El paseo de «realidad» del candidato
El líder socialista pasa dos horas mezclado entre la gente por el centro de Cartagena; «mucha calle, mucha calle», pidió para él la vicealcaldesa Castejón
G. MÁRMOL
Viernes, 6 de noviembre 2015, 00:33
Los políticos se mueven por la calle en precampaña como si fueran estrellas de rock. Con la diferencia de que son ellos los que van buscando saludar a la gente que encuentran a su paso. Un apretón de manos equivale a un voto, según el catecismo de los jefes de campaña, a tenor de las órdenes expresas que desde Madrid dieron a los socialistas cartageneros para la visita que ayer realizó Pedro Sánchez en la primera escala de su periplo murciano. «Mucha calle, mucha calle. Que hable con la gente y se empape de la realidad», pidió también la jefa de los socialistas cartageneros y vicealcaldesa, Ana Belén Castejón.
Menos alto de lo que aparenta, aunque espigado como un junco, el candidato socialista a la presidencia del Gobierno desembarcó en Cartagena con atuendo de lo más juvenil y apropiado para un día espléndido: vaqueros, camisa blanca, jersey rojo y unos cómodos botines de ante azul. Repartió besos y abrazos a los líderes socialistas regionales y locales y estuvo especialmente cariñoso con Ana Belén Castejón. Camino del Palacio Consistorial -donde le prepararon una «visita oficial»-, recordaron su última estancia en Cartagena. Fue en mayo, antes de las municipales, y prometió volver cuando ella sea alcaldesa. Se adelantó, porque eso ocurrirá dentro de año y medio.
A cuatro puntos del PP
Un breve encuentro con periodistas permitió a Sánchez reivindicar cambios en la Región para regenerar la vida democrática, prometer la llegada del AVE y del agua que necesitan los regantes cuando él sea presidente -no dijo cómo-, así como valorar telegráficamente la última encuesta del CIS, que le deja estancado donde siempre: segundo, a cuatro puntos del PP. «El cambio es posible y puede venir de la mano del PSOE», dijo, a pesar de todo, convencido antes de seguir gastando suela por la calle Mayor.
En su trayecto de dos horas se encontró con el presidente del Centro Comercial Abierto, Antonio Sánchez Arenas, que le habló de las vicisitudes de los pequeños y medianos empresarios. También saludó a dos albañiles que le llamaron a gritos por la ventana de la planta baja de la sede de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla y departió brevemente con el hostelero con más solera del casco histórico, Félix Sánchez, siempre atento a sus clientes, servilleta en ristre, en la terraza del Columbus.
Y entre selfis y posados, Sánchez tuvo la oportunidad de sentirse como una celebridad al recibir de sopetón a dos turistas asiáticas que le pidieron hacerse una foto con él sin saber quién era, convencidas por unos camarógrafos que buscaban planos exóticos tras circular durante veinte minutos ante veladores repletos de platos de paella, cañas, vinos y tapas de ensaladilla. Sánchez estuvo amable con las mujeres que encontró en su recorrido. «Yo le he dicho que además de guapo hay que tener propuestas», decía una mujer a otra en la puerta de una pizzería a la que también entró para saludar a sus jóvenes dependientas. Con ellas y con otros trabajadores que encontró en la Puerta de Murcia habló de la formación como oportunidad para avanzar socialmente.
Entre más saludos y un millón de fotos, Sánchez llegó a pie hasta la puerta de la primitiva sede de la desaparecida Escuela Técnica de Aprendices de Bazán, ahora Navantia. Esa institución funcionó desde 1926 hasta 1996, aunque estos días sus antiguos alumnos conmemoran el 90 aniversario del lugar donde se formaron más de tres mil trabajadores del astillero de la ciudad. «Ha estado especialmente comprometido con el comité de empresa de Navantia, con los que ha hablado de la necesidad de la formación profesional dual. Está con ellos», aseguró Ana Belén Castejón tras la marcha de su líder camino de Cieza. Ambos se citaron para junio de 2017, cuando ella tome posesión como alcaldesa, en sustitución de su socio político José López, y «él venga como presidente del Gobierno». Si los abrazos y los saludos fuesen votos, Sánchez lo tendría casi hecho.