Una hermosa amistad
Influencia. El cine ha sido una escuela de vida y costumbres desde hace un siglo. Lo hemos aprendido casi todo en la sala oscura
César coca
Lunes, 23 de marzo 2020, 19:31
Marlene Dietrich convenció a millones de mujeres de que usar pantalón no era un delito de lesa feminidad. Clark Gable dejó al borde de la ... quiebra a los fabricantes de camisetas, que solo se repusieron dos décadas más tarde cuando Marlon Brando convirtió la prenda en un icono. Cualquier persona de cualquier lugar del planeta sería capaz de pasear con familiaridad por algunas calles de Nueva York aunque no haya salido nunca de su pueblo. Todo el mundo sabe que a una pareja que se despide siempre le quedará París. Y que levante la mano quien no haya aprendido (al menos la teoría) a besar contemplando a James Stewart y Kim Novak en 'Vértigo' o alguna escena semejante, en una película más o menos moderna. El cine ha sido el aula donde las generaciones del último siglo han aprendido casi todo lo importante de la vida. Como dice el catedrático e historiador del séptimo arte Román Gubern, «ha sido, para bien y para mal, el gran inductor de costumbres».
Nunca una disciplina artística ha tenido tanta influencia social. Porque si bien las novelas de caballerías hicieron enloquecer a algunos adictos, como saben quienes se han adentrado en la mayor aventura literaria de todos los tiempos, para sucumbir a su influencia era preciso saber leer. Algo que no alcanzaba ni siquiera a la mitad de la población española al comenzar el siglo XX. De ahí la influencia superior del cine, porque como reitera Gubern, «entra por los ojos. Es el arte popular de masas por excelencia». Y lo ha cambiado casi todo: la moda y el maquillaje; la forma de pensar acerca de la familia, el sexo, la pena de muerte o la guerra; los ideales de belleza y las relaciones de pareja. «Todo está mediado por lo audiovisual», sostiene la directora y guionista –y exministra de Cultura– Ángeles González-Sinde.
El cine es sobre todo ficción, pero eso no le resta un ápice de valor a la hora de mostrar la realidad. Desde comienzos del siglo XX, millones de espectadores han visto en la gran pantalla ciudades que no visitarán jamás y que sus padres y abuelos apenas pudieron imaginar. En un ámbito más personal, «al menos una generación entera aprendió en las películas americanas lo que son los besos y la liturgia que los rodea», apunta Gubern, en lo que en realidad no es más que un ejemplo de «su papel como productor de costumbres».
El cine de tesis funciona mal pero todas las películas lanzan un mensaje
Moda y campañas
Qué decir de la moda. Si Marlene Dietrich popularizó los pantalones, Jean Harlow hizo lo propio con las cejas depiladas y Veronica Lake consiguió que se generalizara un peinado que tapaba media cara de las mujeres y que terminó por prohibirse porque al dificultar la visión ocasionaba accidentes a las que trabajaban en las fábricas de armamento. Cuando en 'Sucedió una noche' Clark Gable se quitó la camisa y mostró que no llevaba camiseta, fueron infinidad los hombres en todo el mundo que renunciaron a una prenda considerada imprescindible durante siglos. Luego la poderosa imagen de Marlon Brando luciéndola de nuevo en 'Un tranvía llamado Deseo' volvería a ponerla de moda, de la misma forma que James Dean logró que las cazadoras de cuero se convirtieran en un símbolo juvenil a raíz de usar una en 'Rebelde sin causa'.
Aunque hoy conviene referirse más bien a 'lo audiovisual', el papel del cine no ha cambiado en absoluto. Solo hay diferencias de grado. Donde las generaciones de la postguerra aprendieron a besar ahora aprenden lo que es el sexo duro. «Lo bueno del cine es que hemos aprendido muchas cosas, lo malo es que con él también se conforman usos, expectativas y comportamientos irreales y nocivos, como sucede con el porno, al que tienen acceso mediante internet niños de muy corta edad», critica González-Sinde.
A través de la pantalla se han lanzado mensajes de todo tipo: desde campañas de vacunación hasta consignas política. El cine del franquismo, sobre todo en su primera etapa, y el estadounidense de entre 1940 y 1945 son pruebas de ello. Hubo películas con 'mensaje' olvidadas de puro malas, porque el cine de tesis, como apunta la exministra de Cultura, funcional mal y envejece peor. Pero todas las películas tienen un mensaje, y cuanto mejor sea el filme más cala en la sociedad. 'Casablanca' y esa 'Marsellesa' que suena como símbolo de resistencia a los nazis sirve para avalar esa afirmación.
Modernidad
'Thelma y Louise' lanzó un poderoso discurso a la sociedad sobre las mujeres y la igualdad (o más bien, la desigualdad); 'Philadelphia' la interpeló en un momento en que se marginaba sin contemplaciones a quienes padecían sida; 'Brokeback Mountain' contribuyó a normalizar socialmente las relaciones homosexuales; y 'El club de los poetas muertos' difundió un modelo de entender el mundo y acercarse a los jóvenes que rompía con muchos estereotipos. La lista de películas muy influyentes es larga.
No siempre ha sido así, pero el llamado séptimo arte ha actuado en general en el sentido de la liberalización de las costumbres. Lo está haciendo hoy mismo en China, confirma Gubern, como lo hizo en España en los años sesenta, «cuando el cine y la música, junto al turismo, fueron cruciales para la modernización del país».
Una modernidad encarnada por los grandes personajes pero también por los secundarios, porque quienes ven esos filmes también se fijan en ellos. «Por eso es relevante lo que se dice en un guion, o las omisiones». Es González-Sinde quien habla. «Debemos plantearnos cómo el cine aborda la igualdad de género, el racismo, la injusticia económica, o si se presenta una sociedad irreal en la que hay pocos o ningún inmigrante o no existen mujeres policía o juezas. El cine construye y desarma muchos clichés, de manera que si trabajas en él debes ser consciente de tu responsabilidad».
Esas preocupaciones cambian con el tiempo, como la sociedad misma. Es la razón por la que algunas frases de un guion, ciertos rasgos de un personaje, una caracterización concreta (que a veces se hace tan solo mediante la ropa que viste) vistos en películas de la era dorada de Hollywodd ahora resultan extraños y arcaicos cuando en su momento pudieron ser incluso rompedores. Pero es el que el cine moldea las sociedades a partir de tendencias que ya están latentes y es a su vez influido por esa misma sociedad. Eso sucede así hasta el extremo de que no es fácil saber dónde ha empezado una moda, si fue en la pantalla o en algún lugar recóndito de la colectividad donde empezó a fraguarse un cambio de actitud respecto de un asunto concreto.
Ahora, esa influencia se extiende, como apunta Gubern, al mundo audiovisual, a través de todos los productos distribuidos mediante la televisión en sus distintas fórmulas o internet. La esencia es la misma y solo cambia lo accesorio. Porque cine y estilo de vida están unidos por una hermosa amistad.
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