Fito Conesa posa para Ababol durante la realización en vivo de un mural en la galería T20 que completa su instalación 'Sinfonía para Rouyn-Noranda'. Enrique Martínez Bueso

Fito Conesa: «Como cuerpo gay, he tenido que romper con la culpa»

El creador y gestor cultural cartagenero muestra en la galería murciana T20 su obra 'Sinfonía para Rouyn-Noranda'

Sábado, 25 de junio 2022, 07:13

Se pregunta: «¿Qué alquimia artificial se esconde bajo mi piel?, ¿qué jeroglífico mortal en el fondo del agua?».

Publicidad

-¿Qué hay que tener?

- ... Paciencia, hay que ser paciente, saber esperar. Y lo digo yo, con lo que me cuesta. Por eso creo que soy fan de [el compositor estonio] Arvo Pärt. Música de nebulosas, de esperar todo el tiempo. Soy de los que no pueden llegar a la estación cinco minutos antes de que salga el tren. Esto lo heredé de mi padre: estoy allí una hora antes. El otro día viajamos de Murcia a Barcelona mi pareja y yo, Siddharth, que es indio. Él estaba tomándose una marinera y una caña cuando todavía quedaba una hora y media para que saliera el autobús. Le comenté: 'No te voy a decir que nos vayamos ya, no; voy a aguantar, ¿pero te das cuenta de que estoy haciendo el ejercicio de aguantar?' [Risas]

-¿Y entonces?

-Entonces, lo que finalmente tuvimos claro es que fue nuestro último viaje en autobús. Lo cogimos porque no había billetes de tren, pero se acabó. Nos dimos cuenta de que ya tenemos una edad y de que, igual que nos gustan los cócteles y no bebemos combinados de garrafón, los autobuses nos gustan lo justito.

Fito Conesa (Cartagena, 1980) es artista y gestor cultural. Afincado en Barcelona -el MACBA ha adquirido su obra 'Helicon'-. Hasta el próximo octubre, presenta su primera exposición individual en la galería murciana T20: 'Sinfonía para Rouyn-Noranda' (vídeo y partituras sobre metacrilato), realizada en Canadá y con la que cierra una trilogía sobre «minería, paisaje y cambio».

Publicidad

-¿Qué es peligroso?

-Alguien cortito que además sea malicioso; peligro doble. Si uno es malicioso, pero no cortito del todo, al menos se protegerá de vez en cuando, algo se controlará, pero cuando se dan ambas cosas estamos ante una bomba de relojería. Y hay mucho tonto malo.

Fito Conesa tiene una obra en la que se lee: «Nadie es profeta en mi tierra». Fito Conesa no tendría inconveniene en adentrarse por un rato, junto a Jonás, en el vientre de la ballena. Fito Conesa llega a un baile de pueblo y se adueña del pueblo. También tiene días de puro hielo. Fito Conesa, dice de él Sergio Porlán, también artista y responsable de programación del Centro Párraga, en Murcia, «interpreta los signos de nuestro tiempo, depositando en las imágenes que construye las preocupaciones y conflictos de identidad, de género y de carácter político que están confusas en el ambiente. Sabe que una imagen es ideología, que no solamente tiene una lectura sino que es el compendio de nuestra cultura, y es ahí donde nos punza, nos pone en alerta ante la ambigüedad de los mensajes de una época violentamente visual». Es, dice Porlán de él, «artista, mediador, docente, comisario, una suerte de daimon que trasiega con los asuntos humanos a los dioses y traduce los asuntos divinos a los hombres. Un testigo privilegiado que enlaza a generaciones, a sensibilidades y a mundos que de natural parecen irreconciliables».

Publicidad

Vista del mural de Fito Conesa que puede contemplarse en la galería T20. E. MARTÍNEZ BUESO

«A mí lo que me resulta motivador es lo secreto, lo que no es evidente», apunta Conesa. Eso observa, a eso está atento, «a lo que queda como en un segundo plano y hay que dedicarle un poco de tiempo para ver lo que está pasando ahí. Ese tipo de cosas que pasan desapercibidas...». «Si hablamos de pintura», añade, «me referiría a los fondos. Soy muy fan de [Joachim] Patinir [1483-1524], porque básicamente es fondo. No me interesan tanto las primeras lecturas».

-¿De qué es ahora tiempo?

-Creo que es tiempo de darle importancia a los matices. Me interesan también cuando yo mismo me posiciono en temas como la crisis climática, los temas de género o cualquier otra lucha que crea necesaria. Hay muchas formas de habitar el mundo, y a mí me interesa hacerlo prestándole atención a los matices y rechazando cualquier discuso facilón y lleno de palabras huecas. Sin atender a los matices no se pueden comprender las cosas que ocurren, como tampoco no interesándote por lo que esconde la narrativa oficial.

Publicidad

-¿De qué más?

-También es momento de abordar algunas cosas desde la sinestesia. Hay que ser claros en ubicar los problemas, pero visitarlos de forma sinestésica, igual que cuando dejamos que la música nos estalle en la cara y nos haga sentir cosas.

-Citaba antes la emergencia climática...

-Creo que el planeta ya nos lo hemos cargado, aunque nos podemos agarrar a narrativas del tipo 'siempre se pueden cambiar las cosas' o 'puede llegar un cambio inesperado', pero ya nos lo hemos cargado y lo mejor sería que lo asumiéramos, pero no desde la culpabilidad, sino desde una actitud 'de hacer', de participar en la solución a los problemas.

Publicidad

-Reflexiona usted mucho sobre la culpa.

-Porque yo, como cuerpo gay, como persona gay que habita su sexualidad abiertamente, he tenido que deconstruir la culpabilidad y enteder que no es algo innato, aunque a veces dudo de si a estas alturas, de tanto insistir, no la tendremos ya en el ADN. He tenido que romper con la culpa. Y mucho mejor así, porque el no vivir las cosas con culpabilidad te hace poder reaccionar. La culpabilidad no es motor de nada. El ser consciente, el ser responsable, sí que te hará reaccionar. Le decía que el planeta nos lo hemos cargado ya; bien, intentemos a partir de ahí, sin drama, revertir la situación cuanto sea posible. Todo se puede revertir...; cuando te dejan se te rompe el alma y, de repente, llega alguien inesperado que te saca del pozo del que pensabas que nunca saldrías.

-¿Sin drama, dice?

-Es que ya llevamos con este tema de lo mal que estamos desde los 90; ahí están canciones como 'We Are The World' o incluso la de 'Que canten los niños' de José Luis Perales. Llevamos de drama musical mucho tiempo y ahora es tiempo de decir: 'Vale, todo eso ya lo hemos cantado y lo hemos bailado, ahora vamos a intentar hacer algo'. Por supuesto, sin dejar de ser conscientes de que esta pirámide que nos han enseñado, en la que los humanos estamos en la cúspide, en fin... Los seres humanos no somos ni más ni menos que una planta, y no lo digo en el sentido de cuando perversamente le llamamos a alguien vegetal. Somos otro ser vivo más, que siente, padece y gestiona las cosas como sabe. Y cuando hablamos de que se acaba el mundo, deberíamos hablar de que se acaba para nosotros. La Tierra seguirá y se la traerá al pairo; dentro de mil años, seguramente, quedarán restos nuestros y seremos arqueología para ese otro ser, el que sea, que la habite.

Noticia Patrocinada

Fito Conesa desborda energía. Suyo es el reino de los que han aprendido a moverse desenvueltos por el mundo. Y procura esquivar enfrentamientos inútiles: «Rechazo por completo el enfrentamiento porque sí, ese enfrentamiento que tiene que ver con el ego; esos enfrentamientos en plan rabieta los rechazo vengan de donde vengan. No me gusta esa gente que se empeña en hacernos creer que la vida es un eterno pasillo de instituto, en el que te insultan, te ponen la zancadilla... Me irritan mucho quienes tienden a meterte en lugares de enfrentamiento gratuito solo por marcarse algún farol. Suele ser, además, gente bastante corta, que abundan como la mala hierba. Pero si nos fijamos, ahora en las ciudades lo que antes se consideraban malas hiervas ahora se dice que son parte del ecosistema. Hay que procucar que no nos afecten. También están los violentos, con los que resulta imposible entrar en diálogo. Al final, toda esta gente responde también a lo mismo, a esos momentos intensos de pasillo de instituto. Como persona sensible, he tenido que aplicar muchas veces inteligencia a las situaciones para que no me llevaran detrás, incluso he llegado a darle la razón a alguien que quería entrar en violencia gratuita. Finalmente, son personas que se acaban haciendo un fundido a negro ellas mismas. No van a conseguir que yo me vuelva como ellas.

De Fito Conesa, dice su amigo Alberto Soler, coordinador del premiado proyecto Mandarache para jóvenes lectores de Cartagena: «¿Quieres ser Fito Conesa? Ponte los auriculares. Play Arvo Pärt. Camina. Hay muchas formas de partir pero solo una de estar lejos. Niega lo anterior. La distancia es una variable emocional. Aléjate más aca. Vuelve, nunca te has ido. Imagina una estructura de espejos sonoros enfrentados. Haz la suma de tus ecos en la voz de los demás. Pervives en la calidez de tus cuidados. Guíanos en el vientre de un órgano muerto. En el momento de inspiración el arte no es un oficio. Barcelona, Cartagena, Tsushima. Detrás de cada cosa su secreto. Une lo empático y lo empírico. Improvisa coplas. Canta. Así se manda callar al silencio».

Publicidad

Derechos

Porque Fito Conesa improvisa coplas, y no se hace invisible cuando se le necesita, ni consigue entender «que alguien le quite derechos a otros, se los niegue». Ni tampoco «que alguien no se dé cuenta de lo privilegiado que es en algunas cosas. El privilegio es algo que no has elegido tús; has tenido la suerte de nacer en un lugar privilegado y tienes que ser consciente de ello, y actuar en consencuencia, de nuevo sin entrar en culpabilidades judeocristianas que no nos llevan a ningún sitio. No entiendo que haya gente capaz de no permitir derechos a otros; el vulnerabilizar a otros es algo incomprensible para mí».

-Hábleme de arte.

-Arte para explotar la sinestesia y otras maneras de pensar. Y digo explotar adrede porque creo que es un momento en el que a la eclosión hay que darle un poco de caña. Arte que realmente sea un puente de cambio, y cuando digo esto, por favor, que no suene baladí.

Publicidad

Reconoce el artista: «No soporto de mí lo que me lleva al infierno, que son las inseguridades que me autoimpongo, y por las que me dejo arrastrar... Vamos, que me cruzo la [mitológica] laguna Estigia cada tarde en algún momento; pero, al mismo tiempo, también eso es lo que me hace ser lo que soy: una persona que se está deconstruyendo y cogiendo barcos por la laguna Estigia cada tarde, pero que por la mañana no aparece en el infierno sino en la otra orilla. Una persona en constante cambio, todo el rato».

Fito Conesa tocó fondo. «Fue hace unos años, cerca del verano de 2006», recuerda. «Me traqueteó la vida con una mala noticia que me hizo tener que aprender a vivir desde entonces con ciertos cambios en mi día a día. Fue algo muy intimo...; de pronto, me rompí y me sentí realmente vulnerable por primera vez en la vida. Hay fragilidades con las que tienes que aprender a convivir».

Publicidad

«Ahora», precisa, «soy mucho más fuerte, y eso tiene que ver con tener ya mucho recorrido y con mucho trabajo a todos los niveles. Ahora soy fuerte y me río mucho de todo». También, prosigue, «soy una persona muy autocrítica. Hay una asignatura pendiente en nuestra vida que tiene que ver con saber gestionar el ego, el tuyo y el de los demás. El ego y la muerte, dos grandes temas. Ahora me quiero, aunque me doy pocos momentos Beyoncé; intento no venirme muy arriba.

Respeto y lucha

Fito Conesa comenta, a propósito de su militancia LGTBI: «La etiqueta de artista LGTBI no me molesta en absoluto, pero si la abrazo es verdad que me gusta ser consciente de que hay gente que sí que ha hecho mucho en este sentido, por esta lucha. Escucho y respeto mucho a los que llevan largo tiempo abriendo camino y luchando. La etiqueta de celiaco no me la pueden poner porque no lo soy».

En su opinión, «el rechazo a otras sexualiades tiene que ver con algo tan simple como, y vuelbo a insistir en eso, la gestión de la culpa. Somos esclavos de una estructura de educación, que la mayoría de las veces no es elegida, y en ocasiones no tenemos herramientas para huir de ella». Y deja bien claro: «No me compadezco de nadie que sea capaz de poner al otro en una situación de vulnerabilidad, eso nunca; pero soy capaz -por suerte mis padres me han dado las herramientas necesarias- de entender de dónde vienen esos rechazos. Vienen de la culpa y del miedo. Es como lo del matrimonio gay; yo no sé si me casaré, espero que sí, pero en cualquier caso el ejercer un derecho, el hacer uso de él, es una decisión, no una obligación».

-¿Goza de buena salud mental?

-Sí, bastante, ahora que el covid nos ha hecho tomar conciencia de la necesidad de hablar de salud mental, ¡ya era hora, que estamos en 2022! También le digo que mi dinerito me ha costado. El haber ido a terapia durante años me ha ayudado mucho. Es muy sencillo: si me encuentro mal por algo, voy, me lo miro, y cuando ya me encuentro mejor le digo a la terapeuta, '¡nos vemos!', y el dinero de las se sesiones me lo gasto en vinilos, de los que soy un gran coleccionista.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Oferta Cyber Week 6 meses por 2€ al mes

Publicidad