Cabalgada en el Campo de Cartagena

«Be water, my friend», dice Pedro Clares, responsable del Centro Ecuestre Sotomayor, como resumen de la explicación para hacer de la cabalgada una actividad confortable a quienes han acudido a realizar la ruta por el campo del barrio cartagenero de Santa Ana. Porque, asegura, lo más importante es «la posición para sentarse, para que el cuerpo caiga aplomado sobre los isquiones. Bien sentados, lo demás lo hacen nuestros caballos». Erguidos y derechos, con las piernas flexionadas para que el peso caiga en la cadera y se bambolee al paso de los caballos. Los pies y las rodillas, lo más paralelos al caballo, para que los abductores puedan apretar y relajar. «Esa es la gran diferencia», asegura apasionado. Tanto que, dice con conocimiento de causa y dos hernias a sus espaldas, «la equitación es el segundo ejercicio más recomendable en estos casos, después de la natación».

Todo eso llega antes de intentar subirse, una tarea muy fácil o muy difícil, según el jinete. Con ambas piernas en tensión, el pie izquierdo sobre el estribo, las manos sujetas a la crín y la parte delantera de la cabezada, la pierna derecha impulsa como un muelle el cuerpo, que alcanza sin problema la montura, a entre 1,58 y 1,70 metros sobre la cruz del caballo. «Y si no, aquí tenemos una escalera para los menos habilidosos», tranquiliza entre risas.

'Oporto', un caballo de raza lusitana y capa baya, es el más viejo de la cuadra (37 años) y «está hecho un chiquillo», asegura Pedro antes de asignarlo para ceder sus riendas, e insiste que es muy tranquilo, como 'Temple' (tordo), 'Princesa' y 'Pantoja', que forman hoy parte de la expedición. «Son 'madres', nosotros les llamamos así porque una madre nunca quiere hacer daño a sus hijos y estos caballos son así con sus jinetes».

Uno tras otro, con el casco bien puesto -«lo primero, porque, además, es obligatorio», recuerda Clares-, los participantes en la excursión van subiendo a sus sillas inglesas -«más ligeras y cómodas para los caballos»- y Pedro, tras comprobar que la postura es la adecuada, les deja pasear por la pista hasta que todo el mundo esté preparado. A sus caballos «solo hay que rozarles levemente con la rienda en el lado del cuello contrario para el que quieres que giren y obedecen», presume de que están «superdomados» y de que «el mejor jinete es el que menos molesta a la montura».

Listos todos, Pedro encabeza la expedición a lomos de 'Océano', su campeón (un precioso y joven caballo castaño, de 6 años, con el que compite a nivel nacional e internacional): un recorrido de una hora por los campos cercanos al centro ecuestre que, si es la primera vez, le dejará con agujetas en los abductores y con las ganas de volver a repetir la experiencia. Quizá, por qué no, la próxima ocasión sea por las blancas arenas de las playas locales.

Pero antes de irse, si lo desean, podrán premiar con alguna zanahoria a su caballo e incluso ayudar a darle su merecida y refrescante ducha tras el esfuerzo.