para la reflexión. Cada pieza es una especie de lámpara y de nosotros depende la intensidad de luz que seamos capaces de aguantar. Cuando me planteo qué me gustaría provocar en el espectador que observa mis piezas, sería conseguir que esa luz de la que hablo entrara por sus retinas y lograra llegar a esclarecer espacios de su alma que hasta ese momento se mantenían ocultos; está claro que si lográsemos iluminar nuestros rincones más desconocidos, angulosos y secretos, podríamos superar muchos miedos y, de esta manera, saborear nuestra existencia de manera más saludable e intensa. Creo que el arte posee la capacidad de hacernos desterrar cobardías y de regalarnos vida.

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«Sobrevivir al límite, sacando toda nuestra fortaleza, ha sido y sigue siendo ese reto diario que todos intentamos llevar de la mejor manera»

Explica Lidó Rico que «todo proceso creativo va ligado a tu forma más íntima de sentir y requiere de un aprendizaje que solo los años son capaces de ofrecerte; de esa forma, el paso del tiempo va gestando, articulando y atesorando comportamientos y sensaciones. En mi caso, los cimientos acumulados exposición tras exposición siempre han estado basados en el rigor, el compromiso y el respeto, por la obra y por el espectador. Mis sentimientos no sé traducirlos en palabras y, por eso, quien desee buscarlos solo tiene que encontrar su reflejo en cada una de las piezas que conforman esta exposición. Yo he cambiado, como es lógico, pero hay algo en lo que no me he desviado ni un centímetro de aquella línea que comenzó a trazarse hace más de treinta años: la fascinación por la sorpresa, la curiosidad inagotable, la pasión por el trabajo.

El reto del 'altar mayor'

–¿Cómo afrontó el reto de intervenir en el 'altar mayor' de Verónicas y qué decidió finalmente hacer?

–Hace bastante más de un año, antes de irme a México a inaugurar allí 'Introspecciones', comencé a elaborar una serie que contemplaba como posibilidad para el 'altar mayor' y que titulé 'Nocturno de apalancados'. Encargué los soportes tomando como referencia la dimensión aproximada de una ventana, y en ellos comencé a realizar dibujos acrílicos negros, hechos con mi propia piel, gracias a la fricción que dejaba la huella de mis manos, brazos o codos...; sin más intermediación, en ellos se averiguaban siluetas de personas. Resultó ser una obra premonitoria, porque justo al volver de México comenzó a dar la cara la pandemia hasta que a los pocos días nos confinaron. Yo continué con aquella serie que iba cogiendo intensidad conforme avanzaba en su desarrollo, y muchos de los rostros que se averiguan en ella surgieron en el momento más crítico y catastrófico de la pandemia; por si no tenía suficiente, mi hermano estuvo ingresado más de tres semanas en la UCI, llegando a estar más cerca del otro mundo que de este. En este contexto tan extremo, pude continuar con la serie y antes de acabarla, ya sabía que la instalación final de la obra sobre el 'altar mayor' de Verónicas sería similar a la fachada de un gran edificio cuyas ventanas abiertas dejan ver a las personas que habitan en su interior. La obra, finalmente, se conforma como un gigante y oscuro retablo, donde la soledad, la incredulidad, el miedo, la angustia, la desconfianza y la incomprensión que desprenden esos retorcidos cuerpos no van a resultar ajenos a nadie. La primera idea que me vino a la cabeza al ver instalada la pieza fue que no necesitamos que caigan bombas para pintar un nuevo 'Guernica' porque lo estamos viviendo: vivimos miles de batallas personales dentro de una sola y maldita guerra.

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Lo tiene claro el artista: «Arte para aprender otra forma de sentir y de existir, arte para demostrarnos que el hombre se puede prolongar mucho más allá de su blanda carne mediocre con los días contados, arte para hacernos fuertes; arte para ayudarnos a pensar, porque el conocimiento es la base para amar las cosas, arte para reconstruir nuestro interior más frágil y dañado, arte balsámico sin contraindicaciones y con capacidad de curar, arte para sobrevivir en este mediatizado, mezquino y absurdo mundo, arte para secar la ignorancia, plantar una nueva fe y 'sacar la cabeza'».

–¿Cuáles son hoy sus miedos?

–Mis miedos son los de cualquiera; creo que esta pandemia los ha universalizado, porque por primera vez hemos sido conscientes, todos al mismo tiempo, de la fragilidad con la que estamos construidos. Antes de esta situación vivíamos como si fuésemos inmunes, en un mar en calma, con el barco de nuestra vida anclado en una falsa apariencia de comodidad; el problema ha sido la aparición de esta tormenta mortal e inesperada que ha seccionado de raíz la cuerda de nuestra seguridad hasta hacernos zozobrar llevándonos al límite. Sobrevivir al límite, sacando toda nuestra fortaleza, ha sido y sigue siendo ese reto diario que todos intentamos llevar de la mejor manera.

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–¿Cómo se mantiene cuerdo?

–Creo que mi rigurosa y germánica dedicación al trabajo han tenido un papel fundamental, la exigencia que supone estar metido en cuerpo y alma en lo que produces termina por fabricarte una coraza que te da el oxígeno necesario para mantener la cabeza con la sensatez necesaria.

–¿Qué nuevos proyectos tiene?

–El 3 de abril inauguro en la Galería Luisa Catucci de Berlín, en octubre expongo en el Museo de Arte Contemporáneo de Baja California, y en noviembre en el Museo de Arte Maya de Yucatán.

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