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Water Park Day. Una de las fiestas más icónicas del festival tiene lugar en un parque acuático donde más de 8.000 personas se remojan a ritmo de música 'house'.
El gran sarao gay

El gran sarao gay

Los hoteles están a rebosar y las aplicaciones de contactos echan humo. El Circuit quiere demostrar que es mucho más que una bacanal de esteroides y lubricante para «musculocas»

GUILLERMO ELEJABEITIA

Viernes, 12 de agosto 2016, 12:09

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Cuerpos musculados en taparrabos de lycra intercambian miradas lascivas mientras bailan al ritmo de música house en una piscina. Con escenas como esta se promociona en la red el festival Circuit, el mayor evento destinado al público gay del mundo, que se celebra estos días en Barcelona. Los hoteles están a rebosar, los bares y tiendas se frotan las manos y las aplicaciones de contactos echan humo. La organización cifra en 100 millones de euros el impacto económico para la ciudad condal. Entre voces críticas que lo tachan de elitista y estereotipado, el festival trata de demostrar que es mucho más que una bacanal de esteroides y lubricante. Este año incluye conferencias, competiciones deportivas, proyecciones de cine y hasta una charla del cura que puso patas arriba el Vaticano al declarar abiertamente su homosexualidad.

  • Oasis de libertad

  • El 80% de los asistentes al Circuit son extranjeros. Ingleses, franceses, americanos... pero también árabes, rusos y magrebíes que no pueden vivir libremente su sexualidad en sus países de orígen.

  • Algo más que fiestas

  • Desde hace unos años el programa incluye actividades diurnas que incluyen exposiciones, proyecciones de cine y conferencias. Este mes viene el cura polaco que salió del armario el año pasado en el Vaticano.

  • 72.000

  • personas pasaron el año pasado por alguna de las actividades del Circuit, este año aspiran a batir el récord. Cuando empezó en 2008 eran 15.000.

  • 250

  • euros al día se deja cada uno de los asistentes en alojamiento, dietas, desplazamientos y compras. El gasto del turista habitual de Barcelona es de 50 euros.

Aunque no nos engañemos, el mayor aliciente del Circuit siguen siendo las multitudinarias fiestas que durante trece días toman la ciudad y sus alrededores. La más icónica es la que el próximo día 9 pondrá a 8.000 personas a remojo en el parque acuático I'lla Fantasía, pero a lo largo del festival se celebrarán otros 18 saraos con nombres tan sugerentes como 'La Leche!', 'Pervert', 'Papa Party' o 'Megawoof'. A partir del martes arranca además la versión femenina del certamen, el Girlie Circuit, dirigida al público lésbico, que contará en cartel con nombres como Javiera Mena y Sofía Cristo. La juerga se extiende por la cercana Sitges y la Costa Brava, y el día 16 se muda hasta Ibiza para seguir bailando hasta el 21 de agosto.

Organiza Matinée Group, una productora barcelonesa especializada en música house que monta fiestas hasta en Kazajistán. Teseo Cuadreny, portavoz de la compañía, explica que el evento nació en 2008 «para llenar un vacío en la oferta de ocio lúdico y vacacional de una ciudad que ya entonces era un referente gay friendly». Desde el principio tuvo «vocación internacional». De hecho si quieres triunfar en una de sus fiestas mas vale que hables idiomas. El 80% de los asistentes son extranjeros. Franceses, italianos, estadounidenses, australianos, pero también rusos, marroquíes, árabes de los estados del Golfo... que acuden a esta cita en busca de una libertad que no tienen en sus países de origen. «Se ha convertido en un punto de encuentro para gays de países donde la homosexualidad está penada, algunos cuando llegan todavía nos preguntan si se pueden coger de la mano o besarse en público».

El perfil ronda la treintena, tienen una profesión liberal y un poder adquisitivo medio o alto, lo que les convierte en un 'target' de lo más jugoso. La primera edición atrajo a 15.000 personas y este año esperan superar el récord logrado en 2015 con 72.000 asistentes.

Las entradas para el festival no son baratas. El abono completo cuesta 400 euros aunque pueden conseguirse pases para fiestas puntuales por 20. Los hoteles aplican las tarifas de temporada alta y los bares de copas de la zona gay también suben los precios. Si un gin tonic cuesta 12 euros durante el año, puede llegar a los 19 mientras se celebra el festival.

Cejas depiladas, tatuajes...

Los cálculos de la empresa elevan a 250 euros el gasto diario por persona -muy por encima de los 50 euros que se deja el turista medio- y estiman su estancia en unos interminables 9 días, en los que les da tiempo a dejarse los cuartos en gastronomía, moda y desplazamientos. Sin embargo algunos pequeños comerciantes centrados en el mismo segmento aseguran que la cifra «está inflada» y que va a parar fundamentalmente a las manos de los organizadores. En sus establecimientos se nota «más bien poco», admite el propietario de un restaurante.

El hotel Axel, un cuatro estrellas especializado en público gay, está al 100% de ocupación, pero eso no es una novedad, «estamos así prácticamente todo el año», sostiene Alex Presseras, director adjunto del establecimiento, que ofrece habitaciones para hoy desde 129 euros. El Circuit se deja notar especialmente en el bar del Axel y en los alrededores, «donde se triplica la afluencia de gente que queda para tomar algo antes de las fiestas». El hotel está ubicado en pleno Gaixample -como se conoce a la zona del Ensanche barcelonés donde se asienta la colonia gay-, que estos días entra en ebullición.

«Las aplicaciones de contactos como Grindr o Scruff están que explotan», bromea Dani, un vecino de la zona. Ni que decir tiene que además de a bailar, beber y lucir palmito, al Circuit se va fundamentalmente a ligar. El mercado es amplísimo pero la competencia es feroz. Conviene prepararse antes en el gimnasio. Abundan las cejas depiladas, los tatuajes tribales, los pectorales de acero, pero desde la organización insisten en que no es un festival exclusivamente para 'musculocas'. «Solo hace falta darse una vuelta por la pista de baile para darse cuenta de que hay una diversidad brutal», asegura Candreny: «Transexuales, ositos, gays alternativos, y últimamente incluso muchos heteros que vienen porque les encanta la música house que pinchamos y el ambiente divertido que se respira».

Pero la explosión de baile y desenfreno también tiene algunos efectos colaterales. Cada año provoca cierto repunte de las enfermedades de transmisión sexual durante los días que dura el festival. La organización reparte a todos los asistentes un kit con preservativos e información útil para evitar contagios. Una actitud que, «deberían imitar otros festivales, porque en todos se practica sexo sin control, pero sólo en los destinados al público gay hay este grado de prevención».

Para los puristas, el mayor logro del Circuit es posicionar a Barcelona como un referente del turismo gay a nivel internacional. Pero a cambio, «alimenta un estereotipo que no se corresponde con la realidad, los gays somos de muchas formas, jóvenes o viejos, gordos, flacos, ricos o pobres», clama Emilio Ruiz, presidente de Casal Lambda, asociación pionera de la lucha por los derechos homosexuales en Barcelona. A sus 71 años considera que para disfrutar del festival hay que ser «joven, guapo, musculado y con alto poder adquisitivo», por eso trata de marcar distancias con otras celebraciones más reivindicativas. «Ofrece una imagen un poco trivial del colectivo -opina-, pero al fin y al cabo es una fiesta que busca hacer negocio y en ese sentido funciona muy bien», reconoce.

En los últimos años el festival ha tratado de sacudirse ese aire de frivolidad organizando un completo programa de actividades paralelas que explora la dimensión más social del encuentro. Este año por ejemplo se podrá ver una exposición colectiva sobre el transgénero y la diversidad de identidades, habrá una charla sobre la realidad de los trabajadores sexuales masculinos o se realizarán talleres de salud psicoafectiva. Hay programado un ciclo de cine, rutas por la Barcelona más transgresora y hasta una mesa redonda sobre homosexualidad y religiones, cuyo ponente estrella es Krzysztof Charamsa, el teólogo al que el Vaticano destituyó el año pasado por presentar en sociedad a su novio. Pero las cifras de asistencia a estas actividades distan mucho de las que se manejan en las fiestas. Para algunos son solo una pátina de cultura antes de volver a la pista de baile para contonearse a ritmo de 'house' entre cuerpos esculturales.

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