«Lo primero que me regalaron fue una estrella»

Cantante. 15 años. 2,5 millones de seguidores en Facebook. De San Fernando (Cádiz). Las 'abrahamers' le dan desde cartas hasta iPhones. «Y cosas como este dibujo, que suponen muchas horas dedicadas a mí»

CARLOS BENITO

Lunes, 4 de agosto 2014, 11:04

Uno podría pensar que a Abraham Mateo ya no deben de impresionarle mucho los regalos de las fans. No solo porque los recibe constantemente, hasta el punto de tener la casa de su familia abarrotada de obsequios diversos, sino también porque, pese a su juventud, lleva ya mucho tiempo sometido a ese régimen casi abrumador de agasajos: «El primer regalo que me hizo una fan, cuando yo tenía 9 años, fue una estrella del cielo», explica el cantante andaluz, que empezó en la música con 4 y el mes que viene cumplirá los 16. ¿Una estrella? «Sí, bueno, le puso mi nombre a una estrella. Era una fan que me seguía desde el primer día. Una estrella no es mal comienzo, ¿verdad?».

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Pero, pese a ese debut galáctico y a la costumbre de ser mimado por sus seguidoras, las devotas 'abrahamers', nuestro protagonista continúa emocionándose ante las atenciones que le brindan un día sí y otro también. Le conmueve, muy particularmente, la conciencia de que forma parte importante de vidas ajenas, hasta el punto de que le consagran tiempo y esfuerzo. «Este dibujo, por ejemplo -comenta, en referencia al retrato con el que aparece en la imagen- es una cosa impactante. Lo encontré yo, navegando por las redes sociales, y me quedé helado: pensaba que era mi foto en blanco y negro, pero no, era un dibujo a lápiz». El cantante removió Roma con Santiago hasta acabar en Úbeda, donde reside la artista, Paula. «Ahora lo tengo en casa. Es un trabajo increíble. Cuando ellas hacen estas cosas, son muchas horas pensando en mí, muchas horas dedicadas a mí, y eso me resulta muy especial».

¿Qué le regalan? «Prácticamente de todo. Gorras me dan muchas, muchas. Me mandan cartas, me preparan trabajos manuales. Tengo una colección de muñecos míos que me hacen las fans, con mi ropa y todo: ¡hasta los cordones de las zapatillas son iguales! Y, además, tengo la suerte de que me regalan hasta iPhones, iMacs y cosas así. Ya sé que es una locura, totalmente. Pero, desde luego, no puedo quejarme de las fans que tengo». De todos los presentes que ha acumulado, ¿cuál es el más raro? «A mí me sorprendió mucho, porque no lo había visto nunca, un piano de goma que se puede enrollar. Me sirve para llevármelo de gira y componer, es muy práctico. En realidad, suelo dar utilidad a todo lo que me regalan».

El oso gigante y los alfajores

Abraham, que responde desde el estudio donde prepara el nuevo álbum, acaba de regresar de su primera visita a Argentina. Allá, al otro lado del Atlántico, se han reproducido las carreras de adolescentes alborotadas, distribuidas a modo de comandos por todos los lugares que podía visitar su ídolo. Cuando se sentó a firmar discos, la cola se extendió cinco manzanas. «Ha sido un viaje de locos, inolvidable: nada más llegar al aeropuerto, me encontré con cientos y cientos de fans esperando. ¡Ni siquiera pudimos salir por la puerta principal! Y a la firma de discos vinieron 10.000 personas, era algo que no esperaba nadie». ¿Y de regalos, qué tal? «Me llevaron a la firma de discos un oso gigante, cuatro veces más grande que yo. Nunca había visto un peluche tan enorme. Y también una cantidad increíble de cartas y de alfajores. Me han tenido que mandar las cosas por correo a casa, porque no podía traerlo todo en el avión».

El joven gaditano, al que algunos siguen llamando 'el Justin Bieber español', relata estas experiencias con cierto aire de incredulidad, como quien se tiene que pellizcar a diario para cerciorarse de que es su vida real. «El éxito ha superado con creces todas mis expectativas. Nunca llegué a imaginar que podía pasarme todo esto, y ha sido gracias a las fans». En sus conciertos, suele darse la rara circunstancia de que el artista acabe siendo el más sorprendido: «Se sincronizan para hacer cosas que yo no me espero. Por ejemplo, en la canción 'Lánzalo', se ponen de acuerdo para sacar un guante blanco o arrojar al aire una paloma de papel. Eso me emociona: que lo hablen, que se organicen para hacer cosas así... Es otro regalazo».

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